Francis Bacon (1561 - 1626)
La Nueva Atlántida

Edición: eBooket . www.eBooket.net
Fonte: http://www.dominiopublico.gov.br/

INDEX

Introducción
Chegada a Bensalem
A Casa dos Estrangeiros
História de Bensalem
O rei Salomão
A Festa da Família
Moral e casamento
O mensageiro
Colégio da Obra dos Seis Dias
Dos jardins e sua construção
Das obras da ciência
Os Mercadores de Luz

Nota: Os títulos do Index são nossos. TriploV

O rei Salomão

"Hace aproximadamente mil novecientos años reinaba en esta isla un soberano cuya memoria, entre todos los reyes, adoramos en mayor grado; no lo hacemos de un modo supersticioso sino considerándolo como un instrumento divino, aunque era un hombre mortal; se llamaba Salomona, y lo reputábamos como el legislador de nuestra nación.

Este rey tenía un gran corazón, un inextinguible amor al bien y una inclinación fervorosa por hacer felices a su reino y a su pueblo. Considerando él que esta tierra era lo suficientemente autárquico para mantenerse sin ayuda extranjera, pues tenía 5,600 millas de diámetro y era de una rara fertilidad en su mayor parte; y hallando también que podría activarse mucho la navegación mediante la pesca y la navegación de cabotaje, e igualmente por el transporte hacia algunas islas pequeñas que no se hallan lejos de nosotros, y que se encuentran bajo la corona y leyes de este Estado; teniendo en cuenta el feliz y floreciente estado en que la isla se hallaba entonces, y que en todo caso podría empeorar pero difícilmente mejorar, aunque personalmente nada deseaba, dadas sus nobles y heroicas intenciones, quiso perpetuar la situación que tan firmemente había establecido en su tiempo. Por consiguiente, entre otras leyes fundamentales que promulgó se hallan las que prohíben la entrada de extranjeros, entrada que en aquellos tiempos (aunque fue después de la calamidad de América) era frecuente; lo hizo por temor a las novedades y a la mezcolanza de costumbres. Es cierto que una ley parecida contra la admisión de extranjeros sin autorización es una ley antigua en el reino de China, que - aún continúa en vigor. Pero allí es algo lamentable, ya que ha convertido a China en una curiosa nación, ignorante, temerosa y necia. Nuestro legislador dio otro carácter a su ley. Ante todo, tuvo buen cuidado de que se mostrara el mayor humanitarismo hacia los extranjeros afligidos por la desgracia, como ustedes han podido comprobar."

Al escuchar estas palabras todos nos levantamos, como era lógico, inclinándonos. Continuó él:

"Queriendo también aquel rey unir la humanidad y la prudencia, y pensando que era una falta de lesa humanidad detener aquí contra su propia voluntad a los extranjeros, y de prudencia el que volvieran y revelaran su descubrimiento de este Estado, adoptó las medidas siguientes: ordenó que todos aquellos extranjeros a los que se les hubiera permitido desembarcar podían partir cuando quisieran; y que los que desearan permanecer tuvieran buenas condiciones de vida y se les dotara de medios para vivir a costa del Estado. Previó en tan gran medida el futuro, que en tantos años como han transcurrido desde la prohibición no recordamos que retornara ningún barco, excepto trece personas, en épocas diferentes, que prefirieron volver. Ignoro qué es lo que contarían los que volvieron. Hay que creer que lo que relataran en cualquier parte que llegaran fuera considerado un mero sueño.

Respecto a los viajes que nosotros pudiéramos realizar desde aquí al extranjero, nuestro legislador creyó conveniente limitarlos. No ocurre así en China, ya que los chinos navegan adonde quieren o adonde pueden; esto demuestra que su ley prohibiendo entrar a los extranjeros es producto de la pusilanimidad y del miedo. Esta restricción nuestra tiene sólo una excepción, la cual es admirable: aprovechar el bien que resulta de la comunicación con los extranjeros y evitar el daño. Y ahora se lo mostraré a ustedes; pero aquí voy a hacer una pequeña digresión que pronto encontrarán pertinente.

"Sabrán, queridos amigos, que entre todos los excelentes actos de aquel rey uno de ellos tuvo la preeminencia. Fue la fundación e institución de una orden o sociedad, a la que llamamos Casa de Salomón; fue la fundación más noble que jamás se hizo sobre la Tierra, y el faro de este reino. Está dedicada al estudio de las obras y de las criaturas de Dios.

Creen algunos que lleva el nombre, algo corrompido, de su fundador, como si debiera ser Casa de Salomona. Pero los documentos lo citan tal como se pronuncia hoy. Lleva el nombre del rey de los hebreos, que es bastante famoso entre ustedes; conservamos parte de sus obras, que ustedes no poseen; a saber, la Historia Natural, en la que habla de todas las plantas, desde los cedros del Líbano hasta el musgo que crece en las paredes; y lo mismo de todo cuanto tiene vida y movimiento. Esto me hace pensar que nuestro rey hallándose de acuerdo en muchas cosas con aquel rey de los hebreos (que vivió muchos años antes que él lo honró con el nombre de esta fundación. Y me induce bastante a ser de esta opinión el hecho de que en los documentos antiguos esta orden o sociedad es llamada unas veces Casa de Salomón, y otras Colegio de la Obra de los Seis Días; por lo que deduzco que nuestro excelente rey aprendió de los hebreos que Dios creó el mundo y todo cuanto encierra en seis días, y que, por lo tanto, al fundar esta casa para la investigación de la verdadera naturaleza de todas las cosas (por lo cual Dios tendría la mayor gloria, como hacedor de
ellas, y los hombres mayor fruto en su uso) le dic también este segundo nombre.

"Pero volvamos a nuestro asunto. Cuando el rey prohibió a su pueblo que navegara fuera de sus aguas jurisdiccionales, hizo, no obstante, esta salvedad: que cada doce años salieran del reino dos barcos con objeto de realizar varios viajes, y que en ellos fuera una comisión compuesta de tres miembros o hermanos de la Casa de Salomón para que pudieran dar a conocer el estado de los asuntos de los países que visitaban; especialmente las ciencias, artes, manufacturas e invenciones de todo el mundo; además, traernos libros, instrumentos y modelos de toda clase de cosas; dispuso que los barcos volvieran después de haber desembarcado a los hermanos, y queéstos permanecieran en el extranjero hasta la llegada de la nueva misión. Estos barcos se hallaban cargados de avituallamientos y llevaban también bastante oro para que la comisión pudiera comprar cosas necesarias y recompensar a las personas que, a su juicio, lo merecieran.

Ahora bien, no puedo decirles a ustedes cómo evitamos que se descubra el desembarco de los marineros, de qué modo residen en tierra durante cierto tiempo bajo el disfraz de otra nacionalidad, qué lugares fueron los elegidos para realizar estos viajes, y en qué países se proyectan las citas de las nuevas misiones, y las circunstancias que rodean a todo esto; no puedo decirlo, por mucho que lo deseen. Como ustedes pueden observar mantenemos comercio, no de oro, plata o joyas, ni tampoco de sedas, especias o mercancías parecidas, sino de la primera creación de Dios, que fue la luz: deseamos tener luz, por así decirlo, de los descubrimientos realizados en todos los lugares del mundo."

Cuando acabó permaneció silencioso, y así estuvimos todos; nos hallábamos asombrados de haber escuchado tan sorprendentes nuevas. Observando él que deseábamos decir algo, pero que aún no sabíamos qué, cambió de conversación cortésmente y nos hizo diversas preguntas acerca de nuestro viaje y destino, concluyendo finalmente por aconsejarnos que deberíamos pensar en nosotros mismos, cuánto tiempo de estancia pensábamos solicitar del Estado, y que no nos limitáramos en nuestra solicitud, ya que él procuraría que se nos concediera tanto tiempo como deseáramos. A continuación nos levantamos todos, y nosotros intentamos besar los bordes de su capa, pero él lo impidió y se marchó. Mas cuando nuestros hombres supieron que el Estado acostumbraba ofrecer condiciones a los extranjeros que decidieran permanecer en la isla, tuvimos bastante trabajo en conseguir que algunos de ellos cuidaran del barco, e impedirles presentarse inmediatamente al Gobernador para solicitar las condiciones; lo evitamos con mucho trabajo, hasta que pudiéramos estar de acuerdo acerca de qué partido adoptar.

Nos consideramos libres viendo que no había peligro de perdición extrema, y desde entonces vivimos con más alegría, saliendo a la calle y viendo todo cuanto era digno de visitarse en la ciudad y lugares cercanos, dentro de los
límites que nos estaban permitidos; nos relacionamos con muchas personas importantes, y encontramos en ellas tanta afabilidad que parecía que formaba parte de su condición recibir a extranjeros. Y esto fue bastante para hacernos olvidar cuanto nos era más querido en nuestros propios países. Continuamente hallábamos cosas que valía la pena observar o relacionarse un ellas. Sin duda alguna, si existiera un espejo en el mundo merecedor de que el hombre se fijara en él, éste sería aquel país.