Mi coterráneo, porque lo soy con los correntinos, y especialmente, con los del departamento de Yaguareté-Corá y con los de aquellos otros que también tienen esteros, lagunas, palmares; de las ciudades y pueblos como Taragüi. Saladas la del negro sargento Cabral, el Paso de los Libres. Loreto y otros; de la meseta de Mercedes y el sistema de Esteros y Lagunas del Ibera; y también con los habitantes de los parajes donde iban a terminar las grandes tropeadas que partían de Corrientes de las vaquerías coloniales: las costas del Mar de los Castillos con sus lagunas y palmares— en Rocha de la Banda Oriental del Uruguay.
Bandidejo especial, que ha sabido conducir al Ser hacia un lila general.
Viva, pues, su camino de salvación lila. No tiene otro, antiguo embajador de la Hélade. Tribuno público de la Romanía, periodista de la corte de César o de los campamentos de Aníbal, entre africanos quemados y asiáticos perezosos. Santo andante por tabernas y correrías en las que, sólo a fuer de poeta, pudo comunicar, sin confundirlas, ala poesía con la filosofía.
Sacúdase toda muerte y dispóngase a organizarse en el Este y el Nor-Oeste Poniente. El Sur no se lo puedo recomendar a un jinete como usted, que nació muy cerca de los tigreros de la caliente alba coreana.
¿Recuerda que, en Corrientes, se los llama coreanos a los de Yaguareté-Corá?
Póngase a trabajar en la síntesis de todos los resplandores. Los quebrantos, las "presentes sucesiones de difuntos", de todo aquello que lo ha llevado casi hasta el borde del crimen contra usted mismo.
Entregúese al lila y abuse de todas sus hogueras y sus sombras, aunque corra el peligro de caerse, arrastrando el rostro por las arenas. Estas, seguramente, serán también de ese color.
AMENLILA debe ser en adelante la palabra con que firme sus escritos, desde misivas hasta poemas.
Francisco Madariaga |