Ahora alabemos las alianzas
del corazón con los
relámpagos del abismo y los
templos del habla,
sediciones de superficies
donde ninguna salvación será
posible, oscura sangre,
tumores que la carne
sostiene, sonidos y
vértigos de lo que no sube
ni baja, sueños donde expira
la flor marchita de la suerte,
alimentando con agonías
y terrores del ludibrio de lo
mismo a lo que el alma vuelve,
presa del sudoroso verbo del amor,
dolor de la noche de la razón,
soles donde estallan
las conmociones del abismo
superficies abandonadas
y caminos, venenos
que han rasgado los velos
de la locura, grafías para
ultimar el orden que
sostiene este mundo, golpe
del azar ahora desnudo, mutilado
hijo de la naturaleza más intensa
nunca demasiado divina en las
superficies de ultrajes
de la carne del clima.
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