Y te absuelvo del círculo
del llanto orlado por las
sombras de luz impura que
niegan las tinieblas,
espejo donde
culmina la voz del infinito
que domina tu anhelo, señor
del laberinto dormido bajo
la oscuridad del mar donde
pulo las caries del deseo
mortal, la sombra de los
viajes que retoman, claridad
esfumada donde no puedo
despertar hacia el profundo
sueño de la vida. Porque la
fábula domina: ley es la
luz que abraza las tinieblas,
la claridad que nos oculta
sin dispersar los sueños en
el denso bautismo de las
bocas que no pueden vivir y
ahora cantan.
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