Los desacuerdos que manan de los
desacuerdos del sol,
de los paisajes, sus aromas, la palabra
que cultiva los desacuerdos del
desacuerdo buscando algo más que el
acuerdo de los sonidos y las natalidades
más allá del desacuerdo del desacuerdo
para borrar los surcos del
desacuerdo que podría ser llorado por
los desacuerdos del olvido penetrando
como serpiente en la humedad de la
vejez y el alarido blanco de los
parajes de la carne alimentando las
armonías del desencuentro. ¡Ah, sienes
embebidas en el dolor del corazón!
¡Blanca bebida del que espera la hora
del desacuerdo final, la hoz sobre
los ojos que piden la hora del descanso,
al amparo de ecos del lenguaje
que el alma crea en la esperanza de
la poesía y el dulce acuerdo de su
nombre!, los agudos dolores que
romperá la esfera de la repetición
del desacuerdo y los sonidos del
llanto o las imágenes que tu cuerpo
escondía en las brasas, aguas del pájaro
que canta enterrado bajo los
acuerdos del desacuerdo del acuerdo
final. El negro grito que cortará los
hilos del cautivo de las carnicerías
del desencuentro, serenamente desollado
en los estuarios donde sangran los
cuerpos, las lenguas, las fuerzas no
virginales, no incorruptibles del
desacuerdo del desacuerdo.
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