Agnes Vaquin hace un análisis de esta novela de Jelinek en La Quinzaine littéraire, No. 863 de 2003, o sea un año antes de que se le concediera el Nobel. El comentario se titula Una mujer en cólera en referencia a Jelinek por la caracterización que hace de algunos de los personajes y por la disección, denuncia y condena de la sociedad austríaca.
Su alter ego en Avidez es Gerti, mujer soltera y madura que vive en Styria ciudad natal de la premio Nobel y de Jörg Haider, líder de la derecha populista FPÖ que en alianza con los conservadores gobierna Austria hace cinco años.
Allí Gerti se entera del asesinato de una joven de 17 años conocida en el sector cuyo cuerpo envuelto en una lona aparece en la orilla de un lago artificial.
La investigación del crimen se enreda y entonces Jelinek procede a orquestar "este canto fúnebre con un júbilo sombrío" y hace patente su odio de los hombres y mujeres, de Austria - que ha engendrado una sociedad opresiva, machista -, su odio de Dios.
Odia a los hombres por todo lo que encarna Kurt Janisch, un hombre bello de ojos azules, maduro, en su papel de gendarme e investigador del crimen. Su máscara de bondad y amabilidad sin embargo, oculta un ser maléfico. Personifica la avidez por el dinero, la propiedad raíz, el amor por las mujeres ricas a quienes caza en su automóvil mientras su esposa se dedica a las labores del hogar. Gerti hace parte de la lista de sus conquistas, le interesa por su casa y cuando la posee surge la idea de matarla.
Kurt es un acosador sexual consumado pero ignora que varias muchachas del sector han desaparecido?
La autora se pregunta si éstas víctimas merecen compasión: "sin ser malvadas son peores, exigen el amor y escupen sobre el sexo", dice, para corroborar el odio que le inspiran.
A Gerti, como a Erika en La pianista, le preocupa su cuerpo por la edad y el envejecimiento.
La novela está impregnada de violencia, de sexo y de un humor macabro.
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