El poder y la "libertad" negativa son sinónimos en una sociedad en la cual el "poseer" -no el tener- da origen al principio de identidad y, a partir de éste, al principio de "realidad". Permitir que la identidad se disuelva junto al principio de "realidad", da al hombre actual (al joven) la sensación y el vértigo del poder absoluto. Siempre al margen de todo esquema preestablecido, aparece como un vórtice a través del cual el pesado peso de la elección, la responsabilidad y la libertad positiva, imponen -se imponen- un inmerecido castigo. El Caos y la Nada forman en este medio los elementos que seducen e imponen sus leyes.

Dostoievski describió la búsqueda de esa libertad. Hace casi un siglo y medio, en su novela "Los hermanos Karamasov", en la cual dos jóvenes matan sólo para experimentar lo que se siente, transgrediendo el orden de la ética: lo real. Un auto, una mujer hermosa, la moda, el dinero, el juego -todo acicate que fomente la atracción neurótica, la necesidad de escapar de la realidad (el mundo de Tarantino entre otros)-, forman parte de la seducción que es la forma no violenta de sometimiento del individuo a su miedo a la realidad y la elección: a la verdadera libertad; actitud compulsiva en la que se mezclan la atracción y el miedo, y que por lo tanto es más peligrosa como conducta o patrón social de un orden organizado.

En la sociedad que Eduardo Azcuy denominaba "ortopédica", es fácil huir de la libertad a través de la droga, la velocidad, el alcohol, el travestismo de todo tipo y hasta el crimen serial. Esta libertad no tiene límites. Y cuando lo "aórgico" y lo "anómico" hacen presa de las sociedades con posibilidad de crecimiento, crece la necesidad de la "perversa seducción".

Cómo sufrí cuando deje de fumar. Mas triunfé sobre las necesidades que me ataban al humo -falso exorcismo-. Pero en un joven donde la imaginación triunfa sobre lo imaginario, el sueño del deseo sobre la realidad, "la perversa seducción", conduce a la peor de las esclavitudes; y en una sociedad, al caos y el libertinaje.