En un encuentro en La Haya en 1992 de importantes profesores, críticos y directores de teatro, se planteó este interrogante. La agencia informativa decía que antes de Beckett el interés del teatro recaía en la acción y no en la situación y que esto y la tarea de identificar los personajes beckettianos transformaron el teatro.
Agrega que surgieron dos posiciones: la de quienes lo consideran postmoderno porque sus personajes encarnan un mundo de valores relativos, inciertos y de confusión individual. Y la de los que lo identifican como moderno porque intenta salvar la autonomía del individuo para evitar su desaparición.
Alain Robbe-Grillet, uno de los representantes de La nueva novela , afirma que contrariamente al papel que cumple el actor en el teatro tradicional, Vladimir y Estragón parecen no tenerlo.
Estas interpretaciones son válidas pero relativas y confirman el carácter enigmático de la obra de Beckett.
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