Juan Manuel Sánchez Arteaga:
LA DESIGUALDAD DE LAS DESIGUALDADES:
IDEOLOGÍA Y CIENCIA EN Mlle CLÉMENCE ROYER (1830-1902)

INDEX

Resumen
Introducción
Royer y las teorías sobre evolución...
La antropología feminista de Royer...
Royer y la desigualdad de las desigualdades...
Conclusiones
Bibliografía citada

Entre 1809 y 1871, fecha en que Charles Darwin publicó El origen del hombre -es decir, en poco más de 60 años-, Europa sufrió una profunda transformación en el corpus de su tradicional mitología sobre el surgimiento de la humanidad. Lo cierto es que, antes de esta última fecha, circulaba ya por el continente, con una pujanza inusitada y traducida a sus principales lenguas, todo un nuevo canon intelectual acerca de los orígenes, un canon formado por grandes monografías especializadas destinadas al público culto, en la que algunos de los científicos más respetados e influyentes de la época -como Thomas H. Huxley (1), Charles Lyell (2), Carl Vogt (3), Ludwig Büchner (4), Ernest Haeckel (5), etc.-, exponían la doctrina de una evolución progresiva y gradual de la especie humana a partir de otras formas animales, y de este modo contradecían la versión tradicional del Génesis cristiano acerca de la Creación.

En realidad, puede decirse que una de las primeras necesidades del discurso biológico del siglo XIX sobre la evolución del hombre fue conseguir debilitar la creencia generalizada en la veracidad más o menos literal del relato cristiano del Génesis sobre los orígenes. Tomando una forma que variaba desde pacatas cantinelas contra la distinción metafísica entre el espíritu y la materia, hasta furibundas exhortaciones a abandonar el vano orgullo de imaginarnos criaturas especiales elegidas por un dios ficticio, la antropología física finisecular y los estudios sobre evolución humana adquirieron, en ocasiones, la dimensión de una auténtica diatriba metafísica contra el opioreligioso del Génesis cristiano.

Sin duda, uno de los casos más extremos de este anticlericalismo evolucionista queda personalizado en la figura de Clémence Royer. En 1870, un año antes de la aparición del darwiniano El origen del hombre, Royer dio a la luz su famoso Origine de l’homme et des societes. En dicha obra, el decidido anticristianismo materialista de Clémence –que, como Darwin, consideraba el pensamiento religioso como la manifestación última y más desarrollada de los temores instintivos de los animales en el ser humano-, era explícito y rotundo:

<<En la base de nuestras poblaciones europeas hay un viejo germen de instinto cristiano que fermenta. La Biblia y especialmente el evangelio, extendidos entre nuestras masas por ciegos propagandistas, en lugar de constituir para ellas una palabra consoladora y divina, han sembrado en todos los espíritus las semillas de errores que un día traerán frutos no esperados por quienes participaron en tan extrañas siembras>> (6).

Frente a quienes se escandalizaban por la pretensión evolucionista de nuestra descendencia a partir de un ancestro bestial, la apuesta científica de Clémence se presentaba como un rayo de luz racionalista y libertadora, lanzado sobre las raíces de la ignorancia religiosa propagadas por la Iglesia:

<<En definitiva, ¿por qué habríamos de gritar con rabia contra un tal antecesor [simiesco]? Si es que de verdad debemos clamar con ira por nuestra genealogía, lo haremos más bien[…] por pertenecer a esa raza cristiana que, so pretexto de vengar a Dios, hizo las cruzadas, los autos de fe[…], que encendió hogueras para los Giordano Bruno, los Jean Huss, los Servet, que metió en prisión a los Campanella, hizo abjurar a los Galileo>> (7).

La liberación de las masas populares de la falsa ideología cristiana a la luz de los nuevos descubrimientos científicos fue de este modo una de las preocupaciones prioritarias de Royer a la hora de emprender la traducción de las obras de Darwin y de sus estudios científicos sobre antropología física. En la lucha científica contra el dogmatismo religioso y el embrutecimiento de las masas bajo las añagazas interesadas de la iglesia encontramos una de las muestras más claras del carácter libertador del pensamiento de esta mujer excepcional. Sin embargo, la lucha de Royer por una ciencia que sirviera como un instrumento deslegitimador de tiranías y desigualdades artificiales, sostenidas por ideologías insostenibles desde un punto de vista científico, no iba a ceñirse al combate contra el discurso de la iglesia sobre los orígenes. Quizás el enemigo más poderoso al que había que enfrentarse se encontraba dentro de las propias filas científicas…

(1) HUXLEY, THOMAS HENRY (1863), Evidence as to man’s place in nature, London, Williams and Norgate.

(2) LYELL, sir CHARLES (1863), Geological evidences of the antiquity of man, with remarks on theories of the origin of species by variation, London, Murray.

(3) VOGT, CARL (1878), [1ªed. de 1863], Leçons sur l’Homme. Sa place dans la création et dans l’histoire de la terre, trad. de J.Moulinié, Paris, Ch. Reinwald et Cie.

(4) BÜCHNER, LOUIS (1872), L’Homme selon la Science. Son passé, son présent, son avenir, ou D’où venons-nous ?- Qui sommes-nous ? Où allons-nous ? Trad. del alemán por Ch. Letourneau, Paris, C. Reinwald et Cie.

(5) HAECKEL, ERNEST (1866), Generelle morphologie der organismen: allgemene grundzüge der organischen formen wissenschaft, mechanisme begründet durch die von Carles Darwin reformiste Descendez-theorie, 2 vols., Berlin, Georg Reimer.

(6) ROYER, CLEMENCE (1990), Origine de l´Homme et des sociétés, Reimpresión de la ed. de Guillaumin et Cie, París, 1870, Cahiers de Gradhiva 17, Bibliothèque du Musée de l´Homme, p. 587.

(7) Ibíd., p. 149.

Fernanda Frazão - Apenas Livros Lda
apenaslivros@oninetspeed.pt