A poesia na óptica da Óptica |
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Herberto Helder, Poeta de lo vivo (Asociación Portuguesa de Escritores/ triplov.com/ Centro Interdisciplinar de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de Lisboa. Comunicación al Primer Encuentro Internacional de Literatura Portuguesa. Centro Cultural de España. Lima, Perú, 22, 23 y 24 de Agosto de 2007.) Traducción del ensayo por Gladys Mendía |
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Para o Reinhard Huamán Mori, na expectativa de conhecermos a poesia do Peru |
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Biografía mítica |
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Herberto Helder es uno de los poetas portugueses más importantes, publicado en varios países y en varias lenguas. Para este encuentro con peruanos, opté por hablar a partir de un corpus que extraje de “O el poema contínuo” , una traducción castellana de Jesús Munárriz. Le di el título de “Súmula de Herberto Helder”. Todas mis citas de poemas se refieren a este corpus. En el año pasado, el autor de “O el poema contínuo”, súmula de su “Poesía Toda”, fue electo candidato al Premio Nobel de Literatura por el P.E.N Club portugués. Ocho años más viejo que Herberto Helder, José Saramago, otro escritor portugués, fue premio Nobel de Literatura en 1999. Saramago no sólo es prosista, es también un buen poeta, como demuestra el libro “El año de 1993”, publicado en 1975. El recorrido de Herberto Helder es diferente, y es sobre todo diferente en el posicionamiento social y político. Para ya, rehúsa premios, raramente se deja fotografiar, no responde entrevistas para periódicos, ni acepta invitaciones para ir a la televisión. Se diría que, en estas circunstancias de silencio social, su vida sería discreta. En cierto sentido lo es. Por ejemplo, supe ahora que, después de haber vivido cuarenta años en Cascais, en la calle del Mercado, se mudó para un lugar desconocido de quien habitualmente lo veía en esa linda ciudad pesquera y de veraneo, a treinta km de Lisboa. Su barbero, al descubrirle la fotografía en un periódico, con la noticia de ser candidato al Nobel, confesó a otro escritor, mi amigo, que estaba espantado, no imaginaba que aquel señor de barbas fuese una persona importante. – Sí, sí, es uno de nuestros mayores poetas contemporáneos! – Informó mi amigo. Y comentó entonces que la casa de Herberto Helder en Cascais está a la venta y que el poeta desapareció. Nacido en Madeira en 1930, se lee en las biografías que su nombre completo es Herberto Helder Luís Bernardes de Oliveira. Nunca vi la cédula de identidad del poeta, mas creo que la mítica biografía comienza aquí, en el nombre de él. “Herberto Helder” es un heterónimo como los de Fernando Pessoa, la construcción de un personaje poético. El nombre verdadero es Luís Bernardes de Oliveira. Por mucho que pueda ser verdadera, esto es, que los críticos y periodistas sólo publiquen las informaciones recibidas del poeta, su biografía es tan mítica como la de Luiz Pacheco, escritor como él ligado al Surrealismo y al grupo del Café Gelo. De Internet cito algunas actividades de su juventud:
Debe datar de esta época mi conocimiento del poeta: adolescente, pasaba las vacaciones de verano en Britiande, donde leía los libros dejados por el carro de Gulbenkian. Subía y el hombre de los libros me ayudaba a escoger. Debe haber sido así que conocí también a Luíz Pacheco, cuya biografía presenta varios puntos de contacto con la de Herberto Helder. Ambos trabajaban en las bibliotecas itinerantes de la Fundación Calouste Gulbenkian, ambos pertenecieron al grupo surrealista y del Café Gelo, ambos tuvieron experiencias en los sub-mundos de la prostitución. Herberto Helder no sólo solicitaba clientes sino que recibía algún salario por cantar tango en bares de marineros, en Holanda. De qué modo tenemos acceso a datos biográficos que en general las personas ocultan? Estamos lidiando con una versión altamente elaborada del mito del poeta maldito, del desesperado, del marginal de la beat generation. O, si preferimos, Herberto Helder era un “clochard”, en la refinada expresión de João Gaspar Simões, el más odiado de todos los críticos literarios portugueses. La biografía se refleja permanentemente en la obra, pero despojada de elementos de identificación, con excepción de un vago GPS: sabemos que el poeta viajó por Antuérpia, por ejemplo, pero no sabemos cuándo ni por dónde exactamente, ni con quien tuvo relaciones. La presencia de Madeira, su tierra natal, es débil o nula en la obra, a pesar de que las islas aparecieran en ella. La presencia del padre es débil o nula, tal como débil o nula de la hija o hijos. Padre e hija no figuran en los gráficos hechos por João Amadeu Silva para saber cuales son los términos más comunes en la poesía de Herberto Helder. Ya la presencia de la madre es avasalladora, e intensa la de las hermanas, cuando recordadas junto a un punto saturado de sangre, la menstruación: Mis hermanas vivían en lo alto del movimiento/ como seres pasmados/ A veces reían alto. Se enredaban/ en su oscuridad terrorífica./ La menstruación soñaba podredumbre dentro de ellas,/ al anochecer. De la des-identificación, sobra lo esencial: lo vivo, lo biológico, substituyendo lo biográfico. Sin embargo, un poeta culto que no usa ni datos de identidad personal ni referencias a la circunstancialidad social y política de su tiempo, dos de los tres elementos esenciales de la obra de arte, según Kandinsky, para sólo recorrer a el tercero, la demanda de la belleza pura, intemporal e impersonal, necesariamente teje un microcosmos verbal en que todo elemento oriundo de la historia se torna mítico. Es así que el poema refleja casi siempre la naturaleza mágica de las evocaciones biográficas, y llega a usar vocablos del área semántica de “construcción” para definirla. Como si Herberto Helder fuese un pedrero o un arquitecto. No lo es, no terminó ningún curso en la Universidad, y sería un problema preguntar a la Universidad por qué motivo tantos escritores de alto nivel, a ejemplo del Premio Nobel de Literatura de 1999, José Saramago, no acaban los cursos o no llegan a frecuentar las aulas. Para terminar estas notas sobre la biografía mítica, en “Ejemplos”, lo que crea la fábula de la madre-animal no es una construcción a la manera de pedrero o carpintero, sino algo más primitivo, el movimiento del poeta como cazador-recolector:
Dejo ahora una modesta contribución a la biografía del poeta: un poema escrito en la pared del cuarto de la república en que vivió, cuando estudió en la Universidad de Coimbra. Repúblicas son residencias comunitarias, para estudiantes de pocos recursos económicos. Tienen generalmente nombres bizarros. Quien me llamó la atención para aquella casa, y me llevó hacia allá, fue el poeta Rui Mendes, uno de los más antiguos editores de Herberto Helder, en la revista Êxodo. Fue entonces en la pared de la Real República Palacio de la Locura, número 21 de la Calle Antero de Quental, en Coimbra, que fotografié el poema “Historia”. Inédito en papel, tanto cuanto sé, merece ser publicado, porque en él anuncia la mitificación biográfica mayor, la del propio poeta. Si la presencia de la madre es central en la obra, si es intensa la presencia de las hermanas, si las mujeres, en fin, tejen en el poema continuo un espacio matriz que puede hasta parecer matriarcal, la figura dominante es masculina, es falocéntrico, hierfálico, ese universo que gira a la vuelta de Dios-Padre, el poeta: Y hay una palpitación soturna, una / delicadeza en el duramen: el / hueso vertebral que se asienta / en el centro, en el ano: / el falo –y en torno / gira la catedral. Lenta danza de Dios, desde la oscuridad / hacia lo alto. |
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Historia | |||
El señor del monóculo Usaba una boca desdeñosa Y en la botonera, la insolencia De una rosa.
Era el poeta.
Cuando pasaba - Figura sutil y correcta, toda la gente decía que era el poeta.
- Era, por tanto, el poeta…
Mas un día El señor del monóculo Quebró el monóculo, Guardó la boca desdeñosa Y olvidó en la mesa de cabecera La flor que puso en la botonera, La insolente rosa…
Entró en las tabernas y bebió, Ciñó el cuerpo de las prostitutas Jugó a los dados y perdió, Dio la mano a los operarios, Besó todos los calvarios - Y aprendió.
Y el mundo, Que lo llamaba poeta, Olvidó; Y cuando lo veía pasar Se limitaba a exclamar: - El vagabundo!
Mas el señor del antiguo monóculo, De la antigua figura sutil y correcta, Sentía voces dentro de sí, Voces de júbilo que decían: - Es el poeta! Es el poeta!...
Herberto Helder (entre 1948 y 1952) |
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El color de la sangre | |||
El color no se puede concebir en una extensión ilimitada. Sólo la imaginación permite representar un rojo son límites. Wassily Kandinsky |
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El nombre completo es Herberto Helder Luís Bernardes de Oliveira? María de Fátima Marinho así lo asegura, aunque en un site coordinado por artistas y profesores universitarios como Rui Torres y Pedro Barbosa, podamos leer:
El nombre verdadero no es, para el poeta, el de la cédula de identidad, sino el que escogió para sí. En las biografías, los dos nombres fueron ligados como un poema continuo, arrastrado por el pseudónimo – la máscara, la persona. No es la vida de Luís Bernardes que hiergue la obra de arte, es el poema que mantiene el hombre vivo, es el hombre que siente la muerte cuando se seca la fuente de las palabras, y es aún el hombre que canta de alegría cuando la inspiración lo hace renacer de las cenizas, como sucede en lo más reciente de los poemas, “Redivivo”. Elemento más fuerte de este regreso a la vida es la sangre a subir en la garganta, metáfora biológica del canto. En Herberto Helder la muerte no existe, o, si existe, es para eternizar el amor, como sucede en el cuento Teorema, dedicado al tema de Inés de Castro. Existen textos suicidas, en que se afirma la atracción por el desaparecimiento total, mas la sangre es un poderoso motor que hasta la muerte pone en movimiento. EnLa cuchara en la boca, vemos que los muertos, si corren por dentro del rocío, si respiran, es porque están vivos: He oído decir que los muertos respiran con luces transformadas. Lo que se sorprende con la paradoja de los muertos-vivos es la sangre, que corre, asombrada, como si estuviera dotada de la individualidad de un personaje. Maria de Fátima Marinho demuestra que a cada gran paso de la biografía corresponde un texto o un pasaje de la obra herbertiana. En la prosa ese reflejo entre texto y vida se percibe mejor, visto que la poesía se sitúa siempre en un grado superior de estilización. También ya vimos que uno de los más antiguos poemas, significativamente intitulado “Historia”, es una anticipación biográfica: en él se declara que el poeta abandona el estatus social de caballero, el señor bien vestido y de monóculo, para bajar al estado de vagabundo, el “clochard” de João Gaspar Simões (comunicación personal). En mi ensayo sobre Sá-Carneiro, refiero que el poeta optó por ciertas soluciones de vida por haberlas cantado y para poderlas cantar. Herberto Helder, cuyas filiaciones literarias son poco conspicuas, nace, como todos nosotros, de la poesía portuguesa en general, y en particular de dos momentos muy fuertes en ella: el modernismo de la generación de la revista Orpheu (1915), con Fernando Pessoa, Mário de Sá-Carneiro y Almada Negreiros, y el Surrealismo, en cuya expansión tuvo participación activa. Mário de Sá-Carneiro y Herberto Helder hacen opciones de acuerdo con cierta línea melódica que los agita interiormente, esto es, actúan en la vida en conformidad con la idea que tienen de ser poetas, por eso su biografía es elaborada, construida con mapas y plantas, como si la vida fuese un viaje o una catedral. Pero estamos aquí ocupados con la biografía, cuando Herberto Helder atravesó una fase de la teoría literaria oriunda de la universidad que depreció la cuestión del autor y por consiguiente la biografía, criticando ásperamente cuantos buscaban en la obra de arte ilustraciones de la vida pasada. Queda claro que la teoría influencia la práctica, igualmente la de aquellos que se le oponen. Ningún artista acepta que presiones del exterior le pongan una cuerda al cuello, sobretodo cuando movimientos de la importancia del surrealista abonaran a favor de la buena interpenetración del arte y de la vida. Para volver a Kandinsky, nuestro guía en este viaje al Perú con Herberto Helder en la maleta, el primer nivel de información de la obra de arte es lo personal. Sin embargo, ahora, no es la vida pasada que está en cuestión, sí la vida futura, aquello que en los textos el poeta inscribe como ley, para obligarse a cumplirla. Finalmente, lo que hay más impresionante en la biografía implícita en los versos de Herberto Helder es su desnudez: como si se desnudase el señor del monóculo, para verle el cuerpo, le arrancase después la piel, para ver las vísceras, como si le abriese después el corazón, para ver la sangre correr. Des-identificando – ou subtilizando - los accidentes personales y sociales, el poeta, al cantar la substancia de la vida, atiende la eterna belleza de las obras primitivas, cuyo autor no conocemos, tal como ignoramos cuando y en qué circunstancias fueron construidas. La sangre, tal como se comprueba en los gráficos de João Amadeu Silva, es de las palabras más vulgares en los poemas. El define el color dominante de la obra- obra al rubro, para recorrer a los términos alquimistas- , color de la alegría, de la exultación y de la exaltación. Símbolo poderoso, apunta para el espacio sagrado del canto, confundiéndose con la voz del poeta, por consiguiente con la palabra. Nada muy distante de la sacralidad que manifiesta en la religión que nos es más próxima, la de Cristo, en que, más allá de bebida para eterna memoria, la sangre define un doble movimiento, sacro y redentor. Este vaivén no es ajeno a la poética herbertiana, pensemos en su tema recurrente del renacimiento. Nada también muy distante de una biografía animal, carnívora, aspectos de lo vivo que de formas varias apunté en mi libro Herberto Helder, Poeta Obscuro. El valor semántico de la sangre varía con la situación poética en que ocurre, mas de modo general es manifiesto de vida. Siendo sin embargo la biografía herbertiana más biológica que social, la sangre señala con frecuencia circunstancias del cuerpo expuesto, de herida. Por eso lo vimos ya bajo la forma de menstruación de las hermanas, lo vemos también en textos que parecen inspirarse en el accidente de automóvil que tuvo en Angola, y lo forzó a tres meses de hospital. En Del mundo, quedamos confrontados con un viaje en el interior del cuerpo, de tal modo los versos se sumergen en el laberinto de la anatomía: y él estaba amarrado por el medio moviendo los miembros en los abismos del mundo,/ el espacio pulmonar de la sangre,/ el espacio de la sangre en la cabeza,/ y después dijeron: ¡está vivo! Es la sangre corriendo que señala el hecho de el hombre estar vivo. Cuanto más sangre corre, más lo vivo pierde límites, como si el color de la sangre, en Herberto Helder, hubiese substituido el azul, que, por ser el del cielo, es el único color sin límites. No espanta entonces que la sangre pueda ser un arroyo corriendo de las gárgolas, en Flash. La presencia continua del fuego y de los colores cálidos, girando en torno del rojo y de la sangre, bien como ciertas cadencias y musicalidades, aproximan mucho a Herberto Helder de otro poeta, su contemporáneo y amigo, Carlos de Oliveira. Manuel Gusmão apuntó la afinidad entre ambos en el reciente homenaje a Herberto Helder promovida por la Cámara Municipal de Cascais, y llevada a buen término por el escritor Julio Conrado, en la revista literaria Boca del Infierno. En mis textos sobre los híbridos en Herberto Helder, ya tuve ocasión de decir que la técnica de eliminar fronteras es natural en su poesía, y va desde la metáfora hasta la fusión de modalidades estéticas, como si las artes estuviesen interligadas por algo común a todas, hecho además aseverado por Kandisnky y artistas que traen al debate, como Delacroix. Esa hibridación es muchas veces orgánica, pasando así por la sangre, una vez que era la consanguinidad y no el patrimonio genético lo que otrora definía la genealogía. En la “Súmula de Herberto Helder”, nos encontramos con dos o tres casos más interesantes de híbridos biológicos – híbridos verbales, claro, pues en la vida serían imposibles. En Poemacto, poema cuyo título ya anuncia las múltiples fusiones de palabras y conceptos, encontramos un híbrido de animal y vegetal, la rosapez. En la estrofa anterior, irrumpe un híbrido aún más complejo e imposible para la ciencia, pues cruza lo humano con lo vegetal y con lo animal: Había el magnolio caliente de un gato./ Gato que entraba por las manos, el magnolio/ que salía de la mano hacia el rostro/ de la madre sombriamente pura./ Espero que el puñado de palabras que les traje despierte el interés de los peruanos por la poesía de Herberto Helder, tan buena puerta de entrada para la literatura portuguesa como Fernando Pessoa y José Saramago. Al final hay gran afinidad entre nuestras poéticas, como demuestra el encuentro entre el gato-magnolia y la Ginebra Magnolia, revista que aquí nos reunió. Herberto Helder estima la literatura suramericana, de lenguas neolatinas, como declaró en dos números de la revista Nova, dirigida por él en los años ochenta. La Nova tenía por objetivo publicar artistas con el mismo fondo cultural, en la Península Ibérica, América Latina y en Africa. Mas el interés por América se manifiesta también al verter poemas ameríndios al portugués, en antologías como El bebedor nocturno y Magias. |
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Bibliografía | |||
CITI, Biografia de Herberto Helder, en línea: http://www.citi.pt/cultura/literatura/poesia/helder/biogra.html . Cit. 10.07.07. Herberto Helder, Photomaton & Vox. Lisboa, Assírio e Alvim, 1979. Herberto Helder, Os passos em volta . Lisboa , Assírio e Alvim, 1980. Herberto Helder, Ou o poema contínuo - O el poema contínuo. Trad. de Jesús Munárriz. Edición bilingüe. Madrid, Ediciones Hiperión, 2006. João Amadeu Oliveira Carvalho da Silva, A Poesia de Herberto Helder. Do texto ao contexto: uma palabra sagrada na noite do mundo. Textos Universitários de Ciencias Sociais e Humanas. Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian, 2004. Manuel Gusmão, “Carlos de Oliveira e Herberto Helder ao encontro do encontro”. Boca do Inferno – Revista da Câmara Municipal de Cascais, nº 10, 2005. Maria de Fátima Marinho, Herberto Helder: a obra e o homem. Lisboa, Editora Arcádia, 1982. Maria Estela Guedes, Herberto Helder, Poeta Obscuro. Lisboa, Moraes Editores, 1979. En línea: http://www.triplov.com/poeta_obscuro/index.html . Cit. 07.07.07. Maria Estela Guedes, Obra Poética de Mário de Sá-Carneiro. Editorial Presença, Lisboa, 1985. En línea: Maria Estela Guedes, "Cândidos animais transmutando-se - releitura de Herberto Helder". O Escritor, Revista da Associação Portuguesa de Escritores, Lisboa, nº 9, págs: 182-190, 1997. En línea: http://www.triplov.com/estela_guedes/Candidos-animais/index.htm Maria Estela Guedes, “Estes são outros híbridos ”, 2004. En línea: http://www.revista.agulha.nom.br/ag29helder.htm . Citado em 07.07.07. Maria Estela Guedes, “Magia e rito florestal em Herberto Helder”. Boca do Inferno, Cascais, Câmara Municipal, nº 10, 2005. En línea. PO-EX (Poesia Experimental), Biografia de Herberto Helder. En línea: http://po-ex.net/index.php?option=com_content&task=view&id=76&Itemid=40&lang= Wassily Kandinsky, Do espiritual na arte. Trad. de Maria Helena de Freitas. Lisboa, Publicações Dom Quixote, 2006. |
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