El esclavo del demonio
ANTONIO MIRA DE AMESCUA

(Sale DON GIL abrazado con una muerte,
cubierta con un manto.)

DON GIL

Quiero, divina Leonor,

pues que merezco gozar

destos regalos de amor,

tener luz para juzgar 570

de tus partes el valor.

No es bien que tanta ventura

se goce en la cueva oscura,

aunque a ser Águila yo

viera los rayos que dio 575

este sol de tu hermosura.

¡Dichoso yo, que he gozado

tal ángel! ¡Jesús! ¿Qué veo?

(Descúbrela, y luego se hunde.)

ANGELIO

¡Cómo es proprio del pecado

parecerle al hombre feo 580

después que está ejecutado!

DON GIL

Sombra infernal, visión fuerte,

¿a quien trae el alma perdida,

le pagan de aquesta suerte?

Gustos al fin desta vida 585

que todos paran en muerte.

¡Qué bien un sabio ha llamado

la hermosura cosa incierta,

flor del campo, bien prestado,

tumba de huesos cubierta 590

con un paño de brocado!

¡Yo no gocé de Leonor!

¿Qué es de su hermoso valor?

Pero marchitóse luego,

porque es el pecado fuego 595

y la hermosura una flor.

Alma perdida, ¿qué sientes?

Dios sólo a sus allegados

da los bienes existentes,

el mundo los da prestados, 600

pero el demonio aparentes.

¿No te espanta? ¿No te admira?

¿No te causa confusión?

Contempla estos gustos, mira

que no sólo breves son, 605

pero que son de mentira.

 
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