Un gran fresco antropologico de la vida de esta ciudad

 


Joel Ortega Juárez (México, 1946) Professor de la UNAM FCPyS adunto deRené Zavaleta1975; Escuela Nacional de  Economía 1975-1988; CCH SUr 1997, 2003-2013. Maestria en Periodismo Político Escuela Nacional de Periodismo Carlos Septién 2011. Licenciatura Economía UNAM. Articulista en: Excélsior 1989-1991. La Jornada 1991-1996, El País editado en Madrid 1995-1997, Milenio Diario 2000-2019. Militante de la JCM 1963-1972. PCM1972-1981, PSUM1981-1986. Activista en el movimiento de 1968 Vivió en Moscú, URSS octubre 1969 mayo 1970. Organizador de la Manifesación 10 de Junio de 1971. Fundador del SPAUNAM1975 y del STUNAM1977 Sin militancia política en ningún partido desde 1986.


Quiero referirme a la obra “Epílogo” de Esteban Ascencio, publicada recientemente. Observo que tiene varias características interesantes. La que me atrae más es la recuperación de la cultura popular, la lengua que es y que tiene decenas de palabras del habla popular que ya no se emplean tanto, por ejemplo: encajarse, que es abusar de. Usa mucho el personaje la expresión aí: aí está, aí viene, aí lo vi, y que es una término muy popular y muy vivo. Otro rasgo que me parece interesante de la novela son los pocos personajes y eso facilita mucho la lectura. Es un libro que se lee de un tirón.

Toda esta relación de la muchacha, es una parte que también me gustó mucho. Es el relato erótico-infantil de la niña, el ombligo, los pies. Hay una narración demasiado elegante —digamos—, del encuentro sexual, que incluso, no está explícito, queda abierto. Cuando se desnudan y le dice vamos a vernos y se va quitando el brasier, cada prenda, en fin, es un relato de una fuerza erótica, pero de un gran candor, no es una cosa procaz, ni mucho menos pornográfico, es muy elegante. Algo más y que le comenté a Esteban, es esta relación con la muerte, en la parte final cuando habla y que le pregunté, si era sacado de alguna cultura maya o náhuatl, este asunto de que somos agua, y al morir nos volvemos vapor que se eleva y se convierte en nube y retornamos con la lluvia. Esto me parece de una cosmogonía única, no es el tradicional de la cultura judeó cristiana del infierno y del cielo. Tampoco es el mito maya, es una recuperación cosmogónica muy interesante que, parte de un dato real, el porcentaje de agua que tiene todo ser humano y ser vivo, y que al morir se evapora, luego vuelve como lluvia, eso es una cosa de mucha fuerza, digamos cosmogonía para no decir filosofía, pero es una visión muy interesante. Hay otros pasajes que en conjunto dan y recuperan esto que he descrito cuando nombro a Esteban: “El cronista del alma”. Epílogo me parece una novela muy interesante, con la sencillez de la lengua cotidiana, no hay ninguna impostura de pretensión, ninguna de sabiduría intelectual, pero es muy viva. Es un estudio antropológico novelado.

También se halla en la novela, la síntesis de las formas de control que ha tenido la política estatal mexicana desde toda la vida. Van y les ofrecen cosas, toda esta parafernalia de los confetis. Yo lo viví cuando era niño, con mi mamá, fui al auditorio nacional, donde les daban disque regalos, la señora María Izaguirre de Ruiz Cortines, no sé si era una despensa por navidad o por el día de la madre, ahí está bien retratado en el libro lo que digo. Este relato es muy vivo, muy ilustrativo del manejo y control corporativo que sigue siendo el mismo hasta el día de hoy, y la abuela, uno de los personajes de la novela, lo rechaza, como si dijera: —no, esto yo, pura madre, yo no acepto esto. Es un dato de rebelión muy interesante, es un pasaje muy importante.

En general la novela es una especie de crónica no solo del alma, sino de la cultura popular, con una trama muy sencilla, sin tanta parafernalia de personajes, son 3 o 4 y donde el peso de la familia es muy importante. Uno se siente transportado a las calles, a los barrios de la ciudad de México; para hacer un parangón, es un relato que tiene mucha cercanía con “Los hijos de Sánchez” de Oscar Luis, un estudio antropológico de la vecindad la casa blanca, y también guarda proximidad con los retratos de Buñuel en “Los olvidados”. Son las dos figuras que yo creo que se dan.  No es una novela bucólica, tipo Pedro Páramo, o El llano en llamas, no, es muy urbana, pero con una fuerza cultural, porque la cultura no es acumulación de datos y conocimiento, sino el conjunto de comportamientos, de maneras de vivir, de ser, de relacionarse, etc. La ropa también se describe muy bien, en fin, Epílogo: “Es un gran fresco de la vida de esta ciudad”.


“Epílogo” de Esteban Ascencio

 


Nota do Triplov.

Ver dois capítulos de Epílogo, de Esteban Ascencio