![]() |
El esclavo del demonio |
(Éntrase DON GIL, despierta DOMINGO, alborotado.) |
DOMINGO ¿Vienes, señor? ¡Por Dios que me he dormido! 615 ¿Es hora?¿No eres tú? ¡Nadie parece! En dulce sueño estaba sepultado. Al principio soñaba una pendencia que don Diego tenía, y que bajaba sin gozar de Lisarda los favores; 620 mas luego, que en regalo y pasatiempo la boda celebrábamos alegres brindándonos con vino de los cielos. Mas ya se van huyendo las Cabrillas y las ruedas del Carro se han parado, 625 y el Norte ya no toca su bocina, y no sale don Diego. A gran peligro estoy en esta calle con la escala. ¿Si está dentro? ¿Si estando yo durmiendo se fue? Dudo esto, y no sé qué haga. 630 Estando dentro, ¿no esperará el día? Y, si quiere bajar por la ventana, saltar puede en el suelo fácilmente, que al fin para bajar no importa escala. Mejor consejo es irme desta calle, 635 y más que están abriendo ya las puertas de casa de Marcelo, y han salido dos hombres, y don Diego no parece. Mas yo me acojo, que el temor empieza a subirse cual vino a la cabeza. 640 |