El esclavo del demonio
ANTONIO MIRA DE AMESCUA

(Sube DON GIL, despierta DOMINGO.)

DOMINGO

Basta, que en pie estoy durmiendo

como mula de alquilé;

pero al tiempo desperté

que subió arriba don Diego, 550

y mientras él mata el fuego

y se arrepiente y le pesa,

soltaré al sueño la presa

y dormiré con sosiego.

Dentro está; yo determino 555

hacer del suelo colchón,

que no hay cama de algodón

como un azumbre de vino,

y no hay Roldán paladino

que a dormir cual yo se atreva 560

si el estómago no lleva

con este licor armado.

A quien despierta el cuidado,

si dormir pretende, beba.

(Quita DOMINGO la escala, y duérmese.)

DON GIL

Sola, cerrada y escura 565

está esta cuadra; Lisarda

que Marcelo duerma aguarda

o está en su cama segura;

ya me tiene su hermosura

tan determinado y loco 570

que parece que la toco.

¡Ay amor! Si imaginado

eres tan dulce, gozado

no será tu gusto poco.

Mil pensamientos me inflaman, 575

porque pleitos y recados

andan siempre encadenados

que unos a otros se llaman;

estos intentos me infaman

y el crédito iré perdiendo. 580

Con el mundo irme pretendo

y conservar mi opinión.

Sabe el cielo mi intención,

que ya por Dios no deciendo.

¡Mas la escala no está aquí! 585

(Habla entre sueños DOMINGO.)
 
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