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El esclavo del demonio |
(Sube DON GIL, despierta DOMINGO.) |
DOMINGO Basta, que en pie estoy durmiendo como mula de alquilé; pero al tiempo desperté que subió arriba don Diego, 550 y mientras él mata el fuego y se arrepiente y le pesa, soltaré al sueño la presa y dormiré con sosiego. Dentro está; yo determino 555 hacer del suelo colchón, que no hay cama de algodón como un azumbre de vino, y no hay Roldán paladino que a dormir cual yo se atreva 560 si el estómago no lleva con este licor armado. A quien despierta el cuidado, si dormir pretende, beba. (Quita DOMINGO la escala, y duérmese.) DON GIL Sola, cerrada y escura 565 está esta cuadra; Lisarda que Marcelo duerma aguarda o está en su cama segura; ya me tiene su hermosura tan determinado y loco 570 que parece que la toco. ¡Ay amor! Si imaginado eres tan dulce, gozado no será tu gusto poco. Mil pensamientos me inflaman, 575 porque pleitos y recados andan siempre encadenados que unos a otros se llaman; estos intentos me infaman y el crédito iré perdiendo. 580 Con el mundo irme pretendo y conservar mi opinión. Sabe el cielo mi intención, que ya por Dios no deciendo. ¡Mas la escala no está aquí! 585 |