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El esclavo del demonio |
(Pónese a dormir DOMINGO, entra DON GIL con una linterna, halla a DON DIEGO en la escala.) |
DON GIL Esta noche para el cielo 400 un alma voy conquistando; mas la casa de Marcelo está don Diego escalando. Grandes desdichas recelo ¡Don Diego! DON DIEGO (Temo perder 405 la gloria desta mujer). ¿Qué quieres? DON GIL ¿Adónde subes, piedra arrojada a las nubes que sube para caer? Bajen tus altivas plantas 410 movidas de torpe amor, Nembrot que torres levantas contra el cielo del honor de aquestas doncellas santas. Baja, lobo carnicero, 415 ladrón de honrados tesoros, cobarde y mal caballero. ¿En qué alcázares de moros estás subiendo el primero? En un libro Dios escribe 420 a la virtud y al pecado del que en este mundo vive, y aqueste libro acabado la gloria o pena recibe. Y, siendo así, tus delitos 425 tienen cercanas sus penas, porque son tan infinitos que ya están las hojas llenas donde Dios los tiene escritos. Marcelo es árbol que pudo 430 dar el fruto que tú amas, y si cual bárbaro rudo le vas quitando las ramas quedará el tronco desnudo. La vida y honra también 435 son colunas en que estriba su casa. El brazo detén, déjale vida en que viva y honra con que viva bien. Si el cuerpo joven desalmas 440 de su hijo, y sin deshonra su sangre tiñó tus palmas, no le derrames la honra, que es la sangre de las almas. Si no hay quien quite ni pida 445 lo que no puede tornar, advierte, ingrato homicida, que no eres rey para honrar ni Dios para dar la vida. Teme a Dios, cuya persona 450 es con los hijos que trata como parida leona, que a quien los ofende mata y a quien los deja perdona. Ave es, y tus obras malas 455 se oponen contra los cielos, siendo milano que escalas un nido donde hay polluelos que cubre Dios con sus alas. Número determinado 460 tiene el pecar, y ¿qué sabes si para ser condenado sólo te falta que acabes de cometer un pecado? Ea, gallardo mancebo, 465 advierte a lo que te debo: si en gracia de Dios estoy, lo que te debo te doy. DON DIEGO Penitencia haré de nuevo. No pienso escalaros, rejas. 470 Perdonad, Lisarda, vos. Don Gil, trocado me dejas, porque a las voces de Dios no ha de haber sordas orejas. Trae, Domingo, esas escalas, 475 y tú, que con santo celo a los milanos me igualas, eres cazador del cielo y me has quebrado las alas. |