TRIPLOV.COM MATÉRIKA SURREALISTA
CARLOS BARBARITO (POESIA) & JAN DOČEKAL (ARTES PLÁSTICAS)
PUEDE SER ESTE EL ÚLTIMO DÍA…
Puede ser este el último día del mundo:
los cuerpos ni siquiera se rozan, nadie
escribe en los muros, ninguno abre su ventana
para que en pleno invierno se haga el verano.
Tarda ahora lo que llegaba, urgente y descalzo,
para darle tonalidad a la tierra
y darle un sentido al tumulto.
Qué no se evapora, qué no depende
de la furia del viento, del relámpago.
Qué respiración no se escucha, fatigada,
al borde de un pozo. Quién
no es aquí un mero número,
de la luz un remedo de luz
de un farol que se agota, colgado de una viga.
MAÑANA, TAL VEZ, LLEGARÉ…
Mañana, tal vez, llegaré a tiempo.
Pero hoy no: me detiene un grito lejano,
por amor o auxilio, salido
quizás de una casa con un mínimo fuego
que a duras penas logra calentarla,
desde algún remoto bosque
con árboles que no resistirán
un nuevo embate del viento;
mañana, tal vez, cuando la casa
sea un helado recinto, incapaz de dar refugio;
cuando el bosque sea sólo unas cuantas ramas
rotas diseminadas; cuando al grito
le haya sucedido un profundo,
compacto silencio. A tiempo, quizás,
pero cuando ya no importe.
DOS POEMAS PARA ROBERT GRAVES
I
Se demora, tarda en llegar…
Se demora, tarda en llegar, retrasa
su arribo, se niega a pisar el suelo
que pisamos, a respirar
el aire que respiramos; permanece
en lo más lejos, a la mayor distancia posible,
con su preciosa carga: sus bruñidos,
pliegues, plateados y dorados;
lejos sus frutos, sus fragancias,
sus relatos de islas de bienaventuranza,
sus resplandores, sus limpios y anchos cielos,
sus desnudos, sobre la arena de las playas,
sobre la hierba de los jardines, acostados…
II
UN CAMINO PARA EL SOL…
Un camino para el sol, más allá
de los tallos arqueados y el polvo suspendido
en el aire; aquí, una súbita irrupción
de alas que se baten, perfumes que se desbandan.
Ahora la voz es comparable en estatura
al silencio de la hierba, a unos ojos de niño que contemplan,
no sin asombro, el breve vuelo de los pétalos
llevados por el viento. Pregunto:
por qué otra razón se nace,
por qué otra razón encarna la idea
y encarnados venimos a respirar, a ser.
Amanece. Por una vía…
Amanece. Por una vía enladrillada,
mientras la luz recupera su dominio, andamos,
como si fuéramos los únicos sobre la tierra.
A la vista, residuos de la tormenta,
algunos breves charcos que se niegan a evaporarse,
un tronco de árbol tumbado del que brotan,
empecinadas, algunas pocas hojas.
LEJOS EL AGUA Y MUY PRÓXIMO…
É tornata l’agoscia del giorni lontano…
Pavese
Lejos el agua y cerca, la ausencia que, sin piedad, punza;
hay una voz que, con brutal ironía, ofrece al mundo una máscara.
En cuerpos y paredes, en los pasillos, un desierto.
Entre los ruidos y el tumulto, un desierto.
¿Qué se hace trizas y qué permanece intacto?
Se rompe antes del amor la carne.
Se extravían por igual videntes y ciegos.
¿Cómo puede morir lo que ya está muerto:
los charcos oscuros aunque les dé el sol,
las sombras contra las puertas, siempre trancadas,
los sudores que, al contacto con el aire, se secan?
¿DE QUÉ ESTOY HECHO? EN EL CIELO…
¿De qué estoy hecho? En el cielo nocturno,
vasto de toda vastedad, un mínimo punto
de luz, fijo de una vez y para siempre;
allí yo, desde la primera desnudez
hasta la última, calmo o convulso,
solo o abrazado a otro y, sin embargo,
ambos, solos. ¿De qué no estoy hecho?
En un cuarto en el que estuve
cuando era niño, las herramientas se siguen oxidando
y los papeles siguen amarillándose;
una vez soñé, una vez soñé,
entonces, por un momento,
las cuerdas flojas se tensaron
y tañí música, sin que importara
que no supe jamás leer el pentagrama.
DESDE AQUÍ NO PUEDO VERLA…
Desde aquí no puedo verla, aunque
mis ojos tengan la edad del mundo, tal vez más;
me pregunto qué hará ella en lo más lejos,
qué hago yo aquí, la mirada obstinada,
sin poder ya distinguir
sueño de vigilia, delirio de cordura.
EN QUÉ CONSISTE LA VIDA…
En qué consiste la vida esta mañana:
tal vez si extendiera la mano podría alcanzar,
por fin el espacio claro, el desnudo puro.
En qué consiste lo que aguarda debajo de la corteza,
lo no iluminado todavía,
lo que no fue descrito todavía;
un reposo para el que sin una sola herida sangra,
una visión para el que teniendo ojos está ciego.
TODO, EN SU DÍA Y A SU HORA…
A Maurice Maeterlinck
Todo, en su día y a su hora,
concluye con un relámpago
que desgarra la tierra luego de haber,
en su camino, desgarrado el cielo.
Del poemario inédito: La botella de Leyden
CARLOS BARBARITO (Argentina, Buenos Aires, 1955).
JAN DOČEKAL (República Checa, 1943).
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