BERNARDO GONZÁLEZ KOPPMANN
Cuerpo de Bernardo
Hoy me alejé de mi cuerpo
lo miré de una distancia prudente
y le dije:
Cuerpo de Bernardo
a ti que te crece la barba y las uñas
a ti que la piel de las mujeres
ha roído hasta las callosidades de las manos
a ti que te duele la cabeza
y que ahora estás con los ojos cerrados
a ti, sólo a ti, Cuerpo de Bernardo
he amado en esta vida
y sólo a ti he llevado por los caminos
he sentado en una piedra
he dado los alimentos
y he revelado verdades hermosas
Por eso ahora sólo a ti, Cuerpo de Bernardo
corresponde la muerte
El pobre tuvo miedo
y se dejó sumir en un sueño profundo
Funeral en Curepto
a Juan Rulfo
En este pueblo que surge de la niebla
cuando alguien muere se nota de muy lejos
porque si doblan las húmedas campanas
se duelen hasta las toscas de los cerros
La hora nos sorprende en los estribos
Todos vieron al finado a mediodía
endilgando hacia el puente o escarbando
en el huerto. En este pueblo perdido
entre los montes apena ver morir a un tero
algo se lleva de nosotros, unos terrones
donde echamos semillas recogidas del viento
esa tarde tan larga que, después de la brisa
se hundió con su leyenda en el brasero
Yo le tengo guardada una chalina y un
secreto. Pasan los pinos callados por el cielo
(No sé; me sobrecoge ver la muchedumbre
camino a la colina tras la urna, sin nada
que decir, tan resignados, creyendo que
así tenía que ser, estaba viejo) A veces
en Curepto morir es, un poco, querernos
Luego, antes que la fosa se amapole
y se esfumen los pasos sin los huesos
antes que los niños se disfracen de oruga
y mujeres de oscuro desmalecen el tiempo
antes, mucho antes que los muros aúllen
y la luna se duerma en los esteros secos
salen los muertos a la calle y brindan
por la lenta romería de los deudos
Bolero
a Palmenia Pizarro
Se escucha de muy adentro de la casa
ruidos de ánimas en pena
murmullos de voces sin palabras
atraviesan la pared donde me apoyo
caricias de unas manos frías
arrullan días viejos
los treiles anuncian en el patio
visitas que se fueron
Mi bicicleta pasa sola por la calle
Cruzan volando por el comedor los brindis
de las promesas que nunca se cumplieron:
ampliar la galería
pintar con cal los troncos de los árboles
arreglar la tumba del abuelo…
El perro juega con su cola
y moscas que ya no quedan me hacen falta
para espantar los sueños
Pasan vehículos hacia la periferia
pasan vehículos hacia el centro
y en este rincón
las hormigas trajinan en mi alma
Los caracoles del jardín
se columpian en las hojas del mantodeva
celebrando la ausencia de tus pasos
Las canciones que estuvieron de moda
hace cincuenta años
las siguen entonando los muebles de la casa
el mantel largo cubre la ventana
por donde huyeron los recuerdos
Sobre el techo alguien baila
Mar
a H.
Me tenderé a orillas de tu cuerpo
con los ojos llenos de gaviotas
pasarán las nubes con mi corazón a bordo
canciones desnudas bailarán sobre el agua
y los moluscos se hundirán en las rocas
huyendo de la resaca
Entonces, tú
tan solemne como el recuerdo
me regalarás la espuma de las olas
las pisadas de alguien sobre la arena
y las astillas de un falucho
para encender el fuego
El tiempo es un tren
con pasajeros invisibles
a Infiernillo
Entonces los carros abandonados
que ahora se ven en los pueblos fantasmas del ramal
volvieron a surcar con pasajeros
que miraban sorprendidos la cosecha:
Las venteras salían de entre las rumas de durmientes
como perdices en celo, los grillos
afilaban sus cortaplumas en las brisas de la tarde
la uva rosada se pisaba en los lagares
– si alguien se embriagaba
el loco del pueblo le desabrochaba las botas
para que no se le hincharan los pies –
en la huerta los brotes nuevos acariciaban las cercas
las nubes eran el único periódico
la lluvia caía sobre un par de historias de bandidos
que huían de las llamas de las viejas hogueras
en busca de una huella hacia los ventisqueros
y desde lejos el humo de los hornos de barro
como pañuelo agitado en una despedida
decía adiós a una silueta llamada soledad
los salmones del río adornaban los pilares del corredor
esperando el ocio de los hortelanos
que a esa hora regaban los naranjos
algunos canastos parecían corderos en el patio
llenos de maíz para semilla
los pollos picoteaban la siesta
el techo de la cocina se cubría de zapallos
y cuando el sol desaparecía tras los recuerdos de infancia
una sombra encendía el carbón de espino
para acortar el invierno y secar las crecidas
los faluchos y los almendros colgaban del cielo
a veces una sonrisa amanecía a mi lado
y se marchaba fugaz a la siga de un pájaro
el reloj hace siglos que está malo…
Pero las ánimas del purgatorio, ese día
no reconocieron a sus deudos
y penaron en la estación
Último vuelo
En la playa encuentro
el esqueleto seco de una gaviota
y lo cubro de arena
con la punta del pie…
Las nubes se hacen flores
y sólo el viento pasa
dándome el pésame
Testamento
Si ves a la mujer más hermosa de la tierra
y te pregunta por mí
y ya esté muerto
dile que me alejé a las montañas
y allá vivo en el canto de los pájaros
Si la mujer más hermosa de la tierra
te pregunta por un poeta
no dudes
dile que en cada pez sigo nadando en el río
Si la mujer insiste
dile que estoy durmiendo bajo un boldo
tendido sobre la hierba
y que en cada piedra se refleja mi alma
Si la mujer no calla
y aún te pregunta por un simple hombre
con mucha paciencia dile que, seguramente
está esperando el tren
tomando vino
Si aquella mujer, entonces
se retira en silencio
ha llegado la hora de mencionar su nombre:
Poesía
Bernardo González Koppmann (Talca, Chile, 1957). Poeta, educador e investigador. Su obra poética ha sido compilada en antologías y otras colecciones literarias. Poemas suyos han sido traducido al francés, catalán, turco, inglés, italiano y portugués. También ha investigado, recopilado y editado la vida y obra de poetas olvidados de su región: Emma Jauch, Jorge González Bastías y Alejandro Lavín, rescatando tanto el lenguaje como la vigencia que tiene el tema campesino en una identidad propia. Pertenece a la Generación del Roneo, poetas cuyas primeras publicaciones se hacen a principios de los ochenta, durante los días más álgidos de la dictadura militar. Su obra se reúne en Cantos del bastón, donde se congregan los siguiente títulos: I. Sin conciencia ninguna (1981), II. Poemas simples (1984), III. Poemas de la contemplación (1985), IV. Poemas transparentes (1987), V. Barrio cívico (Epigramas, 1988), VI. Nuevamente los pájaros acuden a rescatar mi soledad (1990), VII. Remos (1995), VIII. Teatinas (1998), IX. Blues (1998), X. Memorias del agua (1999), XI. Dedales de oro (2001), XII. Aprendiz de pájaro (2002), XIII. Cantos del bastón (2002), XIV. Cantos del amancay (2005), XV. Memorias del bardo ciego (2009) y XVI. La cabaña del Monje (2015). Actualmente trabaja en su poemario XVII, llamado Maleza.
© Revista Triplov . Série Gótica . Inverno 2017