Abro mi cráneo en dos

TRIPLOV.COM MATÉRIKA SURREALISTA
LUDWIG ZELLER (POESÍA) & SUSANA WALD (ARTES PLÁSTICAS)


ABRO MI CRÁNEO EN DOS

 

Abro mi cráneo en dos, trato de recordar y apenas veo

Pues bajo el sol que hierve no hay salida,

Condenado por fin, entre las sábanas me río a carcajadas

Pongo mi oreja en el reloj y escucho cómo cae la arena

en los embudos.

 

¿Es que ya nunca, nunca volveremos al patio

De la infancia? ¿Hasta el ojo más dulce es sólo brasa

Que nos quema por dentro? ¿No habrá piel,

No habrá mano que se abra en la caída? ¿Por qué los gatos

Tendrán que devorar esas plumas que cantan en la nieve?

 

Quizás sólo yo cambio de pieles

Y llagas cada día. Quizás no pueda despertar

Ya nunca en la caja de tierra y de vinagre,

Quizás la tempestad bajo los párpados

Es tan sólo impotencia o es fastidio. 


 AQUEL QUE HACÍA SEÑAS

 

Se despidieron de nuevo, levantaron su mano y se alejaron

Tras de los matorrales del tiempo que es un círculo,

Pero cuando quisimos volver no encontramos ya puertas

Las fachadas, los rostros, los cuerpos eran otros.

 

No existía agua allí, sólo ascuas en la piedra

Y tú molías riendo las lentejas brillantes

Sobre un espejo que de boca a boca se desliza en un hilo

Que en un nudo de sed, cruje y revienta…

 

—Entonces de repente estoy despierto— alguien canta

Del agua, y se queja la voz, suplica, llama…

¿Es que en sueños nos beben seres invisibles

Desollados de amor, labios con plumas verdes?


DE FANTASMAS BURLAS Y NAVAJAS

 

Al salir desde el sueño a tropezones, sin cuerdas

Que me guíen voy abriendo esas puertas, quebrando

Las ventanas, avanzo desde uno hacia otro día en la raíz

Oscura donde cantan los gallos los mismos que picotean

El silencio, aquel monstruo de esquirlas de la noche.

 

Y aquí estamos de nuevo bajo el agua, el chorro

De frescor, ante el ojo de azogue que miramos al fondo.

Escuchamos las voces, las risas ahogadas de aquel ser

Que repite cada uno de los gestos, las ridículas burlas

De lo que no logró ser allá en los sueños.

 

¡Atención! me repite amenazante. Lo veo cada día empuñar

La navaja y ante el rostro cubierto con arrugas reírse

A carcajadas desplegando los filos de metal implacable,

Sordo a toda piedad, ciego a cualquier mirada que suplica,

Que clama por aquel paraíso que quedó entre las plumas

Del río de la suerte.

 

Lo veo luego sonreír irónico con la risa

En el borde de los labios. Le escucho maldecir ¡cuidado!

¡Más cuidado! Y bajar tras el vidrio la afilada navaja,

Mirándome, repitiendo sus burlas: “No lo tome usted en serio,

Termine de afeitarse ya, maestro, ¿no es parte de un collage

Donde se ríe y asegura que no existen fantasmas?”


ENCUENTRO DE LA DAMA Y EL LEÓN

 

Cruzar ese desierto siempre encierra el riesgo

De cosechar langostas como Juan, y ella sabe por cierto,

Que el ruido delatará su andar. Entonces coge el lirio

De cristal y avanza como quien da de golpe con un nudo de espejos.

 

Y el león aparece todo cubierto de ojos y de llamas,

Ve la flor y animalmente huele que no podrá comer jamás

De aquellos labios de azulado tormento. Sus garras se distienden

Pintadas ya de esmalte radiante por su dueña.

 

La magia, el espejismo, cae a plomo.

Quizás por cortesía, acaso como un eco, se oye rugir el viento.


LOS ESCOMBROS DEL ALBA

 

Caído bajo el peso de lo oscuro interrogo, me angustia

El remolino de esos naipes quemándose, en lo hondo del espejo

Quizás sueño. ¿Sobre qué arenas púlese la cabeza de sangre

Los penachos de plumas, los huertos sin raíces de mi ser?

Porque yo sé, yo he visto esos pies que cruzaban la corriente

Sin destrozar la cáscara del agua, unos huesos blanqueados

Por el alba y el enjambre que croa picoteando los labios

De ese ser indefenso que se agita y retuerce en el no ser.

 

Bajad plumas, bebed aquí en el cántaro esa angustia,

Esa fiebre redonda y a punto de estallar, ese llanto

Que no tiene por qué, ni piel, ni razón ancestral

Que lo sostenga sobre sus largas patas de coleóptero

Y sin embargo duele y no sé dónde, alguien me llama a gritos,

Golpea un cubo de paredes frías, solloza sin cesar.

 

Tiene huecos el aire que apuntala los últimos peldaños

De la noche, gallos ciegos que picoteando cantan

Y vuelven a cantar mientras revuelven en la vieja

Baraja de los días los granos de maíz, arrancan chispas

En el vidrio azogado. ¡Carajo! a qué vivir, si hay tanto ruido,

Tanta llama mordiendo su carbón y esa pala en mi almohada:

Tapiado bajo el sueño quizás pueda, quizás pueda volver.

 

El alba pasa con un gallo negro, el cuello rebanado.

Su instrumento mortal tiene dos filos, —cara o sello—,

Mi vida, entre dos cabos arde. Me duele despertar.


DESCIENDO UNA ESCALERA

 

Desciendo una escalera y me encuentro a mí mismo

Haciendo lo contrario, con un asta de ciervo enterrada en el pecho.

Pido agua, por favor. Me apoyo en las postreras limaduras

Interrogando al infeliz que pasa; insulto a mi pasado agusanado

Dando gritos, cantando ya sin piel acaracolo en el rencor mis días

Mientras escucho cómo caen raudas hacia un pozo sin fondo

Esas piedras enormes que de golpe enloquecen y se apagan.


BOTELLA AL MAR

 

Al fondo de la angustia un remolino cristaliza

Las lágrimas y girando en el llanto, poco a poco,

Adquiere esa bizarra forma de una botella. El dolor va grabando

En jeroglíficos cada una de sus formas, el cifrado mensaje

Que cada cual quiere llegue por fin a quien lo entienda.

 

La sangre ya reseca cierra todo secreto y es posible

Lanzarlo desde el borde en la oscura sorda marea que golpea,

Repliégase en los mil laberintos. Aquello que ignoramos

Siempre está más allá en la vertiente oculta de la vida.

 

Nada sabemos y el destino mueve ramos de espejos

Que reflejan áridas soledades, encantamientos que se vuelcan

Y son canciones que ha pulido el viento limando la botella.

¿Quién en el tiempo detendrá la rueda? ¿Quién desde lo alto

Podrá ver en el vidrio por las lágrimas el mensaje grabado?

 

Nada sabemos, ¿pero quién de nosotros rechazará el milagro?

La más bella, la dulce, aquella que camina portando melodías

Esa es la que en la arena encuentra en burbujas de sol

Aquel mensaje, el llamado en que desde hace siglos

Repetimos lo mismo: ¡Ámame por favor, estoy sediento de tu ser!

¿Escucharás mi súplica? ¡Quiero llegar a ser uno contigo!


DESPERTAR

 

A veces me pregunto la razón y no entiendo

De qué ríes cuando me hablas en sueños.

Las imágenes viven bajo el párpado, vamos juntos

Por largos corredores sin encontrar la puerta

Que buscamos, la que abre hacia la mar, donde alguien

Llama, el hilo de la voz que escuchamos de niños,

La que nos da la clave de la flor, del milagro.

 

Yo te espero cada hora cual si fuera la última,

Al recordar tu llanto cuando pasas al borde del abismo

Y tiemblas al asumir las vidas ya pasadas.

Recuerda que vivir es apenas un préstamo,

Como un pájaro herido te busco en la enramada

Donde no cae sangre sino miel, ¡y despierto!

 

¿Estás allí? ¿Lloras allí? ¡Hay que asumir los sueños!


EL FAISÁN BLANCO

                                                A Estela Lorca

 

Todas las puertas dan hacia la noche

Todas las aves vuelan hasta el árbol del llanto,

La nieve cae, si te vuelves cae y semeja el plumaje

Del silencio, ese rostro cerrado de la bruma.

 

Ahora te abres, se separan tus párpados y tu alma hace posible

La realidad de esas bandas del sueño, los ramos de lavanda

Que llevan desde una vida a otra los versículos de una oración

Sólo conocida por ti, sobre los ríos delirantes del tiempo.

 

Toda ventana se abre hacia el torrente que remontan las barcas

Por los desfiladeros de la luna esas venas del cuarzo

Espejo donde brilla un instante la piedad en tus pupilas

Cuando en silencio lloras y la nieve es más tibia.

 

Todos los rostros se abren a una máscara, siempre

La misma, dolorida, hirviente imagen donde el dolor

Resuena como un tambor, el corazón golpea, pide aire:

Dame a beber tus lágrimas ese perfume de tristeza muda.

 

Todo está quieto aquí. ¿Somos sólo fantasmas olvidados

En una casa gris en donde nadie llama? ¿No nos escucha nadie?

Las huellas en la nieve las va borrando el viento, ¿no eres tú

El faisán blanco y tus ojos los mismos que me miran en sueño?


SOÑAR DESPIERTO

 

Pasan los días como el agua que canta puliendo los espejos

Ahora que recuerdo tu ser maravilloso, aquel tiempo

Radiante en que verte era lo cotidiano, no el milagro

Anhelado como ahora en que sólo los sueños son reales.

 

¿Bailaremos quizás en otro cielo? ¿Se dará vuelta el tiempo?

En la infancia lejana era todo posible, aún guardo aquí en el pecho

Abierto a las tormentas ese papel doblado como en pétalos

Tibios en donde tus palabras invitaban al baile de los encantamientos.

Redimir para siempre todos los imposibles, amar como los pájaros

Inventar los disfraces para luego encontrarse y principiar de nuevo

Zodiaco que arde. Sólo el amor nos brinda lo que era inalcanzable.

 

Cuando a veces me asaltan los recuerdos y te ríes de nuevo

Oh dicha recobrada en donde arde la mente y se gloría

No del paso del tiempo, sino del brillo que encontré en tus ojos.

 

El recuerdo se guarda, es secreto labrado que se atesora y crece,

Lamento que al recordar me duele porque hay bruma y silencio.

 

Alas de la ilusión pueblan las horas porque veo en tu boca

Mordidas como frutas de goce promesas ya imposibles,

Olas de la ilusión cuando el placer se expande y escuchamos de nuevo

Rociar el pasto seco en donde nos tendimos a conjurar el tiempo.

 

Demos vuelta las páginas del libro de la vida, giremos en la dicha

El resonar de los tambores llama a ese festín de pétalos eternos.

 

Sólo imágenes son algunas realidades en el juego de espejos

Impensable la dicha que viene desde ti piel de la Luna

Esa que eres si pienso que retornas al jardín prohibido.

Mujer sagrada e ídolo, mi preciosa paloma que gorjea en las sílabas,

Poemas que llevas en ti como un Don para el mundo

Recuperar aquello que sabían los poetas antiguos que portaron

El signo que llevas en tu frente, gracia del día, esa alegría eterna.

 

Ludwig Zeller (Chile)

Susana Wald (Canadá, 1937)


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