El que aún no hayamos oído ni correspondido a la severa admonición de
Heidegger acerca de que no existe más porfiado enemigo del pensar que la
razón, es algo que da que pensar: algo también por lo cual la inesencial
esencia del mito continua escapándonos, al mismo tiempo que la oculta
esencia donde se unen mitos y logos. Se dirá que el mundo moderno vuelve
lentamente a intentar un ordenamiento cosmológico del universo, una
cosmogonía, y que ésta y por vía de ésta, dioses y héroes, mortales e
inmortales, vuelven por otras vías a acercar poesía y pensar. Pero se trata
de una falsa vuelta. Precisamente de una vuelta que de ninguna manera
recupera la esencia del tiempo, como aquello que no cesa de advenir a si,
manifestándose en la multiplicidad y no deja de manar la ambigüedad del
sentido del origen. Justamente por ello, asistimos a la eclosión o implosión
de un irracionalismo engendrado en el seno mismo de la impensada esencia de
la técnica.
Todo una mitología espúrea se regodea en la desconfianza de los productos de
la razón. Se teme a la "razón". Incluso el comics, la fantaciencia, la
cábala, el esoterismo, las historias de las religiones, vuelven a abrir el
abismo sobre el cual se edificó durante siglos el dualismo maniqueo de bien
y mal, por el cual el mundo, como decía Artaud, "es el abismo del alma".
Pero aún continuamos sordos pues pensar es recogerse en el agradecimiento
donde se reúne - el tímpano - la presencia de lo constante, para sostenernos
en lo mismo que difiere de sí, en el pensar como pensar del ser y lenguaje,
del ser en el "decir" de la poesía. No es suficiente que por todas partes se
intenten rescatar los "mitos". Los mitos no se restauran como los iconos.
Ellos permanecen mudos y solo hablan a aquellos que jugando, repitiéndolos
hasta la parodia, hasta la risa, hacen estallar el sentido, los dioses y las
mismas imágenes divinas, subsumiéndolos en el sin sentido de la parodia y de
la falta de origen. Ni historia circular ni historia lineal. No sentido o
sentidos múltiples. Re-comienzos desde puntos de partida abordados.
Movimientos de la inmovilidad. Nomadismo de la gregariedad. Se equivoca
Eliade cuando habla del mito como refugio del terror de la historia. La
historia es ya sólo un tema en desuso. No se trata del fracaso de los
historicismos, ni de las ideologías como religiones laicizadas. Todo el
ruido de la historia - de lo que comúnmente se entiende como historia - no
nace sino del miedo a lo que Unamuno llamaba "intrahistoria". El miedo al
murmullo de la repetición indiferenciada del origen y el silencio del antes
del habla - del lenguaje - "escriturado" en el cual un mundo adviene al
hombre, quien desde entonces yerra - "erra de errancia"- en un "mundo
interpretado". Pero aun advirtiendo que el irracionalismo es sólo la sombra
que proyecta la razón, y el mito siempre es "ctónico" y no uraniano,
asistimos a una universal reparación del mito. Basta para ello que los
defensores del "mito", opongan intuición poética a interpretación
mecanicista y racional de la realidad y el milagro se habrá realizado.