El Gólgota El azul que ayer poblaba mis ojos y el infinito del azul del mar y el viento la arena mezclada al roza del deseo las lágrimas y los secretos demonios que mantenían mi corazón en vilo y la danza coral en la estación del aura primigenia, la inocente infancia que se negaba a abandonarme y los dioses con sus huellas dibujadas en mi sudorosa piel todo ahora sucumbido y mirado con los ojos del ciclope el desfiladero de la locura la pesadilla del vampiro, el pavor de las sombras el insomnio que acecha como un tigre agazapado tras las leyes inexorables de la fragilidad humana el tiempo irredento las fuerzas de los Daimones de la poesía que me mantenían despierto u la sueñera de mi alma el golgota amaneciendo frente a mi, la cruz negada y afirmada cien veces cien antes del canto del gallo y la gota de sangre cayendo sobre mi frente cayendo sobre mi frente... Escombros El mas inhóspito de los huespedes habita ahora mi corazón; escombros y más escombros sobre el norte de la soledad donde se incuba el huevo de la serpiente que engendró fuera de tiempo mi alma. ¿ Mas que hacer? Horror es todo que llenó de infantil alegría el podre que ven ahora mis ojos. Vacuí el amor que llenaba las horas que se hicieron presas del vampiro de los sueños. Ay! Vivir eternamente para ver la esteril repetición de las horas y la degradación inutil de las formas. Dormir, dormir bajo el peso de la soledad y los escombros del tiempo, el veneno que la vil espada pone en el corazón ya sin asombro de traiciones y humillaciones maldecidas. Demasiada soledad sobre mi soledad, demasiados espectros sobre los espectros, demasiados duelos sobre los duelos, demasiada intemperie, sobre la intemperie, que alla en Elzingor fué un tiempo el azur y la alucema. Sobre el horror lo informe. Dormir, dormir, rodeado de serpientes cuando el mundo no es ya mundo sino silueta fulminada de quien no ha salido todavía de la caverna. No me digais más adios. Demasiada soledad sobre mi soledad, demasiados espectros sobre mis espectros, demasiados escombros sobre los escombros que no hacen sino derrumbar escombros. Espera Toda la mùsica que afluía a mi boca el lago de mi boca los peces de mi boca la gran mar estrellada de mi boca el infinito azul perfumado de mi boca perdidos ya ya perdidos el mismo ceto, la misma esquina, la misma desazón la misma culebra sibilante de la noche, la misma noche perdida, con notas disonantes y el recuerdo como el piano de Holderlin con las cuerdas cortadas. Eso es todo. Cuerpos asesinados por la pasión, manos entregadas al vacío de la caricia, piel exaltada por el azufre, todo aquí, todo enterrado en un ahora eterno, y yo esperando la muerte y yo esperando. Misterios Misteriosos son los caminos de la vida. Tortuosas derivas, violentas cascadas, vientos huracanados,crepúsculos que reflejan el vertido el mundo y la otredad del projimo. Y todo está enlas manos, ojos labios y música que pone melodía al corazón y a los misterios. en las manos los daimones y angeles que presiden los sueños de los que estamos hechos, de las sombras de las que estamos hechos, auras que no disipara el azar, ni demonios ni angeles, aunque el Dios que preside nuestra mesa quiera bajar de los espejos, los espectros que viven en las aguas. El Día Llegó un día a mi puerta con un claro silencio sobre la frente. Era solo respuesta tras el dintel vacío, pura interrogación su boca sin ninguna pregunta, que guiara sus pasos. Serené entonces mi corazón agobiado por el recuerdo innúmero de lo que fué combate provocación, y éxtasis. Ay, lucha y cortejo, agua y ceniza derramadas sobre el cruel arabesco de lo que hizo destino. Yo fuí de nuevo el ánfora donde mezclar las horas, melodías y acentos. Fingí ignorarlo todo pues de ignorancia vive, la llama que ilumina y dá forma a las sombras. Y tú eras la sombra. Al mar dejó mis pasos y quede en el escrito de la nada y la boda, nombres que alumbran huellas cuando pena la noche. Mi corazón gentil diciendo el naufragio primero sucumbendo a la estela del número y la estrofa: para dejar estar, el vivo sol que entonces tu mano librerara a la entrega primera de lo que fue llamado, sin endecha ni queja y en silencio cantado sobre la carne muda y el perfume de un huerto. Carne de las palabras entregadas al deseo primero, así fueste volcado - pués en la muerte sola y los días que hasta el poeta llegan claramente retorna furtivo como toda pregunta que repite insaciada el origen del verbo, la memoria encendida y el aura de tu pelo. |