REVISTA TRIPLOV
de Artes, Religiões e Ciências


nova série | número 30 | agosto | 2012

 
 

 

 

Rodolfo Alonso

 

POESÍA O MERCADO

 

                                                                  
 

EDITOR | TRIPLOV

 
ISSN 2182-147X  
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Dir. Maria Estela Guedes  
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          La actual travesía por el desierto en que se encuentra hoy aislada la poesía no es apenas, por desgracia, sólo el problema de un género literario.  Al derivar de una honda crisis del lenguaje (como se sabe, fundamento ineludible de nuestra condición), cobra alcances mucho más graves. No fue por azar que un narrador tan exigente como el siciliano Vincenzo Consolo  pudo decir: “Leyendo mis libros y los libros que se escriben en los últimos tiempos, me he dado cuenta de que ya no hay espacio ni tiempo para la literatura entendida en su sentido más alto. Se escribe una infinidad de novelas, pero en ellas ha desaparecido un aspecto esencial del género: la expresividad.” Para agregar poco después, con absoluta claridad: “Hoy a muy pocos les interesa la poesía.” Incluso a los muchos que en la actualidad pretenden ejercerla, me animaría a añadir.

En el prólogo a un libro de Olga Orozco: Eclipses y fulgores, no cualquiera sino un representativo poeta español, Pere Gimferrer, viene espontáneamente a coincidir con lo que imaginé sólo ansiedades personales: “se diluyó hace ya tiempo el diálogo entre las literaturas hispánicas, incluso en nuestra propia península y, momentáneamente, parece eclipsada además en ella la noción de poesía.  Lo  que  sabían por igual Juan Ramón Jiménez, Aleixandre o Cernuda  --es decir: que la poesía moderna, entre otras cosas, es la que sucede a Rimbaud y Lautréamont-- parece hoy olvidado por buena parte de sus coterráneos.” Y, por si fuera poco, reafirma de inmediato: “Se trata de un olvido interesado y no espontáneo, como interesada y no espontánea es la dejación del diálogo de las literaturas, en la medida en que podría servir de recordatorio acerca de la verdadera naturaleza de la poesía en la modernidad.”

         Claro que fue alguien al parecer poco afecto a las sutilezas, Mario Vargas Llosa quien, en otra entrevista no demasiado lejana, con ingenuidad o desparpajo planteó nítidamente la inquietante disyuntiva: “El humor en mi obra tiene que ver con la necesidad actual de acercarse a un público que no está dispuesto a invertir mucho esfuerzo intelectual en la lectura.” ¿No es esto confesar que no se crearía ya de acuerdo con cierto ideal de la literatura o del arte, para intentar un diálogo o al menos un contacto con ese fecundamente superyoico tribunal de los mejores que (según el sagaz y digno australiano Robert Hughes, el mismo hombre que por cuestiones de ética estética supo renunciar al codiciado cargo de crítico de arte en “Time”) todo creador legítimo lleva en su conciencia? Ahora, viene a decirnos crudamente el autor de ”Pantaleón y las visitadoras”, escribes para vender o no escribes para nadie.

         Pero fue el padre de la novela moderna, nada menos que Gustave Flaubert, en una carta a Guy de Maupassant y ya en 1872, quien había anticipado su propia respuesta para la misma cuestión: “¿Por qué publicar con los horribles tiempos que corren? ¿Es por ganar dinero? ¡Qué irrisorio! ¡Como si el dinero fuese la recompensa del trabajo!”. Y, por si fuera poco, en otra carta a George Sand, ese mismo año, se animó a sentenciar: “cuando uno no se dirige a la masa es justo que la masa no le pague. Es la economía política.” Mientras que mi compatriota, el escritor argentino Luis Chitarroni, refiriéndose al insólito dúo que alguna vez formaron nada menos que Joseph Conrad y Ford Madox Ford, apuntó con precisión que “Ninguno de los dos se ejercitaba en las genuflexiones de esa reverencia penosa por el mercado.”

         Y yo no consigo dejar de preguntarme, hoy, con más angustia que ansiedad, ¿es que estaremos realmente tan lejos de lo instintivo y lo sagrado como para imaginarnos a Van Gogh reclamando un análisis de mercado antes de arrojarse a pintar sus Girasoles? “Han dejado entrar putas en Eleusis” clamaba, hace tiempo, el políticamente despistado pero artísticamente visionario Ezra Pound.

 

 

Jornal InComunidade (Porto)

 

 

 

 

Rodolfo Alonso. Poeta, traductor, ensayista y ex editor argentino. Es una voz reconocida de la poesía latinoamericana contemporánea. Fue el más joven de la legendaria revista de vanguardia “Poesía Buenos Aires”. A partir de “Salud o nada” (1954), publicó más de 25 libros, la mayoría de poemas pero también de ensayo y narrativa. Primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina (1961). Tradujo también a muchos otros importantes autores del francés, italiano, portugués y gallego, entre ellos Cesare Pavese, Giuseppe Ungaretti, Paul Éluard, Marguerite Duras, Eugenio Montale, Carlos Drummond de Andrade, Jacques Prévert, Dino Campana, Antonin Artaud, Guillaume Apollinaire, Pier Paolo Pasolini, Charles Baudelaire, Murilo Mendes, Antonin Artaud, Manuel Bandeira, Rosalía de Castro, Paul Valéry, Olavo Bilac, Stéphane Mallarmé, André Breton, etc. Antologías y libros suyos fueron publicadas en Argentina, Bélgica, Colombia, España, México, Venezuela, Francia, Brasil, Italia, Cuba, Chile. Escribió textos para cine, como el célebre corto metraje “Faena” (1960). Premio Nacional de Poesía (1997), junto a Juan Gelman. Orden “Alejo Zuloaga” de la Universidad de Carabobo (Venezuela, 2002). Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (2004). Palmas Académicas de la Academia Brasileña de Letras (2005). Premio Único de Ensayo Inédito de la Ciudad de Buenos Aires (2005). Premio Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia, 2006). Entre sus libros más recientes se destacan “La voz sin amo”, con prólogo de Héctor Tizón (Ediciones de Medianoche, Zacatecas, México, 2008); “Il rumore del mondo”, con prólogo de Juan Gelman (Ponte Sisto, Roma, 2009); “El arte de callar”, con palabras de Juan José Saer (El Perro y la Rana, Caracas, 2009); “Ser sed”, con prólogo de Juan Gelman (Arte y Literatura, La Habana, 2009); “La vida entera”, con prólogo de Juan Gelman (Poesia de Paper, Palma de Mallorca, España, 2009); Poemas pendientes, con prólogo de Lêdo Ivo (Alción Editora, Córdoba, 2010); Entre dientes, con una carta de Jorge Teillier (Pequeño Dios Editores, Santiago de Chile, 2011).

 

 

© Maria Estela Guedes
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