MANSION ARTAUD / TATUAJE EN FUGA DE LOS CUERPOS
TEXTOS E IMAGENS DE MANUEL LOZANO
30-08-2003 www.triplov.com
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adda



Hierocles derramó en la tierra
El agua de su cántaro y dijo:
si hemos de entrar en el desierto,
ya estoy en el desierto.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase
.
Jorge Luis Borges, La Cifra


TATUAJE EN FUGA DE LOS CUERPOS


COMIENZO DE LA LLUVIA EN HARLEM

But I have that within me that shall tire
Torture and Time, and breathe when I expire
.
Lady Byron

Para Cecill Villar


¿Y dónde se escondía el lóbrego sol de las derrotas?

La fábula urde en los muros la plegaria,

reconoce al visitante deformado en atavíos de sangre

y con monedas de bronce siempre indemnes por la ausencia.

El maderamen está listo.

No insistas con el decorado de los frágiles.

Parezco caer junto a estos muelles

donde yacen las lágrimas de Adán y su heredero.

Me congelas en el cuerpo de prometida arcilla.

Las caravanas llegan al festín.

Borradores del relámpago, siervos de una antigua potestad,

sellarán con luto la habitada mordedura de tu especie negra.

Nadie puede abrir -ni siquiera rasgar- la feroz tapicería

de mi duelo milenario con el agua.

En esta playa se desnudan los lobos.

La cicatriz amargará hasta la náusea lila

los colmillos de su máscara de iniciación.

Ya era tarde cuando me amamantaron.

¡Piedad!

¿Alcanzas la húmeda carne de tus hijos

como filo imborrable de navajas?

¡Despréndeme, atestíguame por la transubstanciación

de aquel reino sepultado!

¿No era atroz el amor en esas caras que ya han visto

el infierno desde el fósil de mi soledad?

En la humareda fui el primer huésped.

Ensimismado o errátil, se quiebra el sudario debajo de mi efigie.

Llueven sudarios en esta rajadura donde tiemblas huida,

donde guardan los restos de otro viaje encantado.

¿Qué nocturna Medea en esta anunciación de peligrosa alabanza?

¿Quién sobrevive a su paso por los tibios jardines?

Canta el niño ciego su dolor de pronunciarse

allí donde los ríos y el mar recogen vidrios de mi historia.

Inevitable este renunciamiento consagrado a un golpe de tinieblas.

Debajo de la piel, los huesos cantan.

Los huesos me ven.

¿Y hay catecismos de pavor que detengan a los desolladores?

La tribu arrastra los tentáculos del brujo.

Lloré hasta la lejanía del miserable en el umbral de una iglesia;

lloré hasta vaciarme los ojos en las islas del hambre y de la peste.

¡Bienvenidas memorias de tu transparencia en Orión!

Les di de beber el deseo y también la impostura

del disfraz más hermoso de este mundo.

Cada huella es un tajo de abismo, les repites.

Alrededor del camino sólo encuentras ataúdes

cubiertos por guijarros.

El emigrante perderá los vestigios de su recién nacida.

La anamorfosis del retrato inundará la hierba.

Yo he buscado la entrada, cumbre de los sortilegios.

He comprendido.

¿Por qué no cesa este llanto contagioso en las ventanas?

La letanía multiplicará mi silencio.

¿Y por qué no sube hasta aquí donde me nazco esfinge?

Mirada de trasluz. Hoy es la noche.

New York, septiembre de 2000



MELQUISEDEC
-Salmo 109-

Horas en que la lluvia sana
la herida inextinguible.
Ellos te engendran,
libándome como rocío diverso
entre sombras que vuelven al jardín,
que sueñan jardín antes de irse.
La redención cuida sus vientos de orfandad
y todavía escuchas el rumor
escondido de la tierra.
Quédate, luciente.
¿Y cuántas veces supimos restañar
el ojo en la tormenta
hasta exhumar las jerarquías,
los ritos, los linajes perplejos?

El cardo se desmembra
aun sin verlo.
Prestidigitador,
Sucede siempre en la aurora.

Victoria, Abadía del Niño Dios,
18-VI-2001



SOPLA EL DESTERRADO

Palabras tendidas a la tarde de un corazón que se enfría.
La música te desnuda, sacral y victorioso.
Has visto el resplandor entre las cruces.

Victoria, Abadía del Niño Dios,
19-VI - 2001



ESTANDARTE DE UR

La comparsa ríe

bajo la multiplicación

de una nube.

El muro es amuleto

de la lluvia.

Libre de presagios,

depositas tu cadáver

en un tajo de memoria.

Las burbujas incrustan

rehenes de dolor,

escorial de llagas.

¿Me condenas

al hormiguero de este porvenir?

¿Qué mares no nombré?

¿Qué jardín no estallaba

en mi cuerpo sin tregua?

Regresa el luciente

con la opalina azarosa

de la desventura.

Siglo a siglo

devoras el corazón

de las cenizas:

Las mordeduras vuelan.

¿Quién imagina las gradas,

las arterias, las circunvoluciones,

las artimañas de una casa

allí donde la sombra clausura

la Ópera Vigía?

Pregones abren la mudez,

salvan la diferencia.

Con una máscara de hueso

proteges al gusano.

Con la careta de trapo electrizada

astillas el límite.


DUDANTE O EL JARDIN AMURALLADO

Omnis qui se dubitatem intelligit, verum intelligit, et
de hac re quam intelligit certus est.*
Agustín, De vera religione, 39,73

Ensañada entre las cuerdas del abismo,

su boca absorbe lo que dejas.

Dice que han de incendiarse estos trigales

como antiguamente

la más turbia arena del fin.

¿Por qué la cara y el robo

de esa memoria entre los tréboles?

La verdad, lujuriosa madrastra, inventa

un desierto oscilante para escalar

la indecible vejez de la criatura.

Padre, lámeme las heridas.

Perro, lámeme las heridas.

Madre, lámeme las heridas.

Ya las manos son agua de sangre

de la noche de quien golpea harapos.

¿Y los ríos donde perder

el amarre de tus cercos de sombra

hacia el festejo de las pesadillas?

Dijiste que despertar era increíble,

entre jirones y metamorfosis.

Así extraviaste las piedras, los ríos de mármol

como cruces en el cuerpo de tus muertos.

Hubieras reclinado tu abandono

a los dientes del pájaro.

Era fácil caer, aun sin pronunciar tragedia.

Pálido doblez de un salto

que se anuncia en la noche

y sale por la alcantarilla.

Reparte sus juguetes en el funeral

de los amordazados al latido.

Invoca temblor y abre el muelle

del filoso en la ausencia.

Aplaudirían los siervos

la voz de aquel desconocido que se borra.

¿A lo lejos los desesperados,

los que sobrevienen en ataúdes concéntricos?

Son incompletos los trozos,

las bocas, el plañido, tus trofeos.

¡Qué testigos espían desde puertas lejanas,

esos astrólogos de ojos vaciados,

esparcidos entre el futuro de mis crías!

Me leían en el rayo.

Ellos bailaban.

¡Cuánto fin y comienzo

del hambre hasta la saciedad del baldío!

Risas como el suicidio de una marioneta.

Padre, perro, madre,

escalofrío de tu especie, sólo adentro,

¿por qué subes a la caliente mansión

con la leche perdida de una loba?

Apenas ardió

leíste en su rostro:

"Crucificado en la palabra."

Buenos Aires, agosto de 2001

__________

*Todo aquel que sabe que duda, comprende la verdad y está seguro de lo que comprende.


JAM SESSION

El resplandor sosiega en este lado.
Esperabas el lugar del resplandor,
no debe ser la palabra,
la lastimada.

Málaga, 18-II-1993