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MANUEL
VILAS |
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RESURECCIÓN
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1
MUJERES
No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillajes y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.
2 1977
Los pies desnudos de Patti Smith sobre el escenario, mientras su pelo esconde su anémica cara caballuna. Los labios macizos de Jimi Hendrix: un póster suyo en algún pueblo en ruinas de Aragón. La bañera donde hizo glub glub Jim Morrison en París. Las sandalias del 43 que calzaba Janis Joplin. Los cuelgues que se cogían los modernos de los pueblos de España escuchando a Pink Floyd, cuando el futuro no había venido. La peluquera deshidratada de David Bowie. La paz, la droga y la palabra de Jefferson Airplaine. La vida que nos prometió Bob Dylan mientras metía mano en los Levi´s de Joan Baez. Toda la voz de Lou Reed, glorioso Frankenstein del siglo XX. La Vespa de Roger Daltrey, con sus enormes espejos retrovisores. Sid Vicius, el más grande, el hizo una canción y se murió. Nico cantando con la Velvet Underground en el Max´s Kansas City y Warhol bebiendo una cocacola caliente. El beato John Lennon. Los Sex Pistols, eternos aspirantes al Premio Nobel de Literatura. Ian Dury, cojeando y sudando por el mundo, cantando siempre una canción de tres sílabas. Todd Rundgren, Kevin Ayers, qué habrá sido de ellos. El bigote de Frank Zappa, el miniculo de Mick Jagger, el chaleco de Jimmy Page y las lágrimas negras de Alice Cooper. Pero siempre los pelos de Patti Smith, la niña hermosa de pies largos y sucios. Semejante desfile de sombras me tuvo entretenido más de veinte años. Macarras, advenedizos, forrados y colgados. Inspirados, geniales y muertos. Estos tipos parece que no van a marcharse nunca.
3 ME LARGO ESTA NOCHE
Esta noche me largo. Un vuelo en primera al fin del mundo: África, Asia, América, todos los desiertos con palmeras, grandes cenas en grandes trasatlánticos. Una noche en Oslo, otra en Santiago de Chile. Una tarde en Pekín, otra en Kiev, exprimiendo este mundo hasta la última gota de vida. Esta noche me largo. Hoteles, taxis, bares, casas, ciudades de la tierra, voy a vosotras. Una mañana en Tokio, una noche en Ciudad del Cabo, el calor, el fuego, el descontento, la sed, una vuelta por el mundo; esta noche, me largo esta noche. Templos, museos, lavabos, banderas, escaleras, barrios perdidos, farolas muertas en ciudades horrorosas. Las playas, los calamares a la romana, los pobres, los ricos, la nada, el barro, el sol, la luna. Este mundo. No es inhóspito. Las faldas azules de las camareras de los hoteles. Las nubes desde la estrecha ventana del avión, Dios encima de una nube, descansando, abajo los inertes océanos con el vientre lleno de ballenas, de pulpos, de rodaballos, de sardinas tristes a la deriva, de viciosos peces transparentes. Esta noche viajaré en un avión gigantesco, a la velocidad de la sangre, quiero ver este mundo que se muere, las naciones bajo mis pies sucios, las cárceles, los gobiernos, las lenguas, las patrias, y yo arriba, al lado de Dios, al lado del sol y de las almas gastadas. Me gusta el hedor moral de este maravilloso mundo. Esta noche me largo. Mucho amor en el aire humedecido. Mucha felicidad en las manos radiantes. Mucha santidad en los ojos. Esta noche me largo.
4 LITERATURA
Los pies praguenses donde vivió Frank Kafka, y sus corbatas negras y sus sombreros y sus zapatos. El pelo enjuto de James Joyce, cuya mano quemó Dublín. Los amantes de Luis Cernuda, riéndose a sus espaldas. La esposa de Shakespeare, vieja y adúltera. Los ojos verdes y estrábicos de la enfermera jefe de la clínica en que murió Nietzsche. La mano de mujer que cogió los botines de piqué de Ramón Valle-Inclán y los arrojó por la ventana. La sífilis saltarina que Gustavo Adolfo Bécquer paseó por Madrid. La sífilis idéntica pero paseada por París de Charles Baudelaire. El padrenuestro que reza el fantasma de Rimbaud en una morgue de Marsella y Dios que se hace el sordo. El padrenuestro que reza Jorge Manrique antes de soltar la mano de su padre muerto. La risa de Quevedo mientras evacúa en una esquina de Madrid, en tanto rebota el mundo en su vesícula como una piedra verde. La madre con gota de Flaubert. La autopsia de Larra, su joven cerebelo. La carne de la máscara de Fernando Pessoa. La foto del padre de Dostoievsky en la billetera de Lenin. La cabeza muy grande de Rubén Darío, tan grande como su miedo. Las sopas de ajo que marea todas las noches el Manco de Lepanto con la mano buena mientras se mira con discreción la mano ausente. Los cien kilos secos que Oscar Wilde exhibe por los cafetines de París con orgullo marchito. La mano que aúlla de Pablo Neruda. El cadáver de Cela servido con guarnición de ministros. El gran desfile de la soledad de todos los tiempos, la soledad y sus palabras, la literatura.
5 NUEVA YORK
9
La vida es un fenómeno reciente en el universo,
la vida es la vanguardia, lo único interesante que ha pasado
en ese cielo de rocas heladas (trescientos grados bajo cero)
o rocas ardiendo (trescientos millones de grados) en los últimos
mil millones de años, esclavizadas rocas, condenadas a girar
en ese absurdo monumento, girando para nadie, porque nadie las vio.
Llevo a Walt Whitman en el corazón, en el gigantesco corazón,
dije.
Me está matando de sed.
Dormí con la ventana abierta, y como digo,
todo este poema lo dije en voz alta,
dije: el paraíso y la resurrección, demonio y fortaleza de la
resurrección.
Y no supe decir nada más pero estaba enamorado,
mucho amor, mucho poder en la cabeza, poder, poder, poder.
Las rocas universales girando allá en los cielos, vacías y criminales.
Mucho amor, amor amor, amor. Eh, estoy enamorado, eso es todo.
He sido muy feliz y os lego la vida.
Mañana resucitaré y me daré una vuelta por ahí.
Eh mira, mira ¿qué es esto? La vida. Es la vida.
* Notas, selección y comentarios
por Leo Lobos
Nota de edición Poema 1: Actualidad, mundo contemporáneo, violencia contra la mujer, contra las mujeres. Recientemente llamado como femicio, visionario. “Resurrección” es un libro dividido en siete partes, comienza en el Mac Donald’s de la plaza de España de Zaragoza y se cierra con nueve poemas de “Nueva York”, numerados y sin título. En medio hay muchas cosas: todo el mundo de Vilas, cargado de crítica, de ironía, de desgarro, de visiones entre complacientes y provocadoras del mundo urbano. Por cierto, un tema se impone al menos en dos ocasiones, como es “El nadador”; me gusta mucho ese inicio de “Puedes bañarte en Puyarruego”. Pero Manuel Vilas habla de muchas cosas: de las cajeras bonitas, de los bares, de un autobús urbano como el 42, de arrabales, de pueblos aragoneses, de un viaje a Venecia, de personajes que escriben una suerte de biografía como Doug Yule, "un tipo que tocó, // cuando todo estaba acabando, en la Velvet Underground"; reflexiona sobre la literatura, como se ve en “Michaud” (creo que se refiere a Henri Michaux), donde habla mucho de lo antipático que cae en España Joyce y su “Ulises”, habla de Kafka, Ezra Pound, de Cernuda (al cual le rinde un homenaje en “Alguien habla de su tierra”), de canciones, de Lou Reed, Patti Smith… El mundo que propone Manuel Vilas, sustancialmente, es conocido, e incluso ese procedimiento narrativo, que recuerda un poco –sobre todo en los poemas en verso- a los versículos extensos de Walt Whitman en “Hojas de hierba” y a Charles Bukowski poeta, por su forma de mirar y su construcción tan narrativa.
Nota de edición Poema 2: ídolos contemporáneos, Siglo XX, y nuevamente Manuel Vilas da con un tejido de cultura pop, rock and roll, y hard rock de temer, una selección internacional de la elite de la música popular inglesa y norteamericana de finales del XX y comienzos del siglo XXI. Aquí sin duda incluiría a Charly Garcia, Nito Mestre, Gustavo Cerati, y Andrés Calamaro y cuantos más de la sur América. Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, España, 1962) un poeta impecable e implacable, imprescindible, magnífico y deslumbrante, sarcástico e intenso, corrosivo, vitalista y tantas otras cosas que estas líneas pueden sólo apuntar, el personaje arrollador desde el que habla el poeta plantea en los poemas de Resurrección, XV Premio Jaime Gil de Biedma de la Diputación de Segovia, España, editorial Colección Visor de poesía, España, 2005, una sugestiva y arriesgada propuesta poética y un estado de conciencia en el que nos reconocemos.
Nota de edición Poema 3: Es interesante vernos como parte del fin del mundo al que quiere largarse Manuel Vilas, me agrada, la selección tiene que ver con esta empatia que el poema presenta. Muchos chilenos también inconcientes de esta condición de lejanía del territorio físico en el que siempre han habitado la lectura produce una serie de relaciones y asociaciones muy particulares. (Por favor ejerciten la lectura del poema en voz alta, puede ser leído a una voz mediana, no es necesario gritarlo, leerle al oído a alguien por ejemplo: sabes me largo esta noche…). Nos comenta el critico español Francisco Díaz de Castro: “Tanto en sus estampas urbanas –Zaragoza, Madrid, una Venecia nada venecianista, la Nueva York en la que desemboca el libro, etc.– como en los interminables recorridos que organizan la metáfora básica de este homo viator (“Estoy cruzando la tierra, le dice al gasolinero”), así como en su particular homenaje a la literatura y a la música de las que se ha nutrido, Manuel Vilas acierta a ser emocionante dominando una torrencialidad muy efectiva (“Toda esa gente en la que me convierto para no morir,/ para resucitar y reír y amar”); compone una crónica irónica de su generación en “vida española”, satiriza ciertas solemnidades líricas de diverso pelaje y, sobre todo, desde la celebración y desde la denuncia, afirma un vitalismo vehemente que resulta decisivo y que encuentra su más amplia y matizada expresión en los nueve poemas de “Nueva York”: “He sido muy feliz y os lego la vida./ Mañana resucitaré y me daré una vuelta por ahí./ Eh, mira, mira, ¿qué es esto? La vida. Es la vida”.
Nota de edición Poema 4: nuevamente ídolos de la literatura universal, excluyendo la literatura china, hindú, la oriental y a Ezra Pound. La fundación Pablo Neruda y este verso sobre la mano aulladora de Pablo Neruda, son imágenes que como lector vienen a mi pensamiento en asociación, en la constelación de autores a los cuales se refiere el poeta español Manuel Vilas. La soledad del trabajo creativo, serio, vital, la soledad y palabras como estas. Ante la pregunta -¿Qué significa para usted haber ganado el premio Gil de Biedma?, Manuel Vilas contesta: “Me encanta. “Pandémica y celeste” de Jaime Gil de Biedma es uno de los grandes poemas de amor del siglo XX y uno de mis favoritos. De él me interesa mucho la pasión la claridad, la representación exacta de los sentimientos, su enorme inteligencia y su facilidad para decir la verdad en cuatro palabras. El galardón me produce una gran satisfacción por el nombre del poeta, que marcó mi aprendizaje, y por el prestigio del premio, que además se publicará en otoño en Visor, en una editorial mítica”.
Nota de edición Poema 5: Y nos dice más ante la pregunta ¿Establece usted diferencias entre escribir prosa y poesía?: ”No es fácil contestarle a eso. La prosa es más analítica, puedes articular un discurso más reflexivo y a la vez más narrativo. Y la poesía es canto, exaltación, música”. ¿Ya sabe por qué escribe?: ”Intento escribir todos los días, aunque sólo sea una carta. Me falta mucha disciplina, tiendo a vaguear, pero creo que ahora, tras mucha búsqueda, tras muchas tentativas, puedo responderle: escribo por amor a la vida. Y tengo la certeza de que la gran literatura es canto a la vida siempre”.
Edición desde San Pedro de Atacama, Chile. Marzo de 2008 por Leo Lobos.
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Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) |
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