CELOS QUE MATAN PERO NO TANTO
“Hombres de
mala ley, animales de mierda
que no son
capaces de hacer nada que no sean desgracias”
García Márquez
1
Ya había visto sus ojos en los
tuyos que no me miran que se mueren por verla.
2
Era un desliz definitivo.
Desde un bolsillo de secretos un nombre de mujer tu letra un número la
prueba final en la estructura mítica del héroe -consultar Villegas,
Juan- desde el bolsillo esa mujer ese cuerpo de tus delitos.
3
Mañana marcaré ese número.
Repetiré la operación hasta dar con esa palomita. Pienso decirle menos
cosas de las que pienso. Pero a ti te lo advierto nos encontraremos los
tres y sean cuales fueren los resultados te lo prometo aquí va a haber
un muerto habrás un muerto en la familia querido mío.
4
Como ves o como no ves estoy
pendiente de ti. Estoy el colmo de ti.
5
He aguzado el olfato para
husmearla mejor en tus camisas en los jardines de tu pecho. Si captaras
la sutileza de mi oído qué magnífico espectáculo pegado a las puertas el
ojo a las cerraduras como el náufrago a su tabla y todo el océano para
él solo.
6
Todos mis sentidos alerta
pueden reconocerte a una distancia de metros bajo una niebla de película
en pleno centro de Santiago a las doce del día en medio de la gente
animal. Todos mis sentidos alerta. Dije todos menos el sentido del
humor.
7
Cuídate de mí, maldito, porque
te amo.
8
Más vale que te cuides. Tú
sabes una caída en la ducha esas son caídas fatales me entiendes un
remedio demás o equivocado te fijas un accidente casero cualquiera tiene
en la vida arreglabas un enchufe y ¡oh, sorpresa, Fiat Lux! me
comprendes o el cuchillo de cocina guardado adentro de la cama o el gas
lento pero seguro no olvidemos. Por eso cuídate mejor que te encuentre
confesado oleado y sacramentado y todo si te descubro amadísimo héroe.
9
Te acaricio te araño con
táctica felina porque estás mintiéndome porque te juro lo sé todo aunque
no digas ni pío.
10
Tardaría la noche entera
enumerando los espantos que te haría si se confirmaran mis-según tu
miserable opinión- infundadas sospechas. No tienes idea la de horrores
que soy capaz, mi vida, la infinidad de maleficios que prepararía en la
cocina hasta dar con esa pócima que te pusiera fuera de combate.
11
En esta guerra sangrienta las
matemáticas están claramente de tu parte, yo soy una y una no es
ninguna. Ante una ventaja así, no cabría más que deponer esas armas con
las que no cuento y saludarlos con mis mejores deseos: que sean
tremendamente infelices, que se pudran. Quiero que reciban
periódicamente a la cigüeña cargada de imbunches, que no falten al
himeneo las reinas de la muerte, las parcas de infalibles tijeras ¡Oh,
Mnémesis, diosa fantástica de la venganza!
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