RUBÉN SICILIA
Visiones de una Poética
“El arte es una invitación a imaginarse otra realidad,
O sea a criticar y a transformar la existente.”
Pensamiento Cultural Europeo. Dos Tomos. Criterios, La Habana 2013
Eugenio Barba ahora tal vez en el cenit de la experiencia y sabiduría colectada por sus años de recorrido, afirma que el director francés Copeau, cuando ya era viejo, solía decir que el trabajo teatral le parecía a fin de cuentas un derroche: para ser un buen actor o una buena actriz sirve el ingenio, el celo, la perseverancia y el rigor que se necesitan para hacerse santo. Entonces, ¿por que no hacerse santo? Esta pregunta aparentemente ingenua, encierra más de una encrucijada. Sí nos dejamos estar por un momento en esta cadena de reflexión, podemos penetrar en implicaciones muy profundas. Tal vez el más alto sentido del arte. Los ideales que persiguió más o menos conscientemente Grotowski durante la mayor parte de su vida. Y el propio Stanislasvki, de quién algunos sospechan su conexión con George Ivanovich Gurdjieff, un maestro espiritual de alcance muy singular. Sea esto así o no hay una línea de investigación en el arte del actor que se mueve hacia zonas muy profundas de la consciencia y el ser. Aquí se indica el rango posible de alguna de nuestras más profundas motivaciones creadoras. Mi vivencia en el proceso de creación me ha dado una respuesta, probablemente parcial y limitada a mi propio camino. Pero al fin y al cabo una respuesta. ¿Por qué ser actor a pesar del sobreesfuerzo en apariencia estéril? Porque el actor tiene como nadie la posibilidad de compartir, servir, legar, transmitir, pasar simultáneamente vivencia y conocimiento. Corazón y cabeza. Y el santo a menos que se vuelva maestro, tiene limitaciones aún con su grado de conciencia. El actor puede transmitir un sentido de belleza que solo a él es posible. No en balde Swami Vivekananda decía que las tres profesiones bendecidas por el inmenso son el arte, la medicina y la pedagogía. ¿Será posible la búsqueda de un sentido artístico que este impregnado de estas tres disciplinas? ¿Un camino que en definitiva trasbsustancie, lo onírico, lo surreal y lo cotidiano en una mirada que haga valer la belleza aún en la fealdad? Lo sublime en medio de lo vulgar, lo ideal en medio de lo material, la perfección en medio del caos. Del fango nacen las rosas, dice un antiguo axioma de la tradición occidental y otro aquellos polvos trajeron estos lodos, pienso que en el espacio entre uno y otro axioma se presentan las correlaciones de la vida vertiginosa de hoy. Podemos entrever en sus enunciados como las cosas en este mundo tienen una subterránea conexión que no siempre logramos ver. Una cara y su contraparte como si la paradoja fuera parte inextricable de todo lo que nos rodea. El Teatro debe reflejar este estado de cosas.
El camino del arte como sueño de perfección tiene implícitas muchas similitudes posibles con el camino del monje, del santo, del iluminado, pero también del poeta tal como lo entendían los antiguos, lo he afirmado en otros artículos. Tal vez en el principio fueron la misma cosa. Es esta una poética muy cercana al origen. Tanto para un músico como un bailarín. Tanto para un actor como para un director, a cierto nivel los límites entre el artista y el hombre de sabiduría pueden desaparecer. Esta actitud implica aunque parezca demasiado, aunque parezca fuera de las exigencias del teatro, una renuncia consciente a los frutos del genio…la chispa del genio suele ser fulgurante y fugaz, atraviesa el éter dejando una estela pero se quema a sí misma, más el espíritu de búsqueda de lo sabio no, aquí se insinúa el más alto logro del camino del arte. Pienso por ejemplo en un director como Peter Brook donde se insinúa tal vez uno de los paradigmas más altos de la sabiduría escénica. ¿Qué tipo de sabiduría? La que viene del conocimiento y la maestría capaz de lograrlo. Sabe lo que hace y por que, mientras el genio solo es capaz del proceso de creación. Por supuesto que es un camino mucho más largo y estrecho y que ha veces lleva años fraguar. Por supuesto que es un camino reservado a unos pocos. Esto solo es posible a través de una poética consciente…una obra verdaderamente grande debe trascender o más bien elevarse por encima del artificio y la formalidad. Por encima incluso de la más alta artesanía, aunque la incluya como aspecto imprescindible. Esto quiere decir que debajo de la estructura o habilidad para conducir los sentidos del espectador, que por supuesto debe dominarse, tiene que existir un piso humano, una vena vital, que conmueva, sacuda y conmocione al espectador en sus esencias más humanas. El teatro debe ser en este acto, tanto una alucinación sobre el destino del hombre, como un shock de terapia social…algo de esto se percibe en una entrevista alucinada de Artaud en YOUTUBE titulada Teatro de la Crueldad…más lo que era un delirio en Artaud puede ser algo sistémico para nosotros a los que por ley de vida y por acumulación en el tiempo nos ha sido revelado mucho más conocimiento operativo. Vemos hoy, desde un presente otro, el montaje decisivo de El Príncipe Constante de Jerzy Grotowski y aunque nos impresiona el trabajo de Cieslak en el extenuante monologo final, no podemos dejar de pensar que hoy se puede llegar mucho más lejos y alto… ¿No está a nuestra mano todo el reservorio de conocimiento que estos maestros nos legaron? ¿Toda una cultura del viaje del actor y sus implicaciones? Y conste que aún que soy un sincero admirador de las ideas de Grotowski, soy muy consciente de que no podemos ser miméticos. Primero porque no soy polaco. La cultura que me ha dado el ser impone otros códigos. Segundo la velocidad y percepción de la vida han cambiado. Tercero, existen nuevos fenómenos emergentes tanto en el campo de las ciencias, en el equilibrio del planeta, como en la estructura misma de la civilización. Eso sin contar, los procesos globales de eso que llaman crisis. Aquello que inicialmente era una intuición en los setenta acerca del trance del actor, se vuelve hoy, bajo las condiciones existenciales presentes algo cada vez más palpable… ¿Pero que es una poética bajo esta luz, a ver ?Dice el diccionario: « arte de escribir en verso. Tratado de los principios y reglas de la poesía ».Esta definición es general y nada concluyente. Para mí una poética es el sistema de creación que cada artista adopta. No el método que es solo un procedimiento, una forma. Lo cual plantea per se una relación arte-vida. En la cual se descubren los secretos de la técnica -sí existen- y se estudian a fondo los principios. Cada poética plantea principios y fundamentos diferentes porque es obvio que cada artista tiene una meta diferente a alcanzar, persigue un sueño diferente. Cada época plantea también sus propios enfoques. Stanislasvki, busco toda su vida mostrar la vida del espíritu humano. Brecht, intento hacer del teatro una vía para la transformación del hombre. Toda la pléyade de directores-pedagogos de principios del siglo XX, persiguieron un sueño diferente de como el teatro debía ser. Algunos fueron estrellas rutilantes de una galaxia desconocida hasta entonces: la avanzada del pensamiento teatral renovador, algunos fueron solo estrellas fugaces… ¿Quiénes dejaron una huella en el cielo realmente? Solo unos pocos, porque hay una diferencia entre el genio y la sabiduría, como ya indicamos, el genio es efímero pero la sabiduría cosecha frutos permanentes. Lo ideal para otros es tal vez conciliar el genio y la sabiduría. Es difícil asegurar el predominio de una cosa o la otra y ni siquiera eso es lo verdadero e importante. Porque no debemos olvidar que el teatro también es servicio. Lo cierto es que en ese recorrido, estos hacedores abrieron hallazgos, metodologías, procedimientos para los que vinieron después. Todavía hoy viven a través de nosotros. Y esos hallazgos conforman el teatro de nuestros días como una presencia insoslayable. Grotowski, no en balde nos habla en la última etapa de su investigación del « arte como vehículo », una vía para acercarse a la causa fundamental de las cosas. ¿Y alguien se atrevería hoy a soslayar el nexo profundo entre Stanislasvki y Grotowski? De este modo, el artista creador ha de buscar durante toda su vida un ideal estético que visualiza a veces más consciente otras veces de modo intuitivo. Este ideal estético es lo absoluto para él. Pueden llegar a ser visiones homólogas a las reveladas para los rishis en antiguos textos como los Upanishad. Poesía en un estado puro. Como la visión descrita por el dramaturgo Le Carriere en el proceso de creación del Mahabharata, junto a Brook, el director británico antes citado, una de las pocas personalidades vivas parangonable a Grotowski y que más influye en el teatro reciente. Hoy día cuando la velocidad de la vida toma ribetes vertiginosos, el planeta reacciona agotado ante la expoliación reiterada de sus recursos y en fin la vida toda lanza un grito por la recuperación del antiguo equilibrio perdido, la búsqueda de una poética que responda a estos signos implica per se una enorme síntesis. Tal vez la aspiración de salvar antiguas brechas. Entre lo arcaico y lo futurista. Entre lo esencial y lo cotidiano-epidérmico. Entre lo instintivo y lo espiritual. Entre la cultura propia y el cruce de culturas. Entre lo científico y lo atávico, una tendencia a conciliar pares de opuestos que nunca antes tuvieron afinidad. Se esta fundando una nueva percepción de la vida. Incluso una nueva percepción de la cultura. Ya lo he afirmado en otros textos. O más: una nueva percepción de la civilización.
Vivimos una espiral peculiar en el curso de la historia humana, tras el año 2000, que parecía inalcanzable en nuestra juventud, se han despertado muchos fenómenos emergentes, tal vez como una encrucijada de la civilización. Un hito tal como lo fueron Las Cruzadas, la Reforma y la Revolución Francesa. Una encrucijada donde modelos opuestos del mundo la cultura y la civilización están entrando en colisión con una mayor vehemencia que nunca antes. Ya no tanto con el acento de una guerra total, sino más bien a través de guerras parciales cíclicas, o en otro sentido con el refinamiento aparente derivado, de un cataclismo económico, existencial y ecológico, que no por cambiar su naturaleza reduce su proporción. Hay quienes hablan ya de una cultura de la crisis mas que una crisis de la cultura y esto por supuesto, pone en duda los cimientos mismos de la civilización. Lo cierto es que la violencia parece intrínseca a la vida y la civilización en todas partes. Aún con los avances inconcebibles y difíciles de medir en el enorme impacto que prometen, en cuanto al campo de las ciencias de vanguardia, nanotecnología, física de las partículas, biotecnología, etc, el poder destructivo de la actitud humana parece multiplicarse en vez de reducirse con el conocimiento. Por fortuna hay algunas tendencias contrarias a esto, en paralelo, en algunos sectores de la población mundial.
En que medida todo esto es tal como lo vemos ahora, no lo sabremos en varias generaciones. De cualquier modo creo debemos allanar el camino a través del arte para el conocimiento tanto de lo más sublime como de lo más cruento de la naturaleza humana. Creo que este conocimiento, en sí mismo es lo único que puede preservarnos de la extinción como especie. La violencia y el instinto atávico no deben prevalecer. El arte de hoy, debe abrir una brecha en el muro, mostrar espacios donde es posible que el lado luminoso de nuestra condición prospere, perviva y fructifique. No puede evitar tener una visión iconoclasta sobre una vida que en efecto no es perfecta ni con mucho, debe y puede desmontar las relaciones humanas, ver las esencias de nuestros conflictos y su posible evolución. Debe apostar así, por caminos donde se muestren realidades superiores, atisbos lo más visibles y concretos de las mejores posibilidades de la humanidad. En lo personal y orgánicamente a lo expresado, siento una profunda inclinación a asaetear la realidad, encontrar sus puntos de ignición, como si toda misión posible consistiera en descubrir estos nexos y relaciones, porque la realidad en todas partes dista mucho del paradigma humano. Así debe revelarse esta mirada, como quien revela secretos escondidos. Cito el Sheper na Zohar ya que me agrada evocarlo: Desgraciado de mí si revelo los grandes misterios, desgraciado de mí si los dejo ignorados. Abriendo por esta vía, la conciencia del receptor a todo aquello que acontece día a día. Nada más hay que recordar los titulares de noticieros a lo largo y ancho de todos los países. El prisma inconcebible de nuestras absurdidades cotidianas.
Todo lo dicho, trae una nueva percepción como respuesta o replica todavía no con el vigor suficiente, pero si tímidamente consciente de la necesidad de un vuelco para defender eso que llamamos civilización. Aunque lastrada aún por una brecha profunda entre lo espiritual y lo material, esta percepción avanza muy quedo. Así, aunque la cuestión de la poética es sin dudas un asunto individual como lo fuera antes, hay algunas constantes a través de las cuales podemos entrever las bases de una poética contemporánea. El teatro se convierte en un cruce de culturas, “un museo viviente de referentes” donde se dan cita tanto la memoria de los pueblos, como la necesidad de diálogo entre culturas bien diversas. Y no aspiramos a un museo en el sentido de una vitrina, empleamos la palabra museo como salvaguarda de la memoria, pero pensamos obviamente en la presencia de culturas vivas, en dialogo abierto y franco. No deben estallar signos o símbolos de muy diferente fuente originaria que colisionan entre sí como hasta ahora. La cultura de este siglo tiende a fusionar todas las fuentes posibles. Tanto a nivel del objeto escénico como de la relación entre la música y el actor, como elementos de una época y otra, como en otros diversos órdenes de la percepción. Lo heteróclito y lo yuxtapuesto alcanzan cada vez más presencia. Este aire, esta respiración contemporánea pone por delante una serie de necesidades subyacentes en la conciencia colectiva, que muchos artistas perciben y tratan de satisfacer con toda la fuerza de su estética.
En una conversación con Vicente Revuelta (recientemente desaparecido y a quién muchos añoramos como una de las voces más originales) el padre del teatro cubano y a la vez artista genial, actor y director extraordinario, decía que ya para él, el teatro no tenía igual sentido. Que cada vez más se sentía atrapado por leer y cultivar poesía… ¿Pero acaso no tienen el teatro y la poesía un vínculo profundo desde su mismo nacimiento? ¿Acaso no es la poesía una forma distinta de percibir la realidad y esta forma puede y debe ser llevada al teatro? ¿Puede existir teatro sin poesía? ¿Cuál es en efecto la esencia de eso que llamamos poesía? Tal vez en esta afirmación radical y tal vez intuitiva, de él maestro Vicente, se hallan contenidas una serie de tendencias sutiles que hablan del agotamiento de códigos de comunicación. Del agotamiento de un modelo invasivo, tal vez hegemónico de la cultura y el despertar de una inclinación al diálogo entre culturas de fuentes originarias muy diversas. Y sin los folklorismos de aproximaciones anteriores. Lo que parece una catarsis de Revuelta en su experiencia personal, tal vez encierra cierta intuición de retornar a fuentes perdidas. Expresa una tendencia colectiva. La búsqueda de una poética es entonces el proceso a través del cual el hacedor encuentra y desarrolla las herramientas necesarias para este fin, que casi siempre rebasa o trasciende sus posibilidades racionales. En donde el artista debe usar, no solo lo que es sino lo que sueña ser. Este proceso esta centrado en varias coordenadas, que pueden ser explicadas a partir de algunas preguntas-clave:
- ¿Para quienes y como trabajamos?
La primera cuestión que surge ante nosotros como un punto de vista tradicional y al mismo tiempo actual es el origen del concepto de teatro. A saber. Theatron, que en griego significa: el lugar donde miramos una acción que se nos muestra en otro lugar. Esto es que en la experiencia teatral hay desde su origen cierta condición de transportarnos a un lugar supra o sub-real. Aquí saltan a la vista dos posibilidades básicas. La acción de mirar, el artista como voyeurs, condición esencial ante un hecho teatral. Una condición que en definitiva viene de la vida y se trasvasa al teatro desde cierta actitud existencial. Algo que se deduce debe atrapar nuestra atención. Y el hecho de transportarnos mentalmente a otro lugar. El ser humano no es solo lo que hoy presenciamos, sino todo lo que la memoria de la raza trae, y mucho, mucho más. Esto evoca a mi juicio un salto de la imaginación que sobrepasa los estrechos marcos del calcado de la realidad. Desde este concepto original, la base misma de la tradición teatral se nos propone como algo poético, trascendente y que supone una estilización de la realidad de alguna forma. La realidad debe siempre ser superada por el arte poético. Ahora bien… ¿Cómo es posible hoy día encontrar este prisma precisamente en el teatro?
Los problemas de la forma y la comunicación son aquí y desde siempre interdependientes para el artista. ¿Cuál es el espectador que busca este punto de vista? La lucha por labrar una forma que se visualiza en la mente como paradigma implica una alta concentración y un esfuerzo investigador por encontrar nuevos códigos. Los códigos conciernen a la dinámica de la vida actual, y al lugar o cultura que se pretende reflejar. Sí, el teatro es espejo de la realidad: pero no necesariamente un espejo reproduce la realidad tal cual. Hay diferentes tipos de espejos. Tal como en la casa de los espejos de un parque de juegos, los espejos ofrecen diferente refracción de las imágenes. Algunos distorsionan, otros abstraen y otros estilizan. Este proceso se repite en diferentes períodos de creación, estilos o poéticas e implica la dialéctica tradición-ruptura, tanto como el trabajo sobre uno mismo. Igualmente implica una percepción de la realidad, que debería ser honda y penetrante en todo artista. Sea cual sea la visión. Pero también implica por parte del director o dramaturgo sobre todo, un conocimiento del espectador con el cual dialoga. ¿Qué es el teatro como mecanismo de transmisión-recepción del saber, como foro político o similar como ágora del demos, como salón de terapia, como lugar de juego, como espacio de libertad, o como espacio de sagrado culto, como escuela esotérica o como mucho más? ¿Es solo una de estas cosas o todas estas variables y muchas más a la vez? Obviamente no hay que ser demasiado perspicaz para entrever la última de las posibilidades como la más deseable. Digo, la que incluye todas las posibilidades, pero eso es a todas luces algo extraordinariamente difícil sino imposible.
El fenómeno de la recepción aún hoy no ha sido estudiado en todos sus aspectos, tiende puentes misteriosos y dados a la especulación, casi al borde de lo que algunos denominan fenómenos parapsicológicos… ¿Qué sucede en verdad en la sala obscura que se crea durante cierto tiempo una suerte de consciencia colectiva? ¿Cómo se transmiten estados de exaltación o percepciones similares y a veces opuestas? ¿Cómo una persona puede experimentar el mismo día una obra de una forma y otro de forma opuesta? ¿Cómo en diferentes días de función la misma pieza puede causar impactos diferentes? ¿Qué hace crear una fuerte empatía con algunas obras y otras no? ¿Es simple identificación o una suerte de hipnosis grupal? ¿Cuáles experiencias transita el grupo y cuales un individuo en particular? ¿Hay aquí algo semejante a lo que en ciertos rituales se denomina una cadena de transmisión? Esto es, energías que se comparten entre algunos grupos de la sala y otros no…
El murmullo, el cambio de ritmo, las reacciones reprimidas, las miradas silenciosas de un espectador a otro, un cambio de respiración, un sollozo apenas controlado, fluctuaciones aparentemente imperceptibles a los diversos momentos de emoción de una obra intensa pueden ser observadas por el ojo avisado de un director experimentador. Y con eso se puede componer, marcar, reforzar, suavizar, etc un fragmento o momento de partitura escénica dándole un sesgo cualitativamente diferente que produce otro impacto de percepción.
En cada nuevo estreno, si se me permite citar mi experiencia personal por un momento, estoy atento a todas las señales, reacciones y sensaciones de los espectadores. Estudio y aprendo de manera infinita, observando en cada función desde platea, incluso cambio de posición metódicamente para ver la obra desde diversas perspectivas. Escucho el comentario de algún espectador imprudente, emocionado o desbordado y todo eso me sirve como un conglomerado peculiar del cual extraigo lecciones que pueden llegar en el curso de las funciones hasta cambiar toda una secuencia de acción. Su ritmo, su cualidad y la imagen que se proyecta en definitiva. Entender el teatro como proceso bajo esta luz, es vital para mantener siempre la obra abierta al crecimiento y desarrollo. Esto parece demasiado, pero no lo es. Nunca lo es. La percepción de la belleza hoy pasa por nuevas formas, que se conectan a un nuevo vórtice de la vida. Hay otra vibración de la vida.
El lado positivo de eso que llamamos caos contemporáneo es sin embargo que cuanto más vertiginosa, desfasada o disfuncional se hace la vida en torno nuestro, cuanto más se intensifica la brecha entre lo material y lo espiritual, cuanto más aguda se pronuncia la diferencia entre el progreso y su costo ecológico en la vida de hoy. Más gente se hace perceptiva de lo insostenible de esta situación, de que es un camino que va a ninguna parte. Y de que es imperioso encontrar alternativas a ello. El teatro actual tiene la ineludible misión de mostrar estas coordenadas. No como un sermón humanista-ecologista de último cuño cosa que produciría seguramente un efecto adverso. Sabemos bien por propia experiencia cuan saturados estamos hoy día de todas las retóricas. Sino con el poder de imágenes de gran belleza en la puesta en escena y con el poder de fraguar un texto dramático incandescente, con un nuevo sentido poético afín a la vida de ahora y cargado de meandros existenciales que permitan mostrar las esencias profundas del hombre contemporáneo.
- ¿Qué resultados de relieve estético soñamos alcanzar?
¿Qué es hoy lo estético? Orgánicamente dependiendo de esta vida vertiginosa de hoy surgen al paso nuevas nociones de la belleza. Hay un malestar indefinible en la cultura, como si lo que antes fuera fealdad, fuera incluido en las nociones de este tiempo. Como si descubriéramos el valor cotidiano de antiguos axiomas, como el ya citado “del fango nacen las rosas” O otros que expresan también la paradoja de la vida: “Dios escribe recto en letras torcidas”, u otro aún de más sugestivas connotaciones: “Cuando estas en la barca se mueven las orillas, cuando estas en la orilla se mueve la barca”. No cabe duda que la noción misma de lo estético va de la mano con los cambios en la conciencia universal. Y estos cambios tienen que ver cada vez más con el sentido de lo paradójico en la vida de hoy. Con las agudas permutaciones en el ritmo de la vida. Parecemos estar en la encrucijada entre lo arcaico y lo ultramoderno. La noción de un sueño de belleza es aquí idéntica a un sueño de poesía. Así fue tal vez en los orígenes, tanto de eso que llamamos cultura occidental como en las tradiciones orientales tal vez con una forma opuesta. Lo que indica el deseo de cierto salto atrás latente, por un lado. Y por el otro atisbos de una nueva concepción de lo futuro. No se puede renunciar al mundo de saltos agigantados que nos proyecta hacia nuevos horizontes de civilización. La poesía como principio originario en Occidente estuvo vinculada tanto a lo apolíneo como a lo dionisíaco, en el mismo sentido y más hacia el principio estuvo igualmente vinculada tanto a lo atávico como a lo primordial. Igualmente que en la cultura oriental de diversos pueblos de Asia, estuvo vinculada a los cantos y mantras religiosos tanto como al diseño intuitivo de templos, criptas, catacumbas y muchos otros espacios sagrados. Es desde el más remoto brote original, en primer lugar, tal vez algo muy arcaico que se sumerge en la noche de los tiempos y nos coloca ante el origen humano y civilizatorio. Y ante el porqué de muchas cosas inmemoriales. En una edad muy temprana el hombre desarrollo su percepción de la belleza, el arte rupestre de las cuevas da evidencias palpables de ello, pero creo hay aquí mucho más. El despertar de la conciencia introducido evidentemente en edades tempranas del hombre por el conocimiento revelado a los chamanes. Ya la voz interior revelada en los relatos de los hombres de sabiduría lleva implícita en forma rotunda una celebración de la belleza de la vida, la naturaleza y el hombre. Ciertos estados extáticos en diferentes culturas describen una y otra vez el súmmum bonum de esta vivencia, su alcance, extensión y significado profundo. Desde la vivencia de la luz idéntica en muy diversas tradiciones hasta la experiencia común del viaje a diversos mundos descrita también en varias culturas. Es decir, que cuando el hombre tuvo por primera vez experiencia sensible y mística de la voz de la conciencia interior, de un contacto verdadero con su intuición profunda, la experiencia del alma en sí le trajo vinculada una profunda y completa experiencia estética que se empezó a derramar como un vaso alquímico concentrado a otras áreas de su vida. Hablando aún más directo una consciencia iluminada no puede evitar encontrar belleza a su alrededor aún en circunstancias precarias o adversas. Esto es, algo que gravita per se en la visión de un teatro que intenta avanzar hacia una noción de belleza íntimamente vinculada a lo ontológico. Todo esto gravita en la mirada actual hacia lo estético una intima vinculación entre lo ancestral y lo urbano, entre lo futurista y lo originario. Entre lo ultramoderno de una velocidad inconcebible y la recuperación del espíritu originario de las cosas.
III-¿Qué sentido tiene un teatro de tal naturaleza para el aquí y ahora?
El teatro cual una alfombra persa de diseño maravilloso tiene mosaicos de tejidos multicolores, infinitos, y sus posibilidades de organización y sentido son casi inagotables. Una imagen que también me recuerda la construcción efímera de los yantras tibetanos (mándalas para la meditación) que hechos con polvos multicolores y con una paciencia inmensurable se destruyen unos instantes después de terminados en manos de los propios monjes. Como si fuera la geometría de la creación, que constantemente es sometida a transformaciones. Hay una identidad secreta entre esos yantras y cierto tipo de espectáculos…Este carácter efímero, este pasar dejando apenas una huella en la consciencia lo tienen también todas las formas y poéticas teatrales.
Hay un sinnúmero de razones por las cuales se hace teatro. Motivos que vienen tanto de la razón como de zonas profundas del propio ser. Ya apuntamos algunos antes en este artículo. Y todas son válidas, aunque todas o casi todas conduzcan a resultados cualitativa y estéticamente diferentes.
Sabemos por experiencia y por la tradición que el teatro no puede cambiar a nadie, pero también sabemos sobre todo por la experiencia que tiene el poder de transportarnos a mundos desconocidos con una fascinación potencial. Ya sea elevándonos por encima de nuestra cotidianidad, o por el contrario haciéndonos descender a los infiernos de la naturaleza humana. Y en ambos casos, dejando entrever la antigua ley: Contraria sum complementa.
Pero aunque se sabe que el teatro no puede modificar la conducta humana si puede influir en nuestro espíritu. En nuestra conciencia, en nuestra percepción, en los movimientos sutiles de nuestro ser y dice el monje carmelita Anthony de Mello, de carisma peculiar y conocido por sus parábolas: Cambia la percepción y cambiarás la reacción. Algo que no es nada trivial…creo que de esta clase de servicio se habla cuando se piensa en el teatro como servicio. Servicio es todo aquello que contribuye al desarrollo o despertar del conocimiento espiritual. Un espejo que permite al hombre descubrirse a sí mismo. La más grande de las necesidades del espíritu humano según Sócrates…
¿Pero cuáles son las claves para que este servicio se haga un hecho dentro del hacer de una poética? ¿O tal vez de un modo de entender la realidad?
- Composición a través del espacio-tiempo
- Composición a través de la relación espectador-actor
- Composición de los elementos de la puesta en escena
Este primer eje plantea per se el primer problema a que se enfrenta el director en el abordaje de una nueva puesta en escena: ¿Cuál es el espacio-tiempo donde ocurre la acción? Y esto es así aún en una mise en scene que ignore las leyes del realismo. O más aún en ese caso, cuando el espacio tiempo se transforma en diversos espacios evocados o transportados a la puesta en escena, la noción de espacio tiempo se abre a las posibilidades de lo maravilloso, lo surreal, lo extraordinario y se desata un nivel inusitado de nuevas metáforas que redimensionan la acción. Por ejemplo: en El Cerco, una de nuestras puestas en escena de los últimos años, los personajes traen en imagen como una hipérbole de la realidad múltiples espacios, solo modificando las estructuras de los 3 parles con los que se arman composiciones diferentes, (YOUTUBE, Teatro del Silencio, Rubén Sicilia. Video) a saber:
Un barco y una vela en la orilla del mar
Una cuadra de caballos
Una mesa de banquete
Caparazones de insectos
Una suerte de barrera
Y otros muchos.
Estos espacios-tiempo atraviesan la anécdota de la obra (tres deambulantes que medran en un basurero) y la redimensionan abriéndola a múltiples asociaciones…más allá del realismo y en franca aproximación al sueño poético más alto y plausible. En el mismo sentido aquí operan los saltos atrás, saltos adelante (flask back, flask forward) un fenómeno probablemente asimilado del cine, pero que se proyecta de otro modo en el teatro actual.´
Por otra parte la relación actor-espectador está siendo sometida a procesos sutiles de modificación constante que son visibles hoy con gran fuerza, esto es el espectador de hoy no reacciona de igual modo a los estímulos, el director de hoy debe conocer, estas variables. Pongo un solo ejemplo sencillo: la zona de la comedia negra, el humor negro y otras variables tienen hoy respuestas en el público, que eran impensables 15 años atrás. Con El Cerco, pieza de tres actores que antes cite, experimente motu propio como los espectadores reían a carcajada nerviosa, con pasajes de gran crueldad…que para nosotros tenían gran sensibilidad. Estos cambios en la percepción y muchos otros afines que se pudieran citar evidencian per se muchas variables de ciertos cambios en la corriente de la vida. Y en la percepción y sensibilidad del espectador.
El último de los puntos, la cuestión de la composición de los elementos de la puesta en escena aunque ya apuntamos alguna idea al hablar antes de los parles y las diversas sugerencias espaciales que asumían en El Cerco, podemos indicar ideas afines que abarcan el uso de los objetos, el vestuario y otros elementos en todas nuestras puestas en escena. Por ejemplo, una imagen de gran belleza en El Maestro y la Ninfa, nuestro más reciente estreno, es el momento en que con un paso al fondo un gesto estilizado y la actitud de engendrar en un abrazo sentido, en un breve lapso de segundos, la pareja escénica da a la visión del espectador y cuando él le pone a ella una prótesis de embarazada, en esta breve elipsis el público puede leer el paso del tiempo que ambos tuvieron relaciones y que la muchacha esta ahora grávida. Un ejemplo de imagen muy poética. De eso se trata cuando hablamos de teatro de imagen.
Todos estos son mosaicos, atisbos de un caleidoscopio mayor, la vida de hoy y su infinidad de pliegues, su complejidad de matices. Poniendo el teatro de imagen como centro, un tanto más allá del realismo. El ARTISTA hoy debería tener una lente para atisbar-enfocar estas realidades sin agotarlas, para explorar todas sus grietas y esencias…mostrando toda la poesía de sus contradicciones. Tal cual es la vida que nos rodea.
Rubén Sicilia. Ciudad de la Habana. 29 noviembre 1963. Director y dramaturgo cubano de ya larga trayectoria y reconocimiento. Dirige actualmente el grupo de pequeño formato Teatro del Silencio, el segundo grupo que funda en su carrera. Una trayectoria de más de treinta años avala su labor. Sus montajes en los últimos años han sido sucesos del ámbito teatral habanero, así lo atestiguan giras nacionales e internacionales, varios premios y el reconocimiento de público y crítica. Ha desarrollado una amplia y disímil actividad, también como teatrólogo, profesor y conferencista. Ha impartido clases de las cinco asignaturas técnicas (Dirección y Actuación, Técnica corporal, Voz escénica, Dramaturgia) en todas las escuelas de arte de Ciudad de la Habana e innumerables cursos y talleres. Y ha impartido clases magistrales en importantes universidades. Tiene en su haber más de sesenta artículos publicados en revistas de diversas partes del mundo. Ha publicado cuatro libros: Teatro Ontológico (2001, Letras Cubanas), Tres Obras (2010, Editorial Unión), Tríptico (Monólogos, 2012, Letras Cubanas). El Cerco y Entalpía (Editorial Anagnórisis, 2014) Otros libros suyos se encuentran actualmente en proceso editorial. Es miembro de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas) y de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) con sede en Madrid.
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