El esclavo del demonio
ANTONIO MIRA DE AMESCUA

(Vase el PRÍNCIPE con DON RODRIGO.)

ANGELIO

No tengas melancolía.

¿Por qué con lágrimas bañas

el rostro? ¿No soy tu dueño?

¿Qué te aflige? ¿Qué te falta?

Buen amo soy: de dos mundos 385

soy señor, y Dios me llama

«grande Príncipe» en su Iglesia,

que así mi poder le iguala.

Desde la región del fuego

hasta la esfera del agua 390

el corazón de la tierra

mi mano pródiga abraza.

Yo penetro con la vista

las avarientas entrañas

de la tierra de tesoros 395

y de hombres muertos preñadas.

Si acaso estas soledades

melancolizan y cansan,

y te pide el apetito

comunicar gentes varias, 400

no te arrepientas, no lloren

los ojos que me idolatran,

y te llevaré a que mores

en ciudad extraordinaria.

Pintarla quiero: el pincel 405

es mi lengua, mis palabras

serán las varias colores,

y tus orejas la tabla.

Pudiera, don Gil, pintarte

la ciudad que fue mi patria 410

de quien salí desterrado

por siglos y edades largas.

No te ofrezco esta ciudad,

que para mí está muy alta;

ésta te ofrezco que tengo 415

cual si fuera imaginada.

La grandeza de París,

de Zaragoza las casas

y las calles de Florencia

con igualdad limpias y anchas; 420

cielo y suelo de Madrid,

vega y huertas de Granada,

rica lonja de Sevilla,

de Játiva fuentes claras;

los jardines de Valencia, 425

escuelas de Salamanca,

y de Nápoles las vistas

que alegran el gusto y alma;

de Lisboa el ancho río

que cuando el tributo paga 430

al mar, parece que lleva

no tributo, mas batalla.

De Valladolid la rica

las salidas, porque agradan

diversamente a los ojos 435

prados, campos, monte y agua.

El gobierno de Venecia,

de Moscovia las murallas;

sólo faltarán los templos

que hay en la Corte Romana. 440

Aquí, al modo de Castilla,

toros trairán de Jarama,

y en caballos andaluces

verás mil juegos de cañas.

Los banquetes y saraos 445

serán al uso de Italia;

los torneos al de Flandes;

los juegos al de Alemania;

escaramuzas al uso

de la nación africana; 450

músicas de Portugal,

gallardas justas de Francia.

Luchas, carreras al modo

de la griega edad pasada,

y en los públicos teatros 455

verás comedias de España.

Tendrán las damas que trates

la habla de sevillanas,

los rostros de granadinas,

ingenios de toledanas, 460

los talles de aragonesas,

los vestidos y las galas

serán al uso moderno

de la Corte castellana.

El pan te dará Sevilla; 465

las ásperas Alpujarras

la caza, y fruta escogida

y los vinos Ribadavia.

El tocino, Extremadura;

pescado, Laredo y Adra, 470

y si extranjero le quieres,

vino te dará Calabria;

peces, Licia; fruta, Lecia;

pan, Beocia; carne, Arcadia;

sabrosas aves, Fenicia; 475

bella miel, la Transilvania.

No te faltarán riquezas:

oro te dará Dalmacia;

brocado y telas, Epiro,

y Tiro, púrpura y grana. 480

A medida del deseo

poder tengo y mano franca:

no te pese de servirme

ni te dé cuidado el alma.

DON GIL

No quiero, dueño y maestro 485

cuya ciencia al mundo espanta,

repúblicas de Platón

en la idea fabricadas;

no quiero, no, las riquezas

de que el mundo ofrece parias 490

a soberbias majestades

de la gente idolatradas.

Que entre relevados pinos,

que son rústicas guirnaldas

de las ásperas cabezas 495

destas soberbias montañas,

aprendo ciencias gustosas

y a costa de los que pasan

gozo diversos regalos

con la vida alegre y ancha. 500

Doncellas fuerzo, hombres mato,

niego a Dios, huyo su gracia,

y si el deleite me anima

infiernos no me acobardan.

Sólo quiero que me cumplas 505

una liberal palabra,

condición de la escritura

en tu favor otorgada.

Amo a Leonor; sufro y peno

viviendo con esperanzas 510

que me convierten las horas

en siglos y edades largas.

ANGELIO

Como obligado me tienes,

prevenido en eso estaba,

y a pesar de su virtud 515

traigo a Leonor conquistada.

De su casa la he traído.

El monte pisan sus plantas

con quien están compitiendo

limpia nieve y fina grana. 520

Vuelve los ojos y mira

el raro Fénix de Arabia

y el encendido planeta

que alumbra en la esfera cuarta.

Reverencia su hermosura. 525

Esta imagen idolatra,

a cuyas aras es justo

que sacrifiques el alma.

 
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