El esclavo del demonio |
En casa de MARCELO. Entra MARCELO, viejo, LISARDA y LEONOR, hijas suyas. |
MARCELO tomad consejo esta vez, y sed, por tal beneficio, báculos desta vejez, colunas deste edificio. 5 Si las acciones humanas con igual amor de hermanas dirigís a la virtud, a la fuerte juventud no envidiarán estas canas. 10 Un año fue el curso mío; mayo la niñez inquieta, la juventud fue el estío, otoño la edad perfeta, la vejez invierno frío. 15 Mi cuerpo apenas se mueve, que la edad mayor es breve como el hombre no es eterno, y por estar en mi invierno, me cubre el tiempo de nieve. 20 Sirviendo a mi rey gasté la flor de mi edad dorada que en tus límites se ve, y ansí he dejado aumentada la nobleza que heredé. 25 Ésta quiero conservar, y ansí te pretendo dar, Lisarda, el estado que amas, pues que las dos sois las ramas en que el fruto he de mostrar. 30 Cásate, estado recibe; hágame Dios tal merced antes que el tiempo derribe aquesta blanca pared que agora temblando vive. 35 Don Sancho de Portugal que de la sangre real, gotas en sus venas tiene, a ser tu marido viene mañana. LISARDA (Aparte.) ¡Yo estoy mortal! 40 MARCELO Tú, Leonor, que el pensamiento a Dios eterno ofreciste, en que yo vivo contento; ya que el estado elegiste, sabe elegir el convento. 45 Tus intentos son divinos, que en esta vida en que estamos todos somos peregrinos del cielo, aunque caminamos por diferentes caminos. 50 Cada estado, ya se sabe que es camino (cuál es grave, cuál es fácil; la casada lleva su cruz más pesada, y la monja, menos grave) 55 al Cordero, que, inocencia, siguen con gran reverencia diferentes monarquías y quiero que con las mías gocen desta diferencia, 60 Mis dos brazos sois las dos; estados son en que fundo poder abrazaros Dios: con el uno a Vos y al mundo, con el otro sólo a Vos. 65 Una monja, otra casada; quedará mi casa honrada, y yo, con ánimo fuerte, en el umbral de la muerte lloraré mi edad pasada. 70 LEONOR Mi lengua perpetuamente se atreve a decir de no. LISARDA Rabio, amor; muero impaciente. LEONOR Tu esclava he de ser. LISARDA Y yo una hija inobediente. 75 La venganza y la afición efetos de ánimo son que suelen torcer el curso a la costumbre, al discurso, al honor y a la razón. 80 Son tales estas pasiones que unos tiranos se hacen de nuestras inclinaciones, y de no vencerlas nacen extrañas revoluciones. 85 De las dos vencida fui, que a don Sancho aborrecí, y a don Diego de Meneses, tu enemigo, ha cuatro meses que mi voluntad rendí. 90 Ésta es fuerte inclinación y no la puedo vencer; hace en la ánima impresión; no discierno, soy mujer y tomo resolución. 95 Si con él me has de casar, yo obedezco. MARCELO ¡Que escuchar pueda un padre tal rigor! Ciega la tiene el amor y la quiero reportar. 100 LISARDA Mudar, padre, no pretendo mi propósito ofendido. MARCELO Ángel, mira que me ofendo. LISARDA Ángel soy, y ansí no olvido lo que una vez aprehendo. 105 MARCELO Tu aprensión te condena. LISARDA Fuerza de estrellas me inclina. MARCELO No se fuerza la que es buena. LISARDA A quien amor determina ninguna razón refrena. 110 MARCELO ¿A un traidor, a un homicida que priva de dulce vida a un hijo que yo engendré, tienes amor, tienes fe? ¿No es tu sangre la vertida? 115 ¿Qué fiera, qué irracional, qué bárbaro hiciera tal? Hoy pareces mujer mala, que quiere más y regala a aquel que la trata mal. 120 Plega a Dios, inobediente, que casada no te veas, que vivas infamemente, que mueras pobre y que seas aborrecible a la gente. 125 Plega a Dios que, destruida como una mujer perdida, te llamen facinerosa, y en el mundo no haya cosa tan mala como tu vida. 130 LEONOR Templa tu enojo, señor, que espantan tus maldiciones. MARCELO Descubro en esto el valor. LISARDA Y yo las inclinaciones. MARCELO ¿De quién, falsa? LISARDA De mi amor. 135 (Vase.) MARCELO Quien ve tanta desvergüenza también verá mi deshonra, porque en la mujer comienza a morir crédito y honra cuando pierde la vergüenza. 140 Hija que al padre desprecia viva y muera con infamia; siga como loca y necia a la antigua Flora y Lamia, no a Penélope y Lucrecia. 145 LEONOR Señor, mal dije «señor» que en este nombre hay rigor por la sucesión del hombre; padre digo, porque es nombre de más dulzura y amor. 150 Tiempla, tiempla tus enojos, que con esas maldiciones podrán mirarlas tus ojos divertidas las acciones entre sus vanos antojos. 155 Muéstrale el semblante amigo, porque si está porfiando una mujer, yo te digo que es mejor consejo blando que colérico castigo. 160 Yo la rogaré, y en tanto, habla tú a don Gil, el santo que Coimbra reverencia por su ayuno y penitencia, oración y tierno llanto, 165 para que a don Diego pida se contente del rigor con que fue nuestro homicida, sin pretender el honor que es de los nobles la vida. 170 MARCELO Eres el cielo que ordenas las cosas con igualdad, eres arco que serenas mi rostro en la tempestad de mis lágrimas y penas. 175 Mi cólera es bien detenga, y que por ti a pensar venga que en este mundo pesado no hay hombre tan desdichado que algún consuelo no tenga. 180 Plega a Dios que desigual tu vida a tu hermana sea y este viejo ya mortal tan venturoso te vea que reines en Portugal. 185 (Éntranse.) |
(En la calle donde está MARCELO. Sale DON DIEGO DE MENESES.) |