CLAUDIA VILA MOLINA
Comentario crítico al libro Barajar la poesía, Surrealismo en Latinoamérica, de Alfonso Peña, Art Edition, San José, Costa Rica, 2019; Colección El amor por las palabras, Arc Edições e Editora Cintra, São Paulo, Brasil, 2020. Muestra gráfica, Amirah Gazel.
La lectura de Barajar la poesía de Alfonso Peña nos generan muchas interrogantes, las cuales nos desafían como lectores activos, sobre todo quienes nos desplazamos por los textos surrealistas de todos los tiempos. Planteado así es un nuevo desafío que se presenta para el lector de nuestros textos, que se une a la permanencia de la conciencia universal, la pregunta y respuesta o la pregunta eterna que se disuelve en el caos de sueños más profundos que aún no terminamos de descifrar del todo. En este sentido, nos preguntamos ¿existe o existirá una evolución del surrealismo? Este movimiento concebido por Bretón principalmente, tal como lo conocemos en sus comienzos, en su manifiesto. Es una corriente que se ha transformado, gracias a las crisis sociales, culturales, económicas y políticas que se han suscitado en todo el mundo. Pero ello no desmedra las capacidades creadoras y fuerzas culturales activas, muy por el contrario, son el sustento para acrecentar las formas de dinamismo propias de este estilo.
Es clave e influencia (en mayor o menor medida) el movimiento que no puede abstraerse de los efectos de estas crisis, que se han sucedido transversalmente, tanto en Europa como ahora en Latinoamérica, lo cual ha permitido un enriquecimiento de los postulados surrealistas. Principalmente, porque permite la revaloración de diferentes ópticas que confluyen en elementos artísticos que se desplazan para hacer notar los cambios y la fuerza que se mantiene y se disemina como un caleidoscopio por diferentes vías. Por ello, la visión de estos artistas, poetas y escritores que se patenta en ensayos, poesía, narrativa, fotografía, pintura, crítica literaria, entre otros, constituye una permanente eclosión de significados que transmutan en significantes para hacernos ver esta estructura como el juego soñado por los primeros surrealistas, en los que subyacen componentes oníricos y ahora virtuales que cruzan de lado a lado cada una de nuestras creaciones.
Se puede afirmar que el movimiento surrealista, embebido como dije por permanentes elementos de la modernidad, se ha ido reformulando, tal como lo plantean los expositores de Barajar la poesía y asimismo, es interesante entender su mirada como parte de la libertad total que asume cada creador al enfrentarse con su obra. Muchos también se unen al llamado cósmico y ancestral de nuestro Continente Latinoaméricano para plasmar en las obras la raíz de cada pueblo aborigen y la reconexión con sus primeras palabras, esculturas y naturaleza del hombre. Es así como la visión de este surrealismo tan rico en contenidos y juegos se irradia a múltiples formas y vías de expresión tanto plásticas, visuales como escriturales, que dan vida a un nuevo enfoque surrealista, que si bien no ha dejado de latir, tal y como fue concebido, ahora promueve diversas vías multifacéticas para entrar en la perspectiva de realidad o no realidad presente en nuestros días.
Es también necesario comentar acerca de la expresión de transgresión que marca las obras de los expositores de este libro, lo que conlleva a una necesidad permanente de juego y de rompimiento de esquemas que amplía el concepto de libertad en la creación. Esto es un elemento en común que distingue estas obras, las que son forjadas desde mundos interiores ricos en contenidos oníricos y liberadores, donde la transformación es un eje permanente de universos en constante movimiento, tal y como se representa en diferentes mundos o universos paralelos. La creación, de este modo, se forja continuamente y se destruye a sí misma, lo cual constituiría el objeto de su nacimiento y devenir constante: mutaciones, evoluciones, cambios de forma, de contenido y de continente, que son como oleajes permanentes que contribuyen al arte surrealista y a su continua reconstrucción.
Otro de los aspectos que se aprecia en Barajar la poesía es la permanente transgresión hacia signos sociales conformados en torno a un eje central que mira solo hacia una vía de expresión, lo cual permite la constante reelaboración de otros signos y otras vías de escape hacia la liberación de los hombres como seres sociales que habitan dentro de una comunidad. La alteración de los significados, ya patentados, por un único mecanismo controlador, genera así la capacidad de alteración de los códigos representados que (por un lado) se reflejan en sus propios idiomas citadinos, además de la reelaboración de esquemas que se reordenan en cualquier orden o figura y que desean más que nada encontrar en el movimiento propio de la tribu una forma de subsistencia. Estas formas son apreciadas y reconstruidas muchas veces, a partir del derrumbe de situaciones impuestas que terminan por formularse desde otros variados puntos de vista.
Entonces, las vías que retoma el arte surrealista para sobrevivir a las concepciones impuestas son variadas, en un intento por lograr puntos disímiles que permitan la libertad de los hombres y la constante reformulación de sus valores y normas, que coloca en jaque aspectos sociales, focalizados en diversos tópicos, como por ejemplo: la moral, la educación, la libertad de expresión del hombre que se ve enfrentado a sí mismo, pero que no es capaz de liberarse completamente de un sistema opresor que lo coarta tanto en su raíz como en su fondo, y lo estrella contra normas que son parte de un medio sociocultural asfixiante.
En este punto, el surrealista acoge distintas vías de escape para acceder a sí mismo y desde ahí es factible encontrar vías de liberación apropiadas para su propio medio de expresión. Se puede apreciar que los artistas y expositores acá entrevistados nos enseñan diferentes modos de apropiación hacia su propia visión de la realidad. De este modo, las creaciones surgen desde mundos interiores que desbordan en múltiples significados y que se readecúan constantemente al eco que se prolonga fuera de sí mismo, por ende, el misticismo propone una nueva vuelta a la reelaboración de significados perdidos que se reencuentran una y mil veces, que son muy necesarios en esta sociedad vacía, porque propone una vuelta hacia el lugar perdido hacia el vórtice que se instala en cada uno de nosotros.
Viña del Mar, Chile, marzo de 2020.
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