Vicente Huidobro: últimos poemas

VICENTE HUIDOBRO


Exterior 

Árboles cerrados a toda aventura
Árboles cerrados a la lámpara triste
Los faros de piel viva sobre las rosas del adiós
La imagen guardada para un viaje
Alma mía ésta es la leyenda de los años
Que detesta la casa estable y el astro de hierros fríos

Otros buscan un rey leproso que adorar
Una gloria de cúpulas el mármol de una noche larga
Vagar sobre truenos de aire sucio.
Ninguno declina sus resortes
Y saluda al mundo y sus montañas

He creado carne y llanto
He creado luz y abismo
Me he sentado a cantar
Sobre la cumbre mojada de ternuras y violencias
En donde empieza el aire de la eternidad

Ningún aliento hace subir el día
Ninguna mano hace saltar la noche
Los astros de los grandes adivinos
Apenas pueden secar el canto de las aguas
Por el camino de los signos altivos
Se va la voluntad hacia la muerte
Se van los dioses a la cifra exacta
Por el camino de los monstruos
Se van los ruidos de la muerte
Por el camino de las hojas
Se van los ojos de la muerte
Por el camino de la tarde
Se va la muerte de la impaciencia
Y un ruido de esqueleto gira al fondo del río 


 Ahora que mis ojos vuelan

Ahora que mis ojos vuelan entre planetas ajenos
Como una botella en alta mar
O en un cielo de todos colores
Sin una sola casa donde entrar en la tarde
Ahora que mis manos escaparon del fuego
En una barca tan rápida como el ocaso
Y casi más que la muerte huyendo del caballo
que quiere morderle
Ahora hace frío por el odio que nos tienen las montañas
Hace frío porque se han dicho palabras tristes
Se ha dicho barca ocaso y ojos
Que son una misma cosa

 

Yo amo el viento que viene de los astros
Envolviendo los rayos cósmicos tan buscados por los hombres
Mientras ellos sólo se interesan por ciertas hierbas
De sabor delicado y olor penetrante
Tan penetrante como ellos mismos
Yo amo los ojos de grandes alas
Y amo el ocaso tan rápido como una barca
Y las manos y la montaña que se deja acariciar
Y una roca llena de amor que desafía al mar
Y un mar que desafía todas las estrellas
Amo el árbol viejo que tiene muchos niños
Un paisaje inmortal mirando nacer sus flores
Un río de cabellos blancos que aún salta entre las piedras
Unos ojos y unas manos salvadas del incendio
Un corazón que late
Como un sapo casi aplastado por una carreta
Y una selva de todos colores
Sin ningún sentido del bien y del mal
Una selva encima de la selva
Para la ternura de los pájaros perdidos
Allá tan lejos de su país natal


Edad negra

 

La muerte atravesada de truenos vivos

Atravesada de fríos humanos

La muerte de sobra llamando tierra por la tierra

Y de subida en los rostros amargos

La marea apresurada

Sobre los ojos y las piedras…

Cómo decir al mundo si es necesario tanto hielo

Si exige el tiempo tal suplicio

Para futuras voces nuevas

 

¿En dónde estás flor de las tumbas

Si todo es tumba en el reino infinito?

Sólo se oye la lengua del sepulcro

Llamando a grandes gritos

Las campanas secretas

En su misterio de memorias a la deriva

Semejantes al temblor eterno

Que se separa de los astros

No hay sacrificio demasiado grande

Para la noche que se aleja

Para encontrar una belleza escondida en el fuego

Perderlo todo

Perder los ojos y los brazos

Perder la voz el corazón y sus monstruos delicados

Perder la vida y sus luces internas

Perder hasta la muerte

Perderse entero sin un lamento

Ser sangre y soledad

Ser maldición y bendición de horrores

Tristeza de planeta sin olor de agua

Pasar de ángel a fantasma geológico

Y sonreír al sueño que se acerca

Y tanto exige para ser monumento al calor de las manos

Penan los astros como sombras de lobos muertos

En dónde está esa región tan prometida y tan buscada

Penan las selvas como venganzas no cumplidas

Con sus vientos amontonados por el suelo

Y el crujir de sus muebles

Mientras el tiempo forja sus quimeras

Debo llorar al hombre y al amigo

La tempestad lo arroja a otras comarcas

Más lejos de lo que él pensaba

Así dirá la historia

Se debatía entre el furor y la esperanza

Corrían a encender montañas

Y se quemaban en la hoguera

Empujaban ciudades y llanuras

Flanqueaban ríos y mares con la cabeza ensangrentada

Avanzaban en medio de la sombra espía

Caían desplomados como pájaros ilusos

Sus mujeres ardían y clamaban con relámpagos

Los caballos chocaban miembros en el fuego

Carros de hierro aviones triturados

Tendidos en el mismo sueño…

Guárdate niño de seguir tal ruta.

Vicente Huidobro, de Últimos poemas, 1948


Vicente Huidobro (Chile, 1893 – 1948). Padre del Creacionismo y uno de los autores más relevantes de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Muy temprano viajó a París donde entró en contacto con las vanguardias. Entabló amistad con artistas de la talla de Pablo Picasso, Juan Gris, Pierre Reverdy, entre otros. De sus poemarios destacan: Adán (1916), El espejo de agua (1916), Horizonte cuadrado (1917), Ecuatorial (1918), Poemas árticos (1918), Altazor (1931), Temblor de cielo (1931), Ver y palpar (1941), El ciudadano del olvido (1941) y Últimos poemas (1948). Su poesía ha ejercido una especial atracción entre públicos jóvenes y ha sido permanentemente objeto de estudio.


HOMENAGEM A VICENTE HUIDOBRO
MATERIAIS, CORTESIA DE: FUNDACIÓN VICENTE HUIDOBRO . AGULHA REVISTA DE CULTURA . TRIPLOV.COM


© Revista Triplov. Série Gótica . Primavera de 2018