Reseña del poemario ‘Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo’ de Rolando Revagliatti

Por CARLOS MARÍA ROMERO SOSA


El arte en general trasciende al puro ingenio. Y cuánto más la literatura, a riesgo de banalizarse mediante el uso abusivo de juegos verbales. Aunque cierta chispa, o mejor aquella “gracia” cuya virtud en los textos rescató Ángel Ossorio y Gallardo, moviliza, vitaliza, revitaliza e invita a adentrarse, aquí para el caso en “Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo”. El título antecedente pertenece al reciente libro de poemas de Rolando Revagliatti (Buenos Aires, 1945), psicoanalista, poeta, cuentista y generoso difusor de las labores de sus colegas en las letras a través de las series de reportajes que realiza con cuestionarios de fácil hallazgo en su página web: www.revagliatti.com

Por cierto, es ingenioso –sin exagerar– el título de su obra, donde se combina cierta expresión común para quienes conocimos el tiempo y el destiempo de los tranvías, con la pieza teatral del dramaturgo neoyorquino Tennessee Williams de 1947. Incluso ese rótulo de algún modo anticipa el clima de las 116 páginas que siguen, cerradas por un epílogo explicativo a cargo del poeta José Emilio Tallarico, fallecido en 2019. Y lo presagia, no obstante mostrar aquí y allá cierto escepticismo o un estar de vuelta de los hechos y los seres cotidianos sin obviar las referencias a la muerte, a los desamores y hasta las autocríticas del poeta: ¿Lo herí/ o solamente/ lo maté?, animándose a no desatender la pulsión (que) me ceba/ al alba/ demasiados mates; ni hacer oídos sordos al reclamo erótico: Vení, sometete/ confesá/ Abrite y ya veremos: yo miro/ ¡Qué lindo es juzgar! O con lúdica ironía: Estoy pagando con poligamia/ mi inermidad// Y así sería con monogamia:/ todo precio/ es altísimo. Aparte de la brevedad conceptual casi aforística y la inclusión de un par de coplas. Además de ratificar en cada segmento una propuesta lingüística que le permite jugar quizá algo lacanianamente con las palabras, con su sentido profundo, oculto y ajeno a la vocinglería inscripta en el “afán de novedades” que describió Heidegger, a tono con un consumismo posible para la “gente de bien” –como adjetivan las extremas derechas a sus votantes–; e igualmente con la casualidad de los vínculos puramente acústicos entre los términos: A ‘crápulas’ y ‘escrúpulos’/ aunque procedentes de la raza/ de los enjundiosos esdrújulos// ni remotamente los une/ un lazo parental, se advierte el largo y provechoso oficio lírico de Revagliatti.

Una marca ya, detrás de la cual desfilan en este volumen renovados mensajes, temores y temblores, dudas, memorias, definiciones e indefiniciones y todo en función de savia de sus versos. Bien se sabe, no existen muchas más nutrientes para sincerar el decir poético.

 

Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo,
Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2024