Un ser humano, si renuncia a una actitud crítica, renuncia asimismo a muchos conocimientos éticos o a una conciencia ética sobre los hechos; puesto que la conciencia ética es, ante todo, una defensa estricta y rigurosa de unos valores y una desaprobación de otros.
Así, no se puede beneficiar a una acción social que al mismo tiempo depaupera o perjudica a otra parte de la sociedad y mucho menos si se le arrebata su patrimonio más dignificante, que es la vida.
Existen gobernantes que siempre hacen sufrir o destruyen vidas con sus decisiones al lado de otros que no; pero los primeros se comprueba claramente que son más apoyados y premiados por una ceguedad colectiva en cuanto a ética, dado que las colectividades siempre se han liderado -con trucos de poder de crear prejuicios y miedos- por ésos hacia el enfrentamiento.
Sí, las colectividades sólo desean vivir en progreso y que éste no se vea en retroceso, en peligro, amenazado; empero ahí están los megalómanos que buscan fama rápida por ser "salvadores de mundos" a través de la fuerza, de la violencia para evitar el gran trabajo, la gran dificultad -o esfuerzo intelectual- de las responsabilidades y, por eso, les crean o les inventan amenazas una tras otra, que es algo ya tan fácil que cualquier insensato lo hace al instante, con prontitud: "aquellos tienen la bomba atómica", "aquellos nos quieren quitar la democracia", "aquellos nos quieren dejar sin petróleo", "aquellos que gritan mucho nos quieren matar", "aquellos son terroristas", "aquellos no están con nuestro dios", "aquellos nos quieren atacar porque no nos hablan", "aquellos...".
En efecto, los poderosos ejercen esta violencia y esta manipulación; y también ciertos imanes, ciertos rabinos (el otro día estaban unos ayudando a los soldados israelíes en su preparación para la guerra, siento esto anticristianismo o satanismo, claro, contra el mensaje cristiano que es sencillamente ayudar a los más débiles y no alimentar nunca, nunca la violencia; aunque les pasa igual que a esos y corruptos obispos que, mientras enternecen con la pederastia, rezan a Dios), ciertos intelectuales, muchos políticos, muchos militares, etc.
Además, la cultura de la violencia de los ensalzadores de patrias crea morbo, protagonismo, "machos duros" a todo poder, y una clara sumisión de tantos ciudadanos embobados -o entretenidos con cantinelas o himnos- que no tienen nada importante que decir o de esfuerzo mental y ya por medio de engrandecer a locos entonces dicen, no ellos precisamente, sino por ellos estos locos que les adulan asimismo como servidores de la patria o de un "elegimiento", de un dogma incontestable de los dioses sangrientos de la liberación de la locura.
Esto es lo que tenemos, mientras millones de personas tanto sufren y sufrirán en adelante, ellos... a lo suyo.
Oswaldo ROSES