Como una luz desea paz el mundo
mientras cada uno agota su ambición
y, esa luz se pospone, se reprime
ante la misma luz del corazón.
Dí, ¿cómo puede armonizar la paz
si no le das la máxima atención
por encima de todo, por fin ya,
dignificándole así ser valor?
¡Cuánta experiencia sabia te lo ha dicho
y, sin embargo, evitas ver su sol
y evitas ver a los demás de cara
y, a la felicidad, su floración!
¡Cuánto al que eso apoya ninguneas
porque te sale envidia con dolor...,
porque humano destaca a tu miseria
y te hace consciente de un pudor!
Pero, aunque te engañes, no eres justo...
ni incluso proponiendo paz sin son,
como excusa, por egoísta imagen
de la imagen que dejas sin honor.
Si quieres hoy que tenga paz el mundo,
si de verdad lo quieres con primor
de esperanza segura para un niño,
enseña responsable condición,
premia al que paz en su honradez practica,
¡no abandones a nadie que la amó!
Si quieres que por siempre haya paz,
que sólo sea así: ten su ilusión.
La paz se escucha adentro, y se resguarda
para alejarla en ti de confusión,
se le da los latidos de tus sueños
y grandes todos los que son de Dios.
La paz es... algo que respetas libre
de tantos intereses y furor,
es no tener que consentir por nada
una mentira y otra en seudoamor;
aun ser puro o ideal contigo mismo:
es no tener que dar cuentas a atroz
justiciero, o al justo del cinismo
que da caro bien a unos y a otros no,
renunciar a la vana indiferencia,
a lo exaltado, pábilo de error,
descartar toda guerra que se causa,
sí, la del explotado y explotador.
Si tú quieres que lleve paz el mundo
o... si quieres que el mundo esté mejor,
no engañes defendiendo irracional
al que censura demostrar razón;
porque lo haces, claro, la verdad
es sólo permitir demostración,
precisamente lo que no se deja
entre sobrada manipulación:
Usan los medios públicos los mismos
que guían el poder a su favor,
y usurpan los vitales a los mismos
porque no tengan nada, en exclusión;
el que te hace ignorar con tonterías
te alimenta lo vacuo por valor
y ya lo recompensas dos mil veces
en consecuencia a lo que te inculcó.
( ¡Los manipuladores no son tontos!:
viven de ti y de aquél en crispación
porque, si no, se morirían de hambre
cuando, con paz, no sirve desazón.) |