Ya que no fuimos
lo suficientemente valientes
para ahogarla en un balde de agua,
en el mismo preciso momento
de su nacimiento,
como se debe hacer en estos casos,
habrá que intentarlo todo
para sacarla adelante.
Habrá que maquillarla,
empolvarla,
ponerle aros rosas
y pestañas postizas.
Habrá que conseguirle
una mini animal print,
unas medias caladas,
unos tacos de aguja.
Y, no sea cosa
que lo que vendamos sea pura cáscara,
habrá de ser necesario
que nos esmeremos en su educación,
crota y guaranga
no te la paga ni magulla.
Habrá que enseñarle modales,
como comportarse en la esquina,
como llevarse el tenedor a la boca,
como decir las palabras
más difíciles con gracia y elegancia.
Por eso, tampoco es mala idea
que maneje un par de lenguas,
habrá que enseñarle lo básico del inglés
y alguna que otra pavadita del francés
tanto como para darle un aire europeo
siempre tan vigente en estas pampas.
Por último,
habría que agregar
que una pizca de ternura y virginidad
nunca deja de ser
el mejor condimento para el morbo,
por eso habrá que corregirle
un par de detalles finales
cosa que parezca
más ingenua de lo que es,
si logramos que se haga la tonta
ya tenemos todos los porotos
a nuestro favor.
Entonces,
una vez arreglada,
travestida, producida,
educada y edulcorada
habrá que ubicarla
en los lugares que se estila.
No nos queda otra opción.
Ya que no fuimos
lo suficientemente valientes
para ahogarla en un balde de agua
como a los gatos
en el mismo primer momento en que nació,
a esta tristeza mal parida
habrá que hacerla laburar
y que se gane el pan
como Dios manda.
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