Silenciada, un poco por la lejanía geográfica con las grandes urbes, otro tanto por el mismo ruido de estos últimos tiempos, la voz de este poeta, agazapada entre el agreste paisaje de su provincia natal, ilumina un pequeño pero certero remanso con su palabra justa.
Dueño de un lenguaje enriquecido y enriquecedor, Oscar Portela entreteje con su canto una sinfonía, donde armónicamente se deslizan la vida, la muerte, Dios, la existencia.
Con este último libro, auspiciado por la Subsecretaría de Cultura de la provincia de Corrientes, el poeta -devenido en demiurgo- genera un oasis, entre tanta discordia post-milenaria, donde el verbo firmemente impera. |