Un hueco en la pared.
Lo atravieso.
Del otro lado, sombra
de gato sin gato,
beso de mujer sin mujer
ni boca. Y por la sombra, tal vez el mar
y por el mar, tal vez el cometa
y por el cometa,
tal vez leche, racimos, trigo y plata,
vitriolo, Giorgione.
Es la espera, entonces.
La mía, la de mis dedos
por entre los que todavía
no pasó el agua.
La de la tierra,
a la que ningún perro
todavía escarbó
para dejar allí su hueso. |