Andan las babosas sobre sus babas.
Puedo matarlas con el pie.
De hecho, las aplasto, las mato.
Puedo matar a sus hijos y a los hijos de sus hijos.
Al final, otro pie me matará a mí.
Las babosas seguirán sobre sus babas,
por los muros y los jardines.
Otros pies las aplastarán y las matarán.
Esos pies tampoco durarán para siempre.
Algún día ya no habrá pies.
Pero seguirá habiendo babosas
por los muros y los jardines,
lentas, eternas sobre sus babas.
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