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Rubén Mejía................... |
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Una entrevista de Enrique Servín a Rubén Mejía |
“La poesía habla la lengua del tiempo”
EL POEMA PUEDE EXPANDERSE
A TRAVÉS DEL TIEMPO |
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Enrique Servín: ¿Cuál es la significación de la poesía en un tiempo y un
espacio como los nuestros, en los que parece intensificarse el
significado de la materia y su símbolo más evidente, el dinero? |
Rubén Mejía: El siglo XXI y la llegada de un nuevo milenio han
significado, entre otros cambios, una alteración en los modos de
comunicación de la sociedad y en las formas de convivencia entre los
hombres. En nuestra aldea hiperglobalizada, entramos de lleno a una era
digital donde la palabra impresa y el libro han perdido una posición
central, concéntrica, como referente de conocimientos y como objetos
vitales de cultura. La difusión de amplias áreas del saber que tenía en
el libro un núcleo único, ahora tiene múltiples centros. Al grado que se
ha vuelto un lugar común, incluso entre los propios escritores y
editores, el decir que el libro como medio de cultura es un espécimen en
vías de extinción y que las sociedades modernas se encaminan
aceleradamente hacia una época antilibresca.
No lo pienso así, a pesar de la irrupción sorprendente del Internet y de
otras vías de comunicación electrónica. No concibo, ni siquiera en un
futuro remoto, a una humanidad que anule de su memoria histórica esa
invención cultural que le ha permitido al hombre evolucionar como
especie y el establecer un equilibrio, a veces muy precario, entre
barbarie y civilización. Me parece que no dejaremos de valorar y
perfeccionar –valiéndonos incluso de los innovadores medios
electrónicos– ese sueño maravilloso de Gutemberg.
No imagino, pues, una época antilibresca y, menos aún, una era
antipoética. Un mundo totalmente materializado, sin poesía, sería un
mundo sin el contrapeso de tiempo imaginario y sin el continuum de la
palabra profunda y trascendente entre los hombres. Sencillamente
perderíamos cualquier posibilidad de generar el atributo inherente a
toda creación: la belleza. |
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E.S.:
Un libro de poesía que, como tantos, pasa inadvertido totalmente en su
momento, ¿puede sobrevivir, tener una larga vida? |
Rubén Mejía:
Desde luego que cualquier escritor desea –y a veces alucina– contar con
miles de lectores, y no tener un solo lector: él mismo. Pero, incluso,
si un texto poético no tuviera interlocutor alguno, podría incidir de
manera fundamental en la lengua en que fue escrito, en su cultura y en
las letras universales… Intentemos un símil.
Los científicos modernos hablan desde hace un medio siglo de la Teoría
del Caos, la cual no hace referencia, como pudiera pensarse, a la
desorganización y al caos de una serie de fenómenos físicos sino, por el
contrario, a un orden superior en la naturaleza. Dicha teoría se inició
con una pregunta formulada por Edward Lorenz, la cual así podríamos
parafrasear: “¿El aleteo de una mariposa en Lisboa, Portugal, puede
desencadenar un cataclismo en la ciudad de Chihuahua, México…?”. Y la
mera formulación de este cuestionamiento fue indicativo de esa
probabilidad, es decir, que el movimiento de las alas de una mariposa
“portuguesa” podría provocar un caos climático en una ciudad del norte
mexicano.
En el mundo de las posibilidades, según las leyes del caos, un estímulo
mínimo, a partir de las condiciones iniciales de un fenómeno, puede
tener una consecuencia real, e incluso devastadora, al otro lado del
mundo. Y con la poesía sucede algo semejante, pero igualmente al revés.
Un poema escrito aquí y ahora podría expandirse, como ondas concéntricas,
a través de los tiempos, en un efecto multiplicador y en una resonancia
creativa de las formas del verso, o Multiverso. Por ejemplo, un texto
que en este preciso momento es escrito o imaginado por un joven poeta,
podría ser un estímulo decisivo en los ritmos, las imágenes o los giros
del lenguaje de un texto paralelo que será escrito por otro poeta joven
en el año nueve del siglo XXIII, o en el próximo nuevo milenio. La
poesía habla la lengua del tiempo. |
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La poesía FLUYE DESDE las fuentes DE LA VIDA A
SU fase terminal |
E.S.:
Tu obra poética ha sido entre otras cosas una metaforización de la
Ciencia… |
Rubén Mejía: Bueno, no sé si sea propiamente una metaforización. Sólo he elaborado, a
lo largo de varios años, dos o tres interrelaciones poéticas a partir
del llamado alfabeto genético humano integrado por cuatro letras que, al
combinarse, podrían reescribir todos los libros de todas las bibliotecas
del mundo, o sobre la sinapsis sin fin de las cien mil millones de
neuronas del cerebro de un hombre equiparables a una conexión entre las
cien mil millones de estrellas que se desplazan y parpadean en el
universo, o sobre la desconocida materia oscura que representa el 90% de
la sustancia que contiene el cosmos y mantiene a sus esferas unidas
entre sí.
Pienso que son metáforas válidas porque, tal vez, la ciencia misma
descubre leyes sobre la vida y elabora teorías del universo que también
son formas metafóricas de una realidad más elevada que, aunque a veces
parece al alcance de nuestras manos y nuestra comprensión, termina
siempre rebasándonos...
Pero, ¿qué puntos de contacto encuentras en esas dos formas de lenguaje
tan disímbolas y divergentes? ¿Estarías de acuerdo en que existen
diferencias entre Ciencia y Poesía?
Claro, estamos de acuerdo. Un poema no es una ecuación matemática ni una
ley de la física. Si son lenguajes diferentes y disímbolos, mas no sé si
totalmente divergentes, pues es posible que esos símbolos representados
por los números y esos otros propios de la escritura poética converjan
en un punto y en una expresión humana más integral. Metaforizando,
pienso que un texto poético podría ser, no en el orden material si no en
el mundo del espíritu y las ideas, un halo magnético o una forma de la
energía que pueden permitirle a un hombre del siglo XXI, o de cualquier
época, completar una respuesta personal, y única, a las antiguas
interrogantes sobre la vida, la nada y el amor.
El astrofísico John Barrow, por ejemplo, expresa que “ningún relato no
poético de la realidad puede ser completo”, es decir, la poesía es una
parte sustancial e integral de ese complejo entramado que nombramos como
“mundo-vida-realidad”. La visión poética es necesaria para tener una
mirada más completa sobre nuestra existencia y, acaso, para que un
hombre pueda cerrar su propio ciclo de vida. (“Volé tan alto tan alto /
que le di a la caza alcance”, como diría San Juan de la Cruz). |
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EL MULTIVERSO |
E.S.:
¿Un poema puede ser verdadero? ¿En qué dimensión opera eso que llamamos
la verdad poética? |
Rubén Mejía:
Un poema es una verdad estética. Y los propios hombres de ciencia
reconocen que una construcción teórica no puede ser verdadera sino es,
asimismo, bella. Al paso del tiempo, teorías como la evolución de
Darwin, la relatividad de Einstein, el principio de incertidumbre de
Heisenberg o el teorema de Gödel, comprueban día con día su veracidad y,
por lo tanto, resultan más plenos y más hermosos.
La poesía está en las fuentes y en las fases terminales. En los orígenes
del universo, la poesía tuvo algo que ver. En la fotosíntesis primigenia
–la síntesis de luz que liberó la primera burbuja de oxígeno–, hubo un
breve pero fuerte latido poético. Y lo mismo sucede en cada expansión
del universo y sucederá, sin duda, en la explosión que ponga fin a la
gran unidad y vitalidad del cosmos. Cualquier fenómeno, pleno en belleza,
tiene en sus cimientos y como simiente a la poesía. A
un verso o un multiverso.
El Multiverso, ¿cómo los defines poéticamente? Es un nombre genérico que
aparece en tus poemarios.
Apareció desde el primer poemario de la saga o serie de “Multiversos” y
aparece también en el libro que recién he concluido, y en los posibles
textos por venir. Su definición resulta un tanto inasible, pues es un
concepto que exige, precisamente, múltiples acepciones.
En base a la ciencia física, el hombre habita un mundo de cuatro
dimensiones, incluida esa unidad tan familiar y extraña que llamamos
“tiempo o espacio-tiempo”. Y un Multiverso es un universo simultáneo o
un mundo paralelo al nuestro con un número mayor de dimensiones, siendo
posible que nuestro orbe cuadridimensional –de cuatro direcciones– sea
sólo un reflejo de esos mundos de cinco, seis o más dimensiones, no sólo
geométricas sino también concernientes a las posibilidades del Ser. Es
decir, lo que nombramos como “realidad” y el propio espíritu del hombre
podrían ser sólo un reflejo, o las sombras, de una verdad más absoluta.
Y
eso mismo, y algo más, sería un Multiverso en poesía: apenas un murmullo
o un esbozo de voz que es, no obstante, un lenguaje paralelo al lenguaje,
asimismo diferente y profundo, para expresar otras formas de
comunicación y de comunión entre los hombres. Pero, tal vez, sería mejor
expresarlo así. Multiverso:
Tejido del río
donde la nada
se contiene
- y una voz
se derrama |
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LA MUNDANIDAD Y LAS CRÓNICAS MODERNAS
DEL
PAÍS BÁRBARO |
E.S.:
Frente a nuestra realidad concreta, hoy tan cruda y terriblemente
violenta, ¿qué función podría tener un Multiverso? |
Rubén Mejía: El Multiverso podría significar, a su vez, no un mundo paralelo sino
antiparalelo, o el sentido inverso de una determinada realidad extrema y
descarnada, todo lo contrario a lo que yo percibo y nombro como una
triste “Mundanidad”. Por ejemplo, en medio de los mares de violencia que
sufrimos actualmente en México, sobre todo en sus regiones del norte,
formulo la siguiente pregunta: En la primera década del nuevo milenio,
¿ha habido en el mundo entero un territorio menos violento que el Estado
de Chihuahua?
En este “Edén Subvertido”, como llamara el poeta Ramón López Velarde a
la “provincia mexicana”, tenemos vastas zonas sin ley ni gobernabilidad
alguna, conocidas como “corredores de la muerte”; en el ámbito de las
ciudades, las sirenas de las ambulancias son el son del corazón urbano,
un sonido que no cesa de noche ni de día; los periódicos publican
secciones diarias donde consignan profusamente los asaltos, las
ejecuciones múltiples (de docenas o veintenas, de un solo golpe), así
como las cabezas rodantes de los decapitados e incluso las crucifixiones
en los puentes o las altas vías citadinas, es decir, las grandes olas
del terror y los tsunamis de sangre que nos amenazan a todos por igual…
En fin, desde hace varias décadas contamos una interminable fila de
cruces: decenas de cadáveres que de pronto se volvieron centenares,
luego millares y nuevos millares… Y seguimos contando: alrededor de 3000
homicidios durante el año de 2009, sólo en el Estado de Chihuahua.
Y
no se trata sólo de una guerra entre las mafias de la droga por
apoderarse de un territorio, sino de hondos niveles de degradación
social y de una deshumanización completa, donde la vida de un individuo
es menor que un cero a la izquierda. Así han asesinado cruel e
impunemente a periodistas, profesores, profesionistas, a cientos de
mujeres y a miles de jóvenes, las “generaciones del porvenir”. Y no
precisamente, como justifican las autoridades del gobierno, porque se
encuentren azarosamente “en el lugar y en el momento equivocados”. Ahora
todos somos seres equívocos en un mundo equivocado.
Inmersos en la creciente cultura de la muerte e inermes frente a una
realidad límite, sin concesiones, la cual podríamos anexar a las
crónicas de este “País bárbaro”, tal como bautizara a Chihuahua el
historiador Fernando Jordán, debemos integrar miradas plurales y
acciones en conjunto, ensayando nuevas formas de sensibilidad y
pensamiento. Más que nunca debemos ser hombres creativos y visionarios,
seres que se atrevan a tomarle el pulso al espíritu de su tiempo,
hombres que sepan cómo enfrentar momento a momento la avasallante
mundanidad del mundo.
Por mi parte, he querido tomarlo como una divisa de vida. Así lo escribí
a través de un poema breve, un haikú:
Por cada bala
De la vuelta bárbara
Un verso en canto
Y por cada ráfaga, un
poema más alto e intenso, una poesía de alto poder que acalle
cotidianamente el estridente sonido de las balas. |
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SINCRONIZAR A LA MENTE CON EL CORAZÓN |
E.S.:
La tradición poética mexicana incluye una vertiente filosófica que tiene
antecedentes incluso en la poesía de lengua náhuatl del México Antiguo,
pero cuyos momentos más brillantes son Primero Sueño de Juana de Asbaje,
Muerte sin Fin de José Gorostiza y Piedra de Sol de Octavio Paz.
Considero que tu obra pertenece a la vertiente de la poesía filosófica,
¿estarías de acuerdo con esta apreciación? |
Rubén Mejía:
Te agradezco la alusión directa a tres textos excelsos no sólo de la
poesía mexicana, sino de la cultura universal. Primero Sueño, Muerte sin
Fin y Piedra de Sol son, junto con otras obras de escritores mexicanos y
universales, poemas deslumbrantes y alumbrantes, “Poemas-Madre”.
Ahora sabemos que las células totales de un hombre, y no sólo sus
neuronas, funcionan como un pequeño gran cerebro y descubrimos, gracias
a los transplantes, que nuestro corazón tiene recuerdos y una refinada
memoria. Es decir, un corazón no sólo siente, también piensa y toda
materia puede ser una forma sensible de mentalidad.
Hacer poesía es sincronizar finamente a la mente con el corazón. Es un
acto creativo íntegro que involucra a nuestro espíritu y a fragmentos
enteros de nuestro cuerpo. Y yo he intentado, valiéndome de algunos
datos de la ciencia y de fugaces intuiciones poéticas, reflexionar sobre
el hecho creativo a partir de la escritura misma. Sólo he buscado latir
dentro del corazón del instante creador que, inconmensurable, revela
formas y sentimientos, genera campos de energía –donde el poema no se
destruye, sólo se transforma–, recreando a la creación misma en una
especie de Autopoiesis poética. |
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EL CAMINO INTEGRAL DE UN POEMA |
E.S.:
Al concebir y escribir un texto literario, ¿trazas una o varias
estrategias?, ¿cuál, cuáles? |
Rubén Mejía: No hay, por supuesto, estrategias definidas, pues en la concepción de un
texto predomina mi historia biológica como individuo y como especie –o
como las especies infinitas de la naturaleza–, así como las ricas
herencias culturales, las voces de los Maestros y, en buena medida, el
azar.
El gran físico, también músico, Richard Feynman acuñó el término de
“camino integral” al reconocer que una partícula suele dividirse en sus
desplazamientos, multiplicándose por mil caminos posibles sin dejar de
ser una sola unidad y la misma partícula, como una mancha de tinta que
al dejarla caer sobre una hoja papel, se esparce simultáneamente en
todas direcciones. Y eso sucede, de un modo o modos múltiples, al
escribir un poema.
Un verso puede componerse de once sílabas o un poema con quinientas
palabras luego de recorrer –en la mente, la sensibilidad y la zozobra
del poeta– cientos de variantes verbales posibles y de poemas probables,
para desembocar precisamente en las once sílabas de tal verso o en las
quinientas palabras del poema tal. O sea, el poeta debe encontrar en ese
mar casi infinito de posibilidades el camino que integre a los otros
caminos, a la gran ola que emerge desde el hondo lecho marino y vuelca
el impulso de infinitas ondas, la fuerza del océano, en las arenas de la
playa o sobre la hoja en blanco. |
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El poeta debe pasar
de lo Posible a lo “Poesible” |
E.S.:
Martin Heidegger opinaba que a través de la poesía, y con ella sus
interlocutores los poetas, es que se logra la comprensión del Ser,
¿estás de acuerdo con esto? |
Rubén Mejía: La poesía es una exploración –aciaga, a veces; a ciegas, casi siempre-
del Ser y una explosión del Espíritu. O del Expíritu. En el estudio, tan
generoso, Expíritu o la ciega lucha en la red de las estrellas escrito
por la poetisa y maestra de filosofía Reyna Armendáriz, podemos leer:
“Heidegger decía que ‘el hombre es un ser que pregunta’, y Rubén Mejía
se empeña precisamente en evidenciar este rasgo distintivo de lo humano,
pero en comunión exacta con todas las dosis posibles de una misma
profunda respuesta que permite al poeta dar un relieve fugaz a lo
invisible según sus propias palabras. […] En tanto que el hombre es un
ser que pregunta, la primera pregunta que se formula es acerca de sí
mismo. La constante en la poesía de Mejía es precisamente esa tendencia
a interrogar, por parte del hombre; un interrogar que se dirige al
universo para automáticamente revertirse sobre él mismo, apelando sin
embargo a la individualidad y al egoísmo natural de la poesía como un
complemento de la dualidad ineludible y asombrante que le provoca
inquirir.”
Y
lo fascinante, sin duda, es la conversión de cada una de estas
respuestas, tan hermosas como efímeras, en una nueva interrogante. Pero
en esa respuesta como una verdad breve, una “breverdad”, se encierra y
se abre, muere y se transforma, el Ser de la vida y el Espíritu del
hombre. Como aquellos óvalos en serie, interminables, que dibujábamos en
la escuela primaria para aprender a escribir y mejorar nuestra letra, el
ejercicio de la poesía da forma a los trazos y los rizos para la buena
escritura y la re-escritura del Ser.
En tus poemas advertimos los juegos de palabras y la composición de
nuevas palabras, el uso frecuente de neologismos, como “Lo poesible”,
“La breverdad”, “Expíritu”, “Lengua-gen”.
La composición de palabras nuevas forma parte de un juego ingenuo que,
seguramente, tiene sus orígenes en mi infancia. Mas no se trata de un
capricho literario, sino de una manera de darle otro alcance a la
palabra y una dimensión nueva a una expresión. Y, a través de la poesía,
intentar una connotación diferente y un concepto más preciso en relación
a algún fenómeno natural, e incluso espiritual. Por ejemplo, respecto al
fenómeno de la luz, su extraña doble naturaleza –que todavía
desconcierta a los científicos–, esa dualidad que le permite comportarse
al mismo tiempo tanto como partícula y como onda, le he dado el nombre
de “ondualidad”.
El poema es un conjunto de energías, formas, delirios, ritmos y aun
silencios. Mas ante todo, pese a los desasosiegos del autor y muchas
veces al desconcierto del lector, es un juego bello, un goce para el
espíritu. El entrañable e innovador lingüista Roland Barthes, decía que
un texto literario debe provocar en el lector un placer elevado y al
referirse a los escritores que refundaban al lenguaje, y traspasaban sus
fronteras, les llamaba “logotetas”. Y todo poeta debe jugar su inmensa
fortuna estética y apostar sus riquezas poéticas en la renovación de su
lengua a través del poema. Y en este juego “logotético”, aun perdiendo,
siempre ganará, al contribuir de algún modo a la transformación de lo
posible en “lo poesible”. |
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Las iniciales donde el amor inicia |
E.S.:
Tu poesía ha sido apreciada en lugares como España, Portugal o el
Brasil, sin embargo aquí en México llevas una vida casi secreta, ¿eres
un poeta del ciberespacio, participas de una forma nueva de existir
literariamente? |
Rubén Mejía: Yo sigo considerando al libro y a la palabra impresa como los medios más
idóneos, los casi perfectos, para diseminar las obras poéticas y
literarias, lo cual no me hace descartar, por supuesto, a las
alternativas ya indispensables del Internet y de la Web mundial, que
pueden sincronizarte en cualquier momento con personas, lugares, redes
culturales y libros de todo el mundo. Al Internet podríamos considerarlo
como una aproximación al relato el Aleph de Jorge Luis Borges, es decir,
ese punto del espacio –quizá del ciberespacio– donde convergen todos los
espacios y tiempos, el lugar desde el cual un hombre puede vislumbrar
las historias todas –pasadas, presentes, futuras– del hombre y el
cosmos. Y a propósito, ahora pienso que Aleph podría ser en un futuro,
quizá no muy lejano, un término apropiado y creativo para nombrar una
etapa superior del Internet o de la Red mundial.
Soy agraciado y estoy agradecido. Los lectores de mis breves textos han
sido generosos, profundos e inesperados. Y dichos lectores, por alguna
razón equis, no pertenecen o no están inmersos en los ámbitos de la
literatura nacional. Como el gran poeta Lêdo Ivo, el polifacético
Floriano Martins y los colegas de Escrituras Editora, de Brasil; la
estudiosa y magnánima Estela Guedes, de Portugal; Gregorio Morales,
fundador de la estética cuántica en España y Jorge Aguilar Mora, uno de
nuestros grandes escritores contemporáneos. Sus opiniones son granos de
polen que retro-alimentan y fecundan críticamente esta propuesta
poética, la cual también es suya y de todos sus lectores posibles.
Si aparecieran ahora otros lectores-amigos en cualquier región de
México, sería excelente. Mas no hay que adelantar vísperas ni apresurar
los giros del reloj de arena, pues como decíamos al inicio de esta
charla, la poesía sabe dialogar con el tiempo y sabe acompañar sus
ritmos.
Finalmente, ¿por qué en tus textos y libros de poesía suele aparecer
como única firma tus iniciales (r.m.) y no tu nombre completo?
Quizá porque mi fe literaria y mi itinerario poético se centran más en
las obras que en sus autores. El poeta sabe, o por lo menos intuye, que
al hacer uso de la primera persona o al decir “Yo” –yo sueño, yo soy, yo
escribo– no hace ninguna referencia a sí mismo. Y debe quebrantar, poema
a poema, la columna vertebral de su Ego y romper las fuentes
primordiales de su yo personal hasta lograr el alumbramiento del “Yo
poético”.
Y
ese es, tal vez, mi Yo Poético: (r.m.), iniciales de mi compañera, de mi
pareja par e impar. Las iniciales donde el amor
inicia, siempre. |
Diciembre
de 2009 |
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Rubén Mejía nasceu na cidade do México, em 1956, e mora na cidade de Chihuahua, ao norte do México, fronteira com os Estados Unidos. Ao longo de 25 anos impulsionou, sempre contra a corrente, a criação de espaços e publicações culturais: a revista artesanal Palavras sem rugas (1981-1982); a coluna jornalística “Letras à margem” (1983-1987); o suplemento semanal “Pró-Logos” (1984-1988) e Azar Revista de literatura (1989-1998), uma das principais publicações culturais da década de 1990, no México. Atualmente é diretor da editora independente Edições do Azar A.C., que traduziu e dissemina no México obras de escritores brasileiros: João Guimarães Rosa, Clarice Lispector, Raimundo Gadelha e do poeta Lêdo Ivo, de quem publicou La tierra allende (2005), sua primeira antologia bilíngüe português-espanhol. Alguns dos livros de Rubén Mejía editados são: Segunda morte (poesia, Universidade Nacional Autônoma de México, 1987); A região romântica. Sete poetas do século XIX em Chihuahua (ensaio, Azar-Ayuntamiento de Chihuahua, 1996), um estudo sobre o extenso e arraigado romantismo regional do norte do México; os poemários Poesiglo e O poesible (Azar - Programa das Fronteiras, 1997), livros que significaram um preâmbulo, uma pré-escritura, da grande saga poética Expírito - multiversos (2000-2007), composta, até o momento, por quatro volumes. |
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