1.
LO PENDIENTE
so much depends upon
a red wheel barrow
glazed with rain water
beside the white chickens
(tanto depende de una carretilla roja
mojada con agua de lluvia
junto a las blancas gallinas)
La clave de este célebre poema de William Carlos Williams, antes que el
objeto presentado, es el inicio: so
much depends… Es evidente que el
verbo to depend proviene
del latín dependere, que
significa literalmente “estar colgado”, “pender”. Del mismo modo que
pendiente proviene de la misma
raíz: pendere también es
“pender”. Tanto la palabra depender
como la palabra pender hablan
aquí, creo, de la temporalidad. La idea de que el poema
depende y
pende del tiempo. Los poemas
pendientes de Rodolfo Alonso
son poemas que fueron escritos en el curso del tiempo, como si hubiesen
sido arrancados a la vida. “Los poemas me ocurren”, dice Alonso. Creo que
esta ocurrencia está relacionada con ese hecho de lo que
está pendiente: el poema
siempre pende del tiempo que transcurre y, a diferencia de otros poetas
que parecen escribir contra la temporalidad incluso como una crítica del
poema aurático, Alonso parece considerar la belleza como inmediata y
hacedera. Es decir, pendiente del tiempo que ocurre, que transcurre y, de
algún modo, como un fruto asequible, pendiente de él.
Por eso en su poesía “la palabra fuente / fluye”. Aquello
que suele fluir es el tiempo, pero en Alonso el tiempo del instante es lo
que parece estar entre paréntesis al situar la palabra allí y, en cambio,
la palabra conserva el acontecer, la ocurrencia de la vida.
2.
LA VIDA
La vida es el espacio donde la poesía de Rodolfo Alonso tiene lugar. “Tú
confirmas la vida con tu voz” escribió en su primer libro. La vida
confirmada en la voz es para Alonso la voz poética. “La gran vida”
es el título de un poema de su segundo libro. La
gran vida es para Alonso esa
suplementariedad, esa exageración de lo vivido que se halla en los hechos
transfigurados en el poema. “La vida no da más de lo que se le
pide” escribió en el tercero. Y lo que Rodolfo Alonso le pide a la
vida es el poema. Escribió otro
libro llamado Señora Vida y
tituló su antología española de
1952 a 2008:
La vida entera. No me
parece un lugar común ni una casualidad. La noción de vida lleva el poema
de Alonso al acontecimiento. Aquello que acontece, lo que está pendiente
del tiempo, se transforma, por vía poética, en un acontecimiento. Por eso
su poesía produce un curioso efecto: los poemas parecen a la vez un
artefacto, es decir, un objeto más agregado al mundo donde el artificio es
ostensible –es decir, se halla alejado de la vida- y a la vez tienen el
aire casual de aquello que simula un jirón del mundo, un fragmento dicho
al pasar, como si fuera un diario –lo periódico, la circunstancia elevada
a una categoría epifánica–. La vida es lo que acontece y como tal se
transforma en una presencia insoslayable que el poeta, de pronto,
ve. Y así hallamos un poema que
alude al primer verso del poema de Williams, “So much depends”. Y
dice: “Una mañana, aún. / Y el mediodía / luminoso y
dispuesto. / La vida es un convite / que se deja a disgusto”.
En la vida aparece lo esperado: “La vida no es tan mala / Volvió
mi gato gris”, escribe. El poema se llama “Lumbre”. Es decir,
señala lo que aparece bajo la luz, y esa luz es la luz poética. Una
aparición milagrosa –epifaino
en griego--. Lo cual significa que lo que depende y lo que está pendiente
es el tiempo que se transforma en epifanía. Y que esa epifanía tiene lugar
en el arte, en el poema. O acaso magistralmente en el arte literario, por
ejemplo en la literatura de Arlt. El gran poema “Ocúpense de Arlt”
es un ejercicio de memoria personal y a la vez un reclamo de memoria
colectiva. Lo que está pendiente aquí es la autoconciencia de la vida. La
vida pende cada vez que el poema la convoca y a la vez la transforma, como
si el poema fuera su traducción en una lengua extranjera.
3.
LA TRADUCCIÓN
Rodolfo Alonso es un gran traductor
en tanto poeta. No quiero decir que es un poeta traductor, como todos
sabemos. Sino que la poesía es la traducción de lo cotidiano a otra
lengua. Y que esa lengua suena al mismo tiempo como una lengua extranjera
y como una lengua propia. Por eso en la poesía de Alonso aparecen tanto
los poemas traducidos como los poemas en una lengua ajena. O el momento en
el que la fluidez del español parece estar al borde de transformarse en
otra lengua. Pero esto suena como un fenómeno rítmico: como si en el ritmo
mismo de la lengua, en su escansión, de pronto se derivara a otro idioma.
Esto es claro en el poema “Se me lengua la traba”:
L´amour fiore violenta und delikaten
si spegne in all our ways nos nossos dias
because il sentimento la passione
the darkness of the soul la fanciullezza
mourir de amor amare da morire
the lover´s death is the beloved cuore
meine kleine andoriña ich liebe
tú fiore violentissima klenicka
O un poema escrito en su otra lengua materna, el gallego: “Carne do sol”.
La lengua invierte su trabarse en el fluir vital de los idiomas, como si
se entrecruzaran, se entremezclaran. La poesía es para Alonso, más que la
pluralidad de las lenguas, una
lingua franca de lo plural, donde la vida
se traduce en epifanía.
4.
EL DECIR
Por ello la poesía en Rodolfo Alonso es ante todo un decir. El poema “Es
un decir” dice: “Arar el mar / por no amar / el arado”.
Cuando Alonso remonta la vida, no lo hace como un romántico sino como
alguien que ha pasado por las vanguardias. El poema toma el decir
cotidiano, y tal como Duchamp había arrancado el mingitorio de las ruinas
de un baño y lo había transformado en un
ready made, en un arte recién
hecho, Alonso toma las palabras
–sobre todo el carácter oral de lo dicho, el momento en el que la
palabra irrumpe como decir– y las descompone rítmicamente para
transformarlas a la vez en juego y en revelación. Alonso juega con el
decir, somete el decir a lo dicho como un objeto extrañado y a la vez
arrancado a la vida: en el decir, la epifanía pendiente de la vida traduce
lo poético a un lenguaje común. Cuando digo “común” no digo ordinario,
sino comunitario. La ligereza
de la poesía de Alonso responde al carácter de que se asume como decir
comunitario y compartido en una lengua comprensible por ser común. Y este
decir cree en su inocencia pero no en su ingenuidad. Para Rodolfo Alonso
la poesía es una forma de la resiliencia.
5.
LA POESÍA COMO
RESILIENCIA
La resiliencia fue definida como una poderosa capacidad para resistir al
dolor. Y el ejemplo de esta resistencia a la adversidad es el salmón. La “Oda
a la resiliencia” dice:
En alas del salmón
vuelve la vida
El amor del salmón
¿él lo lleva? ¿o se lleva?
En alas del salmón
la vida vuela
Las fuentes se conquistan
El poeta tiene
el lugar del salmón que se sitúa, si no lejos del tiempo, en su fluencia,
pero a contracorriente. Aquí encontramos el lugar del poema como
resiliencia: la epifanía es un retorno de la vida, pero en alas del salmón
–es decir, del poeta y su poema. Allí la vida, como decía Platón de la
poesía y le gustaba repetir a Borges, se transforma en la poesía, que es
“liviana, alada y sagrada”. A contracorriente del dolor, la poesía no sólo
se escribe después de Auschwitz, sino, como afirmaba Benjamin, se vuelve
redentora. Lo que redime el poema es el dolor en su resiliencia. No lo
niega ni lo vuelve trivial: lo nombra
otra vez. La resiliencia es
resistencia. Y ello, en tanto afirmación de la vida, corre peligro de
muerte. Así dice la dedicatoria de este libro:
A la memoria de
HERMAN KOEHLER,
director de la filial de Stuttgart
del Deutsche Bank y miembro del
Consejo de Administración de Daimler-Benz,
único integrante de la dirección
que ofreció resistencia
a la utilización de mano de obra esclava
que convirtió a las fábricas del Reich
en campos de concentración
y trabajo forzado,
condenado a muerte por ello
y ejecutado en 1943.
Allí donde la historia ejecuta, el poema, en tanto posterioridad, no
situado en la actualidad sino en el “después” que se vuelve el “aún”
(“Auschwitz, aún”), allí el poema redime en su decir los hechos
traumáticos. Lo hace como una traducción de la vida en epifanía, palabra
encontrada, recién hecha, común y al mismo tiempo atesorada: tesoro
pendiente, don pendiente de ser descubierto al abrir como por azar un
libro de poemas, cualquier página de
Poemas pendientes, poemas que
dependen de nosotros mismos para ser de nuevo, como una tarea en común.
Por eso ante la poesía pendiente, como Alonso predica de Arlt,
hay que ocuparse. “Ocúpense de
la poesía”, dice Rodolfo Alonso: es decir, ocupémonos de nosotros mismos.
JORGE MONTELEONE
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