Rodolfo Alonso.......

José Augusto Seabra
De “La Luz de Creta

Selección y traducción de Rodolfo Alonso
1 DE AGOSTO
Esa luz que nos atraviesa como una espada, reverberando en todo el cuerpo, con un centelleo cósmico, es desde luego la de la Grecia sagrada por el mirar de los dioses, a la que siempre volvemos como si inmemorialmente la reconociésemos, íntima. Ella está ya dentro de nosotros, recorriéndonos la sangre y el alma, ascendiendo a la conciencia más inmediata y sensible, en una explosión de serena violencia, a la que nos entregamos sin reservas. ¿Cómo definir lo que es al mismo tiempo limitado y sin límite, contenido y desbordante, entero y excesivo?
2 DE AGOSTO

De año en año, la erosión invisible de la caparazón rocosa, que desciende sobre la bahía, va royendo la costa que se pulveriza. Pero los surcos dibujados en las peñas van resistiendo, tenaces, con sus arrugas estriadas, sus cicatrices sinuosas, sus tallas hondas, sus concavidades súbitas. La luz cruda, diáfana, da una nitidez total a las formas, hasta la minucia, aún a una larga distancia. Es el cielo atravesado por el sol apolíneo, cuya sombra sólo se adivina en el infinito.

Y está el canto de las cigarras, que tiene una armonía secreta, en su monotonía ronca, en competencia con las mareas:

Las cigarras afinan

la grave y secular
guitarra. Al oído
del viento: en desafío
con las olas rendidas
de la historia, agitándose.

4 DE AGOSTO
A lo lejos, las cadenas de montañas superpuestas, como cuerpos yaciendo lado a lado, que se vuelven translúcidos, en sus salientes esfumadas entre el cielo nublado, diluyéndose en la bruma del mar Egeo. Es una hora plácida, en que todo parece detenerse de repente, recubierto por una luz oblicua, en un ante-crepúsculo prolongado. Hay como un convite al éxtasis, a la fruición lenta de la delicia de ser, que sólo el escalofrío irisado de las aguas ligeramente perturba, con una angustia latente, refractada en el aire cortado por una brisa leve, que encrespa los arbustos circundantes. Me siento en la terraza que da sobre la bahía y me dejo estar así, abandonado a un devaneo incierto, en una delectación morosa donde vienen a inscribirse los fantasmas de la noche.
5 DE AGOSTO
Ciego dentro
de los huesos
de la cal
amaneciendo
y sólo ardo
de deseo
en los párpados
del viento.
9 DE AGOSTO

Releo el estudio de George Steiner, Antígonas, que traje conmigo, así como el texto de las observaciones de Hölderlin sobre su traducción de la tragedia de Sófocles. Es siempre con temor que vuelvo a la cuestión de lo trágico, la cual retorna, insistente, como acaso la que los griegos más misteriosamente nos legaron. La visión de Hölderlin, que Steiner analiza largamente, es al mismo tiempo una teoría de la tragedia y de la traducción, en que la hybris es confrontada: de ahí que haya pagado con la locura su empresa insensata. ¿Pero sin esa experiencia de transgresión de los límites habríamos accedido nosotros a la verdad mortal de lo trágico? Antígona, en su libertad irreductible, frente a las leyes de los dioses y de la polis, es el símbolo de lo que, en la conciencia humana, trasciende las fronteras de la razón, pues es del orden del amor, en lo que tiene de más alto. La fraternidad de la sangre como imperativo categórico, que Kant no supo asumir hasta el fin. Y Hegel, que con Schelling fue compañero de Hölderlin en la juvenud, tampoco, a pesar de la dialéctica, a pesar de la aufhebung. La confrontación de los opuestos, en su coexistencia al mismo tiempo necesaria e imposible, alcanza con el poeta alemán la expresión suprema. Por eso su Antígona nos toca en lo más íntimo, en la médula del ser.

13 DE AGOSTO

¿De qué temple
fermenta
la lámina
de luz
tan rápida
por dentro?

16 DE AGOSTO
En el momento en que algunos, obnubilados por el mercado único de 1993, parecen olvidar que Europa tiene un alma, la cual, como dijo Pessoa, es griega en su nacimiento, será bueno recordar algunos de sus valores esenciales. Es cierto que Grecia todavía no consiguió volver a erguirse de una larga decadencia. Pero, como decía Henry Miller, ”nada puede ensuciar el mar griego, el cielo griego”. Es necesario asumir la herencia helénica, prolongada por las de la Latinidad y el Cristianismo, trabajando para que un “Nuevo Renacimiento” sea posible, en este viraje de siglo y de milenio, cuyas señales proféticas se anuncian, en indicios mínimos, deshechos.
23 DE AGOSTO

Hace dos años, nos llegaba aquí a Creta, desde lejos, la noticia de la muerte de Jacinto. ¿Cómo no recordar la mitología que está ligada con su nombre, en esta Grecia que también amaba?

    En flor te hirió Apolo la frente vulnerable
    cuando la sangre en sombra tu alegría inundaba
    y el asta de firmeza te erguía a clara cima
    donde siempre subías con las sandalias libres.

    Lanzabas contra el viento, en tu flecha de oro,
    el dardo con que, exacto, tu golpe despedías
    tan ágil y certero. Pero el dios con el fuego
    y la amistad jugaba, como tú con tu vida.

    Todo tu flanco joven aflojó en su regazo.
    Pero ya en tierra abrían tus más puras simientes
    a pesar de insectos voraces y nocturnos.

    Y aguas de la tristeza innúmeras regaron

    agua de las raíces creciendo hasta los pétalos
    en que naces de nuevo, vertical, oh poeta.

24 DE AGOSTO
A pedido de un grupo de ecologistas y artistas griegos, inauguré una exposición en Istron, habiéndoseme pedido glosar el tema de la relación de los griegos con la Naturaleza. En mi discurso retomé a algunos filósofos presocráticos y poetas trágicos, en la traducción de Marguerite Yourcenar, que tenía conmigo. Fue sobre todo en Empédocles y en Esquilo que fui a buscar las citas. Es extraordinario como en ellos se encuentra, nítida, una visión de la Naturaleza como un sujeto en diálogo con los dioses y con los hombres. ¿Qué mejor fundamento para una ecología auténtica, liberada de los quitaypon de la política? Fue lo que intenté transmitir a mis oyentes. Algo se habrá traspasado en mis palabras, calurosamente aplaudidas. Pero qué distancia -¡qué abismo!- entre el francés y el griego, aunque esté de por medio Marguerite Yourcenar....
26 DE AGOSTO
Fuimos a visitar un pequeño convento religioso, enclavado en la ladera de Istron, de la Orden de Faneromenis. Nos recibió el monje-mayor, acompañado por una especie de gobernanta. El convento nació de una gruta en las rocas, donde fue encontrado un ícono, que allí se conserva. La iglesia es subterránea, con los ornamentos sagrados dispersos por la gruta. Impresiona el aparente estado de pobreza, o por lo menos de abandono, si es que no de degradación, del edificio, que fue también una fortaleza contra los invasores, de la que se conservan vestigios. El monje es acogedor, con su barba blanca y su hábito hasta los pies, algo mugriento pero elegante. En su “estudio”, todo es de una gran sobriedad, desde su escritorio al lado de la cama, donde duerme. No vimos a los otros monjes, que debían estar en las celdas, cuyas puertas están coronadas por pequeñas cruces toscas, talladas en el dintel de las puertas. Una serie de gatos, desparramados por el patio, durmiendo a la sombra, dan un aire de pereza al convento. ¿Qué harán los monjes, además de rezar, comer y dormir? Es el Estado quien les paga, aunque reciban también ofrendas de los creyentes. Allí pusimos asimismo una vela en el gran candelabro de la iglesia, por cien dracmas... El convento tiene, por otro lado, recursos propios: una quinta medio cultivada medio abandonada, donde pastan algunas cabras. Hay vestigios de antiguos trigales y manzanares, pero no queda nada más que una desolación, que parecería propicia a los eremitas.
27 DE AGOSTO
En un barco alquilado, navegamos hasta la pequeña isla de Psira, situada en la boca del Golfo de Mirabello, ahora desierta, pero que fue la sede de una metrópoli minoica. Las ruinas están alli, abandonadas. La estructura de siempre, semejante a la de Gournia, con las casas minúsculas, encimadas, adivinándose el ágora, los almacenes: Cnossos en miniatura. La posición estratégica de la isla debía darle un papel importante en la talasocracia cretense. Ahora, impresiona ver la corteza del monte alrededor, recubierta de jaras, mientras que la ensenada donde anclamos, como una leve punta de arena, parece un puerto antiguo, rodeado de rocas, como muralla defensiva. La sensación de que la historia es cíclicamente enterrada, no dejando más que restos perdidos, muertos.
28 DE AGOSTO

Es el último día, el fatídico día del regreso. Miro el cielo muy azul, en el espejo de las olas verdosas, lentas, y siento en el cuerpo toda la conjunción de los elementos, que es tal vez el secreto de esta sensación de plenitud que aquí nos envuelve. ¿Cómo escapar de este encantamiento, de este temblor múltiple de la luz, que nos fascina y ciega? ¿Cómo arrancarnos del éxtasis? Es una ruptura brutal, seca, que nos quiebra físicamente por dentro.

Rodolfo Alonso. Poeta, traductor y ensayista argentino, nacido en Buenos Aires a fines de 1934. Es una de las voces reconocidas de la poesía latinoamericana contemporánea. Fue el más joven de la legendaria revista de vanguardia “Poesía Buenos Aires”. Publicó más de 25 libros. Fue el primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina. Tradujo también a muchos autores de diversos idiomas, entre ellos Giuseppe Ungaretti, Marguerite Duras, Cesare Pavese, Paul Éluard, Carlos Drummond de Andrade, Eugenio Montale, Jacques Prévert, Guillaume Apollinaire, Murilo Mendes, Pier Paolo Pasolini, Rosalía de Castro, Manuel Bandeira, Charles Baudelaire, Paul Valéry, Stéphane Mallarmé, Olavo Bilac, Lêdo Ivo, André Breton. Antologías de su obra poética fueron publicadas en Bélgica, España, México, Colombia, Francia, Brasil, Venezuela, Italia, Cuba y, próximamente, Inglaterra. Escribió textos para cine, como el célebre corto metraje “Faena” (1960). Premio Nacional de Poesía (1997). Orden “Alejo Zuloaga” de la Universidad de Carabobo (Venezuela, 2002). Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (2004). Palmas Académicas de la Academia Brasileña de Letras (2005). Premio Único de Ensayo Inédito de la Ciudad de Buenos Aires (2005). Premio Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia, 2006). En Italia acaba de aparecer su antología bilingüe “Il rumore del mondo” (Ponte Sisto, Roma, 2009), con prólogo de Juan Gelman y traducción de Sara Pagnini.











Rodolfo Alonso
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Poeta, traductor y ensayista argentino, nacido en Buenos Aires. Es una de las voces más reconocidas de la poesía latinoamericana contemporánea. Fue el más joven de la legendaria revista de vanguardia “Poesía Buenos Aires”.

Publicó más de 25 libros. Fue el primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina. Tradujo también a muchos autores de diversos idiomas, entre ellos Giuseppe Ungaretti, Marguerite Duras, Cesare Pavese, Paul Éluard, Carlos Drummond de Andrade, Eugenio Montale, Jacques Prévert, Guillaume Apollinaire, Murilo Mendes, Pier Paolo Pasolini, Rosalía de Castro, Manuel Bandeira, Charles Baudelaire, Paul Valéry, Stéphane Mallarmé, Olavo Bilac, André Breton. Antologías de su obra poética fueron publicadas en Bélgica, España, México, Colombia, Francia, Brasil, Venezuela, Italia y Cuba. Premiado en Argentina, España, Venezuela, Brasil, Colombia, EEUU. En México se han publicado sus libros: “Lengua viva” (La Hoja Murmurante, Toluca, 1994); “Poesía junta (1952-2005)”, con prólogo de Juan Gelman (Alforja, México, 2006); “Antología esencial”, de Paul Éluard (Alas Vivas, Morelia, 2006); “La voz sin amo” (Ediciones de Medianoche, Zacatecas, 2008); “Poesía en general”, antología de Lêdo Ivo (Alforja, México, 2008). Suele colaborar habitualmente en “La Jornada Semanal”, “La Cabeza del Moro”, “Alforja”, “Archipiélago”, “Posdata”, “La Otra” y varias publicaciones mexicanas.