De
la tierra viene la piedra por eso la piedra es un arma pura.
La
tierra elige el puño que lanza la piedra por eso el puño
que lanza la piedra es un puño puro.
La
tierra busca en la piedra y en el puño que tiene la piedra
su
futuro de casa abierta y de luz de pan y de puño libre.
La
tierra tiene razòn, ella es un caballo enfurecido
cuando vienen a morderle el horizonte.
La
tierra y sus caballos van de palmo en palmo por la piedra
y
por los puños y con el corazòn en ristre alzan muros
de
piedras con alas para defender el alba.
La
tierra sabe, tiene memoria, recuerda las cocinas
que alzaban la bandera del dìa desde las ventanas.
Sabe, recuerda los festines del verdugo que arrasando
cocinas desterrò las banderas que eran como una mùsica.
Sabe, recuerda a sus niños, uno a uno, nombre por nombre,
y
a las mujeres y a los hombres que la florecìan
de
olivos brillantes bajo el crepùsculo.
La
tierra tiene memoria, y en cada parto de la piedra
la
ofrece como una revelaciòn, le nace alas
le
traza una luz en el costado para que lleve el Basta
Para que grite su Esto es Nuestro.
Aquì nacimos, aquì estamos muriendo dice cada piedra.
Y
dice cada piedra:
tambièn de indolencia, a golpes de segundo mortal
y
de silbido homicida estamos muriendo
en
manos del fuego màs terrible morimos,
bajo la ocupaciòn bestial de la indiferencia
dicen las piedras.
Pero ya todos
sabemos que las piedras no mueren.
Son como algunas
palabras. No mueren.
Alzan con su vuelo
muros de luz para decir vida.