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Oscar Portela |
A MI TORDILLO |
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A mi tordillo blanco en sueños
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Levemente abría mis ojos a los vientos del mundo
y ahí estabas, esperándome ya, sabiéndome
como solo saben
los corazones que saben,
olfatendo al joven tembloroso,
jadeante tú tambien como un espejo
de cálidas y mansas dulces aguas, oh mi tordillo
alado, con los hijares esperando la voz del movimiento,
con las crines alborotadas, siempre pajareando
tú, y yo sintiéndome uno solo contigo, dueño
del universo entero, ocultándome en ti
y develándome en la potencia de tus fuerzas
que arremetían contra todo paisaje, oh mi dulce
tordillo, tú esperándome todavía en mis dulces transueños
y yo sabiéndote aún, cuando el crepúsculo cae
sobre el poniente y el cansacio hace nido sobre mi alma.
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Levedad
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Leves como la espuma
del mar-amor, leves
como el soplo aureo
del aliento que insufla
vida al desierto
del espiritu:
leves como la juventud
levisima, sin la cruz del
pasado que lapida
los nombres, y hacia
el cual corre el mar,
ni los ojos oscurecidos
por el sol lanzados
hacia el futuro,
leves, así de leves
como el instante
que se fuga
sin que nadie lo advierta,
leves, leves, levísimas, entre espasmos agónicos
...............................y sueños
que prometían éxtasis,
y auras, donde yacer
desnudos y puririficados,
leves, leves, levísimos,
estabamos, estuvimos,
durante unos instantes,
aquí, en este mundo,
mientras el sol caía
sobre la hosca tierra
llenándose de sombras,
aquí, aquí, leves, levísimos.
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(marzo/2004) |
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