Por lo perdido y lo encontrado,
por esa sangre derramada,
por estas lágrimas vertidas
y por la sombra ajusticiada,
mi corazón brinda de nuevo
en las espumas de los días,
por estos cielos que son mares
y por los mares que son ríos.
Por este canto ya cantado
que mana voces todavía,
por el poema fulminado
y aquella flor en agonía
y aunque la luz de este verano
pueda secarme las pupilas,
brindo por la ceguera, y por la noche,
por la carnicería de los Días,
y brindo por los viajes
y los sueños aunque a la
tumba fría me deslice.
Y brindo por las horas
como un muerto porque
la muerte bebe de la vida.
Y el corazón repite ensimismado,
horas, sueños, delicias
o venturas, que no me pertenecen y son mías. |