Dice que estamos volviendo al “no te metás” y que desde los intelectuales sólo hay silencio. Y fulmina: “La extraordinaria circulación de mi obra se la debo al dueño de un ciber”. Seguirle el tren a veces resulta imposible. Su cabeza no para. Ni bien se repone uno de alguna reflexión, que ya asesta otra demoledora. El país y el mundo, la provincia, la cultura, los jóvenes, la literatura, de todo hace un análisis que más que invitar, incita a pensar. Y su estilo ayuda: provocador, pesimista y perspicaz, pero con el decir exquisito de poeta. Oscar Portela, en un diálogo desigual con este periodista.
La charla se perfila políticamente incorrecta. Y vaya si lo será. Sostiene que la realidad nacional es ominosa. “Nos están desguazando sin antecedentes, en lo económico y territorial. La política exterior de Kirchner nos pone en una situación de marcianos frente al mundo. De qué forma vamos a hablar con los socios del Mercosur?”, dice, para alertar que se propaga lo que el escritor venezolano Rafael Rattia llamó “dictadura continental de corte populista”. Claro que ese avance, asegura, se da de forma enmascarada.
La salida, para Portela, es apostar a una reconstrucción de la memoria colectiva. “Tenemos una forma maniquea de mirar el pasado, a la memoria se la ha trampeado y mutilado”, dispara cuando se le pregunta por el “setentismo” imperante de la mano del kirchnerismo.
Entonces, pronostica: “Vamos hacia el totalitarismo, este presidente no necesita Congreso. Asistimos a la muerte de la República. Eso va a generar una resistencia, pero nos va a retrotraer a un pasado negro”.
Más de un pingüino podría ver en estas palabras una influencia de Patti, pero el escritor de Loreto se refiere a otra cosa. Habla de lo que no muchos están preparados para ver, por aquello de que no hay peor ciego.
Es cuando la disquisición porteliana corta hasta el hueso: “Ante toda esta situación, desde la escena intelectual sólo hay silencio. Todo el mundo empieza a tener miedo a exponerse. Eso es de un sistema absolutamente antidemocrático. Volvemos al no te metás, pero bajo otro maquillaje. ‘Éste es un idiota útil porque se mete’, se piensa hoy. La entrega de tanino y el Pacto Roca-Runciman son cosas pequeñas comparado con el entreguismo de tierras y recursos naturales que se está haciendo ahora”, dice.
El autor de “La memoria de Láquesis” va más allá y reprocha que instituciones que en otros tiempos tenían protagonismo hoy ven desdibujado su rol. “La Iglesia perdió reflejos para actuar en lo político-social. Sus sermones son abanicos para dar un poco de fresco sobre una realidad que quema”, sostiene, para añadir algo que a tanto neokirchnerista le pondrá los pelos de punta: “El Ejército tiene una función social. Nació con la Patria y debe darnos un sentido de resguardo y orden. Desde Balza al actual jefe, son personajes funcionales al esquema de poder de turno”.
Su tesis, descarnada por cierto, tal vez sacuda la modorra ética del ser argentino y su ciclotimia tan escandalosa. “Hay una asfixia en todos los niveles sociales, un cansancio moral”, agrega Portela, para ir a otro tema que lo apasiona y para el que tiene voz autorizada por haber dedicado su vida a ella: la cultura.
“Hablar de cultura en esta situación es vacuo. Nadie pude consumir si desaparecen los objetivos de la polis que son garantizar la salud, la seguridad, la educación y la alimentación. Aníbal Ponce decía que cuando el bien cultural se vive en calidad de privilegio envilece más que el oro. ¿Quién puede acceder a todo eso cuando el hambre llama?”, se pregunta.
Luego sobreviene un párrafo crítico para la actual administración cultural de la provincia. “– Hoy en día a mi el Estado me dio una estocada mortal, me inmovilizó y ninguneó. El actual diseño de políticas culturales no tiene ningún tipo de función para mi. Hoy todo lo que se hace son megaespectáculos como en la TV, donde prima lo acústico y lo visual, se ha arrasado con los espacios de debate y análisis”.
Y aunque sus dichos puedan incomodar, su amistad con Norberto Lischinsky revelan que no hay mala intención, en una provincia donde políticamente todos suelen estar malquistados con sus superiores. Por eso explica su postura: “El escritor no debe pertenecer a ningún esquema ideocrático o partidocrático. Debe tener compromisos civiles y yo los tengo”, remarca.
Más adelante, el vendaval Portela viene hacia aquí. Lo recibo estoicamente y, digo más, comparto su visión: “El periodismo está en crisis, ya que debiera ser la escena del debate ideológico y de la apertura que nos debemos desde hace mucho”.
Llega el momento de hablar de su obra. Pero no por eso la charla decaerá. Adelanta que trabaja en una obra de teatro y en un ensayo filosófico-político. Además, ya está terminado y espera poder entrar en imprenta su decimocuarto libro de poemas, intitulado “Descarnado”.
“Nunca mi obra circuló tanto como en estos dos años. Y no se lo debo a nadie, más que al dueño de un ciber. Hay más de cien páginas web que contienen mi obra”.
Se refiere a portales de Portugal, varias provincias de España (Galicia, Valencia, Madrid), Nueva Orleáns, Venezuela y el suyo propio, www.universoportela.com.ar, entre otros.
Como toda entrevista, sobre el final hablamos como quien dice de bueyes perdidos. Pero Oscar y su rabiosa lucidez tampoco en este tramo se ausentarán. Me dice que hay “miles de jóvenes en la provincia que no quieren ver el sol”, y aunque pueda parecer más allá del bien y del mal, se angustia por esa realidad, que extrapola a todo el mundo, y dice: “Los videogames son la mejor manera de tener esclavos a escala planetaria. La gente que los consume no interactúa con la realidad. Los jóvenes son una generación de zombies, es una forma fatal de sometimiento”.