Le tengo miendo a la vida
Cruel y Azaroso Misterio,
y a los designios ocultos
en la cruz de nuestra sangre.
De la soledad que vengo
tampoco yo no se nada.
Voy y vengo de su noche
como vagabundo errante.
No se si pago la culpa,
de otras vidas descuidadas,
solo sè que no le tengo
miedo a la muerte esperada.
Sola y cierta muertecita,
doncella desnuda y pàlida,
que libraras de agonìas,
las dudas de èsta mi alma.
Y liberado de todo,
sin pasado ni mañana,
sabrè que nada comienza,
y nunca termina nada,
salvo el miedo de la Vida,
los sueños de horribles màscaras,
y se abrirà en el silencio
la Flor que no dice Nada.
A Pedro Alfeca Joldi,
Estrella, Pat y Pedro Martinez |