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Oscar Portela |
Luisa Mercedes Levinson o las Potencias del Mito |
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LA PASION Y EL ESPECTRO DEL ABISMO |
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Aquí sólo existe el vacío, el abismo, abierto sobre el precipicio del
incesto, en el cual el origen es permanentemente vuelto a sí mismo como
fatalidad, como Moira, como Ananké. Una serpiente que no cesa de
constituirse en anillo. Sin embargo, los sótanos incestuosos de la calle del
Aromo, no se cierran sobre sí. Se diría mejor que terminan abriéndose sobre
otros de modo rizomático y así será efectivamente, porque no se trata de
hacer sociología de estructuras corruptas, sino de mirar más lejos hacia el
sentido de la maternidad y la repetición.
"La Casa de los Felipes" está pregnada de un alto grado de tensión poética,
pero al mismo tiempo hay un sostenido que permite contener su ritmo
vertiginoso de vorágine. Existe un "crescendo" contenido, una prosa ceñida a
los golpes de martillo de una emoción que finalmente podrá diluirse en las
brumas fantasmales del capítulo final. El juego profano y herético de las
sustituciones opera ya las tácticas del simulacro, donde nadie es nadie,
porque nada viene de padre o de madre como la "tierra". Dice Bataille al
respecto: "Entre las diferentes oposiciones que mantienen la existencia de
los hombres bajo la dura ley de Heraklito no hay otra más ineluctable que la
que opone la Tierra al Cielo, a la "necesidad de castigar" las turbias
exigencias de la tragedia; por una parte, se componen la aversión al pecado
y la claridad del día, la gloria y la represión militar, la rigidez
imprescriptible del pasado; por la otra, la grandeza pertenece a las noches
propicias, a la pasión ávida al sueño oscuro y libre: la fuerza está
conferida al movimiento y, de ahí, cualesquiera que sean las numerosas
apariencias, arrancada al pasado, proyectada a las formas apolíticas del
futuro" y termina Bataille: "Es cierto que no existe humanamente un ejemplo
en que una forma represente, con exclusión de otra, una de las direcciones
posibles de la vida. No por ello, estas direcciones son más fáciles de
descubrir y de describir". Entre estos dos polos, privilegiando el instante
extático del tiempo de la repetición "ctónica", se mueve la búsqueda de los
arquetipos en la lírica de Luisa Mercedes Levinson que es también una épica.
Lo "ctonico" es también el mundo de lo lunar, de la procreación sin
engendramiento, y el mundo informe de la tierra sin rostro, que se vale de
la sustitución en el momento del éxtasis erótico, donde se rompe el sentido
de la identidad y de la alteridad, instaurándose la identidad como simulacro
de un origen imposible - el andrógino sagrado - y se borran las huellas de la
repetición, sustituyéndose lo "ctónico" y lo "saturniano", por la huella
borrada de la diferencia anterior a la "diferencia". La identidad "ctónica"
que desemboca en este abismo es igual a intensidad y devuelta al cause, como
quería Klossowski, en la que se forma la huella y algo se reconoce a sí
mismo como voluntad de poder, de conciencia y deseo. De esta manera deben
cumplirse el rito de la sustitución, bajo los mosquiteros del mundo
indiferenciado del deseo. Si bien es cierto que las cuatros novelas
fundamentales de Luisa Mercedes Levinson forman una unidad abierta, también
algunos cuentos dispersos en "Las tejedoras sin hombre" y "La Pálida Rosa de
Soho", retoman la búsqueda del tiempo perdido. La búsqueda del edén pasa por
lo que Bataille enuncia:
"La unión de los amantes se enfrenta a este interrogante infinito: en el
supuesto de que el ser unificado que deforman cuenta para ellos más que el
amor, están condenados a una lenta estabilización de sus relaciones. El
vacío horror del cónyuge regular ya les aprisiona. En el caso de que la
necesidad de amar y de perderse sea más fuerte para ellos que la
preocupación de encontrarse, no tienen otra salida que los desgarramientos,
las perversidades de la pasión tumultuosa, el drama, y , si se trata de un
carácter íntimo, la muerte. Añadiré que el erotismo constituye una especie
de escapatoria ante el rigor a este dilema".
De este modo, las expresiones de Bataille son por entero aplicables al drama
de la María Soledad de "La Isla de los Organilleros". Si bien en esta novela
el tema del incesto se soslaya queda aún clara la oposición del mundo "ctónico" de los organilleros, esos despojos de la humanidad, simulacros de
seres y el mundo saturniano de la isla de Freya, en la cuál se pretende
restaurar el mito ario a través del simulacro wagneriano de un imposible
mundo de Dioses que son máscaras.
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LA FUERZA Y EL MUNDO DE LO CTONICO |
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Dalmacio Robles es apenas una sombra: la evocación de una gran fuerza
ctónica que quiere manifestarse en el mundo de los hijos (kinderland) antes
que en el mundo de los antepasados (vaterland). "Acaso toda la humanidad en
su rotación infinita es un gran cáncer que se desintegra y se vuelve a
integrar reproduciéndose y creciendo por su cuenta, contrariando el
pensamiento de Dios?", dice en algún fragmento Luisa Mercedes Levinson.
La autora da así una clara pista para marcar su filiación no consciente, con
respecto a la parodia selectiva del eterno retorno. Los Organilleros son
aquellos que pueden hacer retroceder los ríos, los ríos pueden devolver las
aguas que han pasado. Dalmacio Robles es una vez más sólo intermediario de
la maternidad, luego de lo cual es el que vuelve a la tierra de la cual solo
es una imagen. El mundo de las vírgenes wagnerianas sucumbe al fin ante la
magia, el hechizo de una comunidad: la de madre-hijo, que las referencias a
la sangre no pueden lograr. Novela violenta, sin el rigor de las visiones
nocturnas de "La Casa de los Felipes", "La Isla de los Organilleros" revela
la tierra como una "herida que sangra creando y destruyendo incesantemente a
unos seres finitos: en ese sentido la auténtica universalidad es la muerte
de Dios" (Bataille). Y el mundo en el que desemboca "La Isla de los
Organilleros", contradice un mundo centrado en la idea resplandeciente de
Dios. "A la sombra del Búho" disuelve estructuralmente la idea del original
y de la copia.
Por lo tanto no se trata de la búsqueda de los orígenes, ni siquiera de una
identidad sagrada. Son pulsiones, intensidades que nos remiten al mundo
originario y de los arquetipos, que los duplican y se manifiestan por
doquier, explotando como síndrome de todas las culturas.
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LA NOSTALGIA DEL ORIGEN |
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De nuevo las cronologías nos devuelven al simulacros de un tiempo originario
donde vuelve a entablarse la lucha entre Asterio y Teseo, entre Apolo y
Dionisios, ante Gualterio Mendiburu y de las Casas y Walter Loo. Pero como
la visión niezscheana del mito, Teseo se incorpora a Asterio, Dionisios
puede usar el disfraz de Apolo, Gualterio el cuerpo entero de Walter Loo y
las sombra del original (el Chuchento, ser el tercero delegado) el asesino
de Dios, el asesino de Saturno. De nuevo el juego de las sustituciones en el
proceso del engendramiento. Felicitas y sus identidades enroscadas parece
multiplicar indefinidamente los espectros, y al mismo tiempo ser madre de un
hijo de Gualterio Mendiburu y de las Casas, de Walter Loo e incluso por qué
no?, de Sir Walter Raleigh reencarnado. El tema de la alteridad es
dinamitado definidamente y Caín y Abel son uno, como Teseo y Asterio, como
Dionisios y Apolo, como Gualterio y Walter Loo. |
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