Vienes a mi, surgida de la espuma,
y como el pájaro
que siente
" en toda intensidad
el aire", te sostienes en mis oscuros
duelos, en mis hondas doloras,
en los suspiros de Icaro,
que adormecen mi sangre,
tu, a mi vera,
estrella, concha marina,
fenix del espiritu que en el cenit
floreces, y haces del tiempo
bucaro, que eternidad enciende,
allá en el eter,
donde todo es etereo,
el canto de Serafines
y el ruego eterno
de querubines bellos: Así
estás junto a mi, así a mi Vera,
para auparme en tus alas
cuando caígo al abismo
donde el vertigo asciende,
y solo quedan prisas,
prisiones y tormentos:
tu, alma de mujer, omnicomprensiva
violeta, Gaia, - "tierra",
agua, luna-, que ocultas el nombre
de quien vendrá a reinar.
¿Como nombrarte pués
sino daimón radioso
que en mis oidos susurras,
melodías no escuchadas aún?
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