El frenesí, casi el delirio de obtener premios como sea, porque “ser es circular” y sin circulación no hay fama. La fama a toda costa. ¿Adonde lleva la fama? ¿ Al poder, al dinero? En el caso de los poetas de lo trivial se pasa a lo infame, - y de lo sagrado de una misión al terror de la vacuidad de los fines-. Los medios se prestan a eso. Están “ a la mano”. Rudolf Eucken y Winston Churchill fueron premios Nobel: Joyce y Proust, no.
En todos los ámbitos la posesión demoníaca está dominada por el vértigo de la velocidad. Realizar una obra lleva tiempo, más que el tiempo de “una vida”, pero Los Premios acortan
el camino. La hoja en blanco de Mallarmé ya no causa “angustias”: las computadoras se llenan de palabras – las aún vigentes- y los “escritores” surgen por generación espontánea
e inaguran nuevos tiempos: los tiempos de “la producción a gran escala del producto literario”.
Sin embargo los escritores de hoy – con fama y prestigio de elite – jamás estuvieron tan lejos del poder y la tierra a pesar de la defensa de los “humanismos”, de los “manifiestos” y de las “internacionales” mundanas de escritura testimonial.
¿Adonde se intenta o se quiere llegar? El pasado está ocluido y también sus poderes, sobre quien intenta renovar el tiempo presente. El olvido a que está sometida la fama es terrible
en la sociedad mediatizada donde todo objeto de “culto” es solo un fetiche.
Sin embargo proliferan los “concursos” y los Premios nadan en un pecera color Hollywood.
Desde Dante la poesía y el pensamiento son por esencia “civiles” y por ello los que escribieron lo hicieron para “hacer vida” – para luchar por y contra sí – en el sentido de desenterrar los tesoros de la memoria ocultos en los misterios del lenguaje.
Hoy se trata de las “marquesinas”, del sow.bussines, de un tiempo paralizado que creé moverse como un rayo. Ya llegamos, ya llegamos. ¿ Adonde? A derrotar a los moros con un jinete muerto en el caballo.
Oscar Portela Julio 2006-07-04
Corrientes Argentina |