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Oscar Portela
Sobre el Duende
Adios Antonio Gades
Hidalgo de los escenarios flamencos

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En la magistral conferencia de Lorca sobre las diferencias entre el Angel, la Musa y el Duende - poco citada -, queda claro que estas diferencias (lo que protege, lo que que dicta, lo que que manda) viene de la antigua Grecia: el duende es el daimón, pequeño demonio, que desde los oídos, recorriendo la sangre, impone a un artista sus dictados: el aura que emana de una personalidad es por ello intrasferible. No se trata solo de técnica, sino de lo que el artista pone de sí, más allá, hasta lo que manda el duende, y el garbo (el encanto, el "charme") de ese artista, su "marca registrada", va hasta donde el duende diga "entregate!".

Para los que no tuvimos un "tet a tet" con el magistral gitano Antonio Gades, nos bastó verlo en "El amor brujo", luego con "Bodas de sangre", mas tarde con la adaptación de "Carmen" de Bizet, y finalmente con ese compendio acerca de las fuentes del flamenco que es la sensacional "Flamenco" de Saura - muchas de las demás fueron también de Saura -, en la cual atravezamos los espejos, y nos hundimos en el abismo y la turbulencia de ese ritmo, que nos retrotrae a una ceremonia, en la cual la muerte-vida y la vida-muerte, juegan un ritmo a travéz del cual solo el corazón sabe acerca de los limites de lo mortal.

Con la muerte de Antonio Gades, se va otra marca registratada: su apostura, su aparente hieratismo, eran dagas que herian el corazón de su auditorio. Unico, como es la raza gitana que representaba, único por la danza que lo llevaba aupado, porque en lo ancestral se encuentra el misterio del arte, solo en los dictados de la sangre, manejada por el daimón del duende que manda: "entregate, hasta más allá, aunque tengas que perecer en tu aire".

No importa que en la vición actual, no mande el duende, el misterio del duende, porquer este no desaparecerá jamás, como no desaparecen - aunque así lo paresca -, todo aquello que pertenesca a los limites de lo humano, que no pone en contacto con nuestros misteriosos origenes. Adios Rey del Flamenco, otros te sucederan, pero jamas se remplazará tu hidalguía en la que mandaba el duende, solo el duende.