Cuando llego al pequeño recinto, el ambiente se resiente de un entusiasmo
ditirambico, con raras reminiscencias tribales o báquicas. Los habitantes
de la "cueva", están absovidos individualmente por la guerra librada
contra un enemigo astuto y cruel, pero al mismo tiempo, el grupo muestra
entusiasmo de conjunto, en esa batalla en la cual se juega el prestigio de
la familia "cromagñón" : los sofwart son cada día mas complicados, y la
guerrilla impiadosa, sigilosa, puede en segundos asestar su estocada
fatal: los "nerds" son los más excitados, mientras los árbitros de la
elegancia, se muestran menos atávicos, y los "informales", hacen de "fans"de
los "nerds": "gordito", le susurro al oído al "nerds" más obsesionado en
su cacería de guerrilleros deslizándose entre las colinas del inhopito
desierto,"mata un colonialista", no todos los guerrilleros son asesinos a
sueldo: no me escucha, no puede distraer ese segundo que puede poner en
riesgo su vida y el de su fuerza de comando.
El entusiasmo crece con la muerte de
algunos guerrilleros que caen victimas de las certeras balas de los
mejores tiradores. El petiso, "nerd" atípico, que más que hablar se
comunica a gritos y con poquísimas palabras, está al borde de un ataque de
nervios, y todo está atravesado por un suspenso que puede tener su epilogo
en minutos: el arbitro de la "cueva", contempla con una sonrisa cómplice
la cacería de los dinosaurios, que sabe, será victoriosa.
Las "barbis" de aquella tropelía propia de "Jurasick Párck", colaboran con
silbidos, términos intraducibles y se excitan hasta llegar a sublimar sus
pulsiones, mientras la temperatura sube alcanzar movimientos sismicos.
Se trata de una ceremonia, de un rito
iniciático repetido una y otra vez a lo largo de la historia, el mismo que
alguna vez permitió al joven entrar al mundo de los adultos, mientras
ahora lo encierra definitivamente en los juegos de simulacros, maquinas
parlantes, "bibelots" propios del nuestra post-historia, en el cual las
viejas cavernas y las bestias primitivas, son remplazados por ficciones
visuales y acústicas, - maquinas parlantes- , únicos medios de participar
y protagonizar del descarrilado carrusel de la historia, espejo con el
cual cual los "cromagnones" no quieren saber nada.
En la cueva están más seguros y la cacería
no forma parte sino de un sueño interminable: el sueño del poder y la
seguridad en uno mismo. Por fin llega el momento culminante y el público
de ese improvisado estadio se desmanda: mi gordo, el"nerd" más admirado
por el heteroclito grupo, a terminado de aniquilar a un miembro de "Al
Quaeda"?...,y la respuesta no se hace esperar.
Tiembla la "cueva", es el gol esperado de un nuevo Maradona, de un Chuck
Norris que lucirá por un instante el mirto de los vencedores de Salamina:
gritos, algún perdido "sapukay", silbidos, aplausos, puños en el tablao
del lacio, saltos de siuxs que han conseguido la cabellera del blanco, al
que habría que quitarle el corazón para que la ceremonia sea real, e
integrar la fuerza del enemigo a la del guerrero.
Después vendrán la pipa de la paz, el poker,
los vasos de tragos largos y el esperar la madrugada, porque las guerras
contra el enemigo se deben librar solo de noche : el sol nunca fue buen
consejero de los rayos lazer, y las computadoras funcionan mejor en un
ambiente nocturno, cuando la mayoría descansa, y la ambición sueñera,
hasta que el sol haga caiga verticalmente sobre los cuerpos. El gordito,
mi gordo, muestra en su rostro las señales de una satisfacción inmensa.
Ahora solo debe esperar que George. W. Bush
lo condecore.
En el fondo de su candido corazón siente
que acaba de pasar a la historia. Todavía atado a su roca, expiando su
culpa contra la autoridad divina, Prometeo siente como los humanos han
perdido el fuego de la libertad que reposa en la palabra.
En su improvisada Altamira del siglo XXI,
los "Cromagnones" se admiran de los adelantos técnicos, aunque éstos hayan
sido preanunciados desde hace siglos, cuando por primera vez un humanoide
se atreviera a pintar en Lascaux, la imagen rupestre de un animal
primitivo. Trazos éstos que creímos durante mucho tiempo, separaba
definitivamente al animal del hombre.
Tantas veces ha entrado el hombre a la
historia, como a salido de ésta realizando la larga ruta que conduce del
mono al "supeh-heroe".
Oscar Portela febrero 2005. Corrientes Argentina.
Corrientes, enero 2005
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