No son los gritos paratácticos de los primitivos hominidos, al descubrir una
pieza de caza, no son solamente los insignos verbales de los alienigenas, al
no encontrar en el planeta indicios de vida creadora, sino fantasmas que los
aventajan en la falta de necesidades vitales, no, no son solo coprofágicos,
coprolalios y escatológicos síntomas de que la repetición que no deberia ser
posible (y lo és?), de que la miseria, la carencia, la penuria, son estigmas
de la pobreza del ser, que esencia en el lenguaje como mundo, como inicio de
un espacio, de un un mundo, que "mundea": sus delgadas piernas ocultas por
largos y jamaiquinos pantalones, ván a dar a veces, a unas raidas sandalias
de goma. Y sin embargo son sus gritos, son ese especial idiolecto, el que
distingue el idoceo lenguaje del “nerd”, que inciste en llevarse a la cama
la podredumbre del idioma, cuando el fantasma de la castración debe
perseguirlo hasta en sus sueños.
Troy no es Terence Stamp en “Teorema”, pero las “Barbis” enloquecen por él,
y a su lado no existe ninguna Samantha Edgard, ni tan siquiera una Margarita
Gautier, con un alambicado Robert Taylord a su lado, para laudar su ego nada
cartesiano, que no proyecta sombras sobre el “mundo”, como no ser las
vibraciones de sus gritos.
¿Sabe Troy que significa “vivir”? Lo sabe sin saberlo cuando grita, cuando
mata, al modo que se yó, de un Swartzenegger, en medio de algunos
característicos, y de algunos elegantes, que también los hay, porque en
Lascaux, caben todas las especies, las épocas, las razas, las “religiones”?,
las ciencias y las modas, esotéricas o nó, aunque ellos no lo sepan.
Aunque no lo sepan sí (y para que?), ya que tiempo paralizado no pueda
espacializarce en un aquí y un ahora distendido en los tres extasis
temporales: así Troy reina en Lascaux, y la “barbi” tiembla en sus brazos,
como Elena temblaba en los brazos de Paris.
Todo se asemeja a una escena de “Sabrina”, pero filmada en Tatacuá, con el
presupuesto de su Secretaría de Cultura.
Solo el “nerd” puede hacerle sombra a Troy, por que su cuerpo - aún no “su”
cuerpo, polimorfo y gordo como el de un bebé -, sino como el habla en el
cual expresa sus violentas emociones, le disputa a todos, el reinado de los
monos parlantes de la epoca, porque del “mono gamatico” no vá quedando nada. ¿ Es la nada la que habla?. Absolutamente nó. La nada prefiere hablar desde
el silencio de las tumbas, desde donde sigue llamando los espectros de lo
que el hombre fue, en su inquietud primera.
La invasión y colonización del Kalahary, ha sido realizada, y no se trata de
clones, sino de la domesticación mental de una especie a la que se creía en
extinción, y que con los jueguitos electrónicos ahora dominan el mundo.
Escucho el susurro que el viento oculta a nuestros oídos, “el hombre es la
irrisión del mono”: mi Zaratustra, y de pronto, en imágenes contemplo, como
tras la enorme estatua de Lincoln en el Capitolio, aparece radiante la
expresión señera de un simio, qué, en éste caso, y contra la profesia
nietzscheana, ha logrado superar al hombre, y todavía más, domesticarlo.
Miro a Troy con respeto y veo en él al animal del futuro, cuando Platón,
Descartes, Hegel, Marx, hayan desaparecido de la faz de la tierra. Me
siento mirado socarronamente: supongo que las silenciosas alas de
murciélagos, comienzan a moverse en la noche: tengo miedo y temo decirmelo,
pero debo reconocer que estoy aquí frente al amo del futuro.
Oscar Portela, junio 2005 |